noviembre 20, 2012

OBAMA 2.0

Uno de los inconvenientes de ver los datos de manera parcial, sin ubicarlos en el panorama general para darles el peso específico que verdaderamente tienen, es que las conclusiones que sacamos con un acercamiento de ese tipo son, las más de las veces, un completo despropósito (dicho o hecho fuera de razón, de sentido o de conveniencia), cuando no un verdadero disparate.


Esto es lo que hoy vemos en los “análisis” de algunos que de manera superficial (sin ver la foto completa de lo que pasó hace una semana), promueven a los cuatro vientos y ante todo aquel dispuesto a aceptar sin el menor cuestionamiento su dicho, que los hispanos fueron la minoría que determinó la victoria de Obama hace siete días.

Otros, más irresponsables aún, afirman que “nuestros paisanos fueron los que le dieron la victoria al ganador”.

La verdad, si uno analiza los datos con la debida objetividad, está muy lejos de ambas afirmaciones.

Hoy, si uno hubiera revisado los análisis realizados por entidades diversas de varios exit polls, debería aceptar que la responsabilidad de la victoria de Obama recae, más que en una sola de las minorías que hoy pueblan Estados Unidos y que en diferentes porcentajes acudieron a votar, en un conjunto de factores entre los cuales, es cierto, el voto de los hispanos jugó un papel al igual que el de las mujeres, los asiáticos y los electores de raza negra.

La historia completa, no se ha escrito aún; los análisis, no sólo de los exit polls, sino de las cifras definitivas desagregadas por condado, aún no se tienen de manera completa. De ahí que el juicio aquél, además de inexacto, es aún prematuro.

Si uno leyere los análisis realizados a la fecha por el Pew Research Center y The New York Times y The Wall Street Journal, debería entonces entender y aceptar que aún es demasiado temprano para afirmar y sostener —a la luz de análisis preliminares—, que los hispanos son la minoría responsable de la segunda victoria de Obama.

Un elemento que olvidan o no toman en cuenta los promotores del papel jugado por los hispanos, es su porcentaje dentro del total de electores, y su nivel de participación.

Los hispanos no son, por el momento, una minoría (por el porcentaje de los que están en condiciones de ejercer su derecho al voto y el de su participación en los procesos electorales), que pudiere, ella sola, determinar el resultado de la elección presidencial.

Es más, si nos atenemos a la demografía, tendrían que pasar varias elecciones para que los hispanos —en conjunción con otras minorías— pudieren decidir la elección presidencial en Estados Unidos. Esto, incluso, si sus integrantes votaren por el mismo candidato.

Por otra parte, sería útil conocer cuáles fueron las causas que llevaron a nuestros “analistas” y opinantes a afirmar, tan apresuradamente, que la participación de los hispanos fue el elemento decisivo para la victoria y, por ende, la reelección de Obama.

¿Qué buscan? ¿Aparecer como conocedores de la realidad electoral de Estados Unidos? Si esa hubiera sido su pretensión, se equivocaron; bastarían los primeros análisis —aún no definitivos—, para concluir, que todavía es temprano para poder soportar un juicio como el que nuestros “expertos” emitieron.

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