noviembre 20, 2012

LA VENGANZA DE LOS JODIDOS

Uno de los espectáculos más vergonzosos que nos regalan —por estas fechas—, tanto los gobernadores como algunos presidentes municipales, es lo que llamo la “Peregrinación de los Mendigos”.


En ella, todos los que hacen el camino a San Lázaro pierden la figura, y algunos incluso pierden la poca dignidad que les queda.

La razón de su peregrinar, es la aspiración a que los diputados les asignen más recursos presupuestales para realizar obra en sus estados y municipios. Los mueve, más que el afán de impulsar el crecimiento económico donde gobiernan, la vieja máxima de “Haz obra, que algo sobra”.

Las carpetas, abultadas por tanta gráfica multicolor y las presentaciones en Power Point o Flash, ocultan o disfrazan negociaciones que en “lo oscurito” realizan no pocos de ellos con quienes tienen poder para decidir la codiciada asignación. En ésta, se aplica la vieja regla del “me das, y te doy”.

Hoy, dado que el control de la Comisión de Presupuesto ha recaído en una diputada que parece tener línea directa con quien sí decide, espero que el bochornoso espectáculo y “la negociación en lo oscurito” ceda un poco de espacio, y los pedigüeños moderen sus exhibiciones de años pasados.

La disputa por un monto cada vez menor de recursos susceptibles de ser asignados a discreción por los diputados (cuyos conocimientos en materia de evaluación económica de proyectos de inversión es casi nula), irá en aumento a medida que las necesidades en otros rubros —pensiones e IMSS por citar sólo dos— vayan aumentando.

Por ello, la asignación de los escasos recursos del erario debe ser producto de una rigurosa evaluación técnica, y no de prácticas corruptas que no responden a criterios de eficiencia sino a la entrega de favores de distinto tipo.

Si bien la Constitución asigna a los diputados la facultad exclusiva de aprobar el Presupuesto de Egresos, este mandato no debe ser motivo para asignar recursos sin el obligado apego a criterios de eficiencia y rentabilidad social.

Para evitarlo, algo hay que hacer pues a medida que vayamos enfrentando mayores exigencias presupuestales provenientes, por ejemplo, de los sistemas de pensiones y del sistema de salud, los recursos que podrán asignar libremente serán, cada año, de un monto menor.

En consecuencia, o hacemos más transparente su asignación y la basamos en criterios estrictos de rentabilidad social, o la disputa que veremos en el futuro entre los pedigüeños, será resuelta con sobornos cada vez más cuantiosos.

La transparencia y la evaluación de los proyectos como un primer paso, podría ser una herramienta útil para lograr un uso más eficiente de los recursos que serán, como dije, cada vez más escasos.

De ahí que obligar a los pedigüeños a que cada proyecto que pensaren someter a los diputados fuere dado a conocer públicamente y además, rigurosa y profesionalmente evaluado, ayudaría a reducir los niveles de corrupción al asignar recursos para dichos proyectos.

De lo que se trata, es de elevar la eficiencia en el uso de los recursos. Además, nadie les impedirá que sigan haciéndole al pordiosero.

Además, ver a los que se creen todopoderosos llegar humilditos a San Lázaro, es la dulce y silenciosa venganza de los jodidos.

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