noviembre 20, 2012

RECORDANDO A "IVAN"

Juan Camilo era un hombre diestro, con gran facilidad para solucionar los problemas, amable con la gente, apasionado de la vida. Le gustaba trabajar en equipo, siempre fue un líder honesto, con una gran capacidad de negociación, práctico y de trato afable tanto con sus compañeros como con la oposición; siempre sacando las cosas adelante, siempre recibiéndote con una sonrisa y con una buena cara.


Como político vivía con responsabilidad, pero al límite, le gustaba empujar las cosas, buscar incesantemente soluciones, quería mejorar la práctica. Compartimos momentos complicados desde la Secretaría de Energía, luego en campaña, en transición y en gobierno, pero él siempre lo hizo con una buena cara, con ese liderazgo y sonrisa imborrable que lo caracterizaba. Tenía una energía inagotable, los días le rendían más de 24 horas, pero siempre encontraba tiempo para estar pendiente de sus hijos, de sus padres, de su familia. Disfrutó cada momento de su vida, de su trabajo y de sus amigos. Con su ausencia perdimos a un político nato, un hombre con gran visión del futuro de México y con el conocimiento necesario para poder ejecutarlo, yo perdí a mi mejor amigo. A Juan Camilo se le daba la política, siempre fue ejemplo en los momentos buenos, pero también en los adversos. El vacío que deja es insustituible.

Alfredo García, El Tijuano, fue un hombre hecho en los medios de comunicación, con vocación y trayectoria periodística. Orgulloso tijuanense, ciudad a la que regresaba cada vez que tenía una oportunidad y a la que le dedicó sus primeros años como comunicador. Desde el semanario Zeta y más tarde como director de Comunicación del gobierno de González Alcocer, pulió su pluma y su operación. Siempre amable y bromista, cercano y alegre, convertía a cada compañero de trabajo en su amigo lo que le valió el respeto y la admiración de más de un periodista. Un hombre de familia, siempre procurando a su esposa Ana y amoroso con sus hijos Emiliano y Fernanda. Sencillo, pero de grandes ambiciones, con voz gruesa y risa contagiosa, lleno de vitalidad y, como coloquialmente se dice, dicharachero.

Miguel Monterrubio fue un hombre hecho en el Servicio Exterior, fuimos amigos desde principios del 2000, ahí conocí su responsabilidad, su entrega y su ética de trabajo. Fue un líder de nacimiento, de esos que crecen de la mano con su equipo y los impulsan a seguir creciendo. Durante mucho tiempo trabajó lejos de México, siempre convencido de regresar y cuando tuvo la oportunidad de hacerlo se entregó por completo a la causa de hacer este país un mejor lugar. De alegría contagiosa, hábil jugador de dominó —venció a muchos gobernadores en alguna Conago—, amante de la música, la cual siempre le dio motivos para cantar y bailar sin importar el lugar; misma pasión que llevaba a la oficina y que lo acompañaba en cada tarea que se le asignaba.

Arcadio Echeverría, Cacho, como siempre le dijimos, fue inseparable de Juan Camilo, su sombra, juntos desde Campeche, un hombre siempre disponible, siempre dispuesto a ayudar, alegre y de sonrisa permanente. Motivo de muchas risas, sobre todo cuando su distracción lo llevaba a sentarse encima de una trituradora, destrozando el saco que llevaba puesto antes de entrar a junta con el Presidente. Nos enseñó a disfrutar los malos y los buenos momentos, incluso las vergüenzas.

A Norma, Normita, como le decíamos sus amigos, nos tocó verla crecer como mujer y como profesionista, llegó al equipo al principio de sus 20 años como servicio social. Su trabajo, su dedicación y su empeño la hicieron parte de la familia. Nunca descansó, ni siquiera cuando estuvo embarazada, ni siquiera cuando se lo pidieron, de ese tamaño era su compromiso y su entrega. Su trabajo no sólo hablaba de su desempeño profesional, hablaba de su convicción de trabajar por México.

Francisco Blake fue un hombre de lucha constante, el esfuerzo y la constancia son palabras que siempre definieron su trabajo y su actuar. Siempre sereno, analítico y ejecutivo en la toma de decisiones. Blake utilizaba por delante la palabra “hermano” al referirse a alguien, y todo el tiempo su familia fue la prioridad. Será justo ese don de gente y trato amable el que tanto hará falta en la política.

Junto con Juan Camilo, Alfredo, Miguel, Arcadio, Norma y Francisco, México perdió a funcionarios que tenían el compromiso de mejorar el país a través de su trabajo y dedicación. Ellos no pudieron seguir construyendo el país por el que tantos años trabajaron, pero todos los que seguimos aquí, por su memoria, tenemos el compromiso de seguir trabajando para transformar a México. Su presencia no sólo estará en el recuerdo, ellos nos seguirán acompañando día con día y hora tras hora.

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