Para cuando lea usted esta colaboración, ya conocerá el resultado de la elección presidencial en Estados Unidos. Si usted hubiera emitido “su voto” en favor de Obama y éste hubiera resultado vencedor, quizás pensaría que su decisión contribuyó a inclinar la balanza en su favor.
Sin embargo, estoy convencido que ni por accidente hizo usted eso porque, además de tener sentido común, usted es una persona informada y seria que no gusta de caer en este tipo de frivolidades.
Sin embargo, hay algunas preguntas que vale la
pena hacernos, dada una realidad que cada cuatro años se presenta en un
número considerable de países en los cuales, masivamente, sus ciudadanos “votan” a favor del candidato demócrata que busca vencer a su rival republicano. Vengan pues las preguntas.
¿Le importa al elector norteamericano, que en decenas de países “se vote” casi de manera unánime, a favor del candidato demócrata? Es más, ¿este hecho influye, de alguna manera, a la hora de emitir el voto a favor de uno u otro candidato?
Mi opinión es que no; el elector norteamericano, es producto de su historia y cultura política. Además, le da un gran peso a la realidad económica que enfrenta y las perspectivas que ve en cuanto a su situación material; es, antes que otra cosa, un elector cuya visión está orientada hacia dentro, más que al exterior de su país.
No creo cometer un error si afirmo, que el elector promedio de Estados Unidos prefiere el aislacionismo; si pudiere elegir, lo haría a favor de ver hacia adentro más que hacia afuera, más que hacia el resto del mundo. De ahí que políticos y gobernantes deban enfrentar a sus votantes, cuando sus decisiones involucran a su país en conflictos que para el elector promedio, se presentan en lugares que desconoce y le son ajenos de los cuales, además, ignora incluso su ubicación.
Las responsabilidades militares de Estados Unidos al ser hoy la “única gran potencia” en el planeta, molesta al elector promedio; su rechazo a este “engagement” en los problemas del mundo, lo castiga con el voto.
De ahí que “el voto masivo” expresado a favor del candidato demócrata en decenas de países por quienes “no tienen vela en el entierro”, no preocupa y menos ocupa al elector en Estados Unidos; es más, me atrevería a afirmar que ni siquiera se enteró dada su aversión a los asuntos “externos”.
Aquí surge otra pregunta; si lo anterior refleja la visión que del mundo exterior tiene el elector promedio de Estados Unidos, ¿por qué entonces tantos desean votar, ciega y casi unánimemente a favor del candidato demócrata? Más aún, ¿por qué “votar” por quien llegado el caso, actuaría igual que el republicano ya que como bien dijo John Foster Dulles, secretario de Estado en la presidencia del general Eisenhower: “Los Estados Unidos no tienen amigos, sólo intereses”?
La explicación posible de esa conducta, es la ignorancia casi total del sistema político de Estados Unidos de quien así procede, y del desconocimiento de la visión que de la política y del mundo tiene el elector promedio de ese país.
En este “voto” a favor del demócrata, no debe eliminarse el que muchos “votantes” de otros países, ven en aquel partido una inclinación a impulsar la participación del Estado en la economía y a utilizar el gasto como instrumento de desarrollo.
Sin embargo, para decepción de los “votantes” a favor del candidato demócrata, éste es igual —casi en todo— que el republicano.
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