Tristeza y desesperanza es lo único que provocan las respuestas canibalescas de las tribus perredistas contra su líder y fundador Cuauhtémoc Cárdenas. “Mesiánico” y “anticuado” o fuera de tiempo le llamaron chuchos y pejistas cuando, como hombre decente y congruente, hizo un análisis de la situación de su partido y concluyó que no es posible mantener en su seno a un grupo de traidores que jugaron con otros partidos ni sostener una dirigencia sectaria e incapaz de lograr la unidad interna.
El futuro de la izquierda es sombrío cuando es incapaz de escuchar a una de sus pocas conciencias vivas que, como Roger Bartra, avizora el peor de los desenlaces para la representación partidista de lo que fue el socialismo, el comunismo y el nacionalismo mexicanos, y que simplemente les pide no traicionarse ellos mismos, a sus principios, y cumplir con su legalidad e institucionalidad estatutaria.
Descastados e ingratos, dignos hijos de mala madre, los seguidores de Jesús Ortega y Andrés Manuel López Obrador tienen el descaro de tratar a patadas al hombre que dio certeza y destino a la alianza de socialistas y nacionalistas cuando encabezó la ruptura del sistema de partido único que dio paso a la alternancia, aunque ésta por desgracia haya culminado con la llegada a la Presidencia de un pobre ignorante sin rumbo que todos padecimos y se llama Vicente Fox.
Pero además de protagonizar y catalizar el quiebre histórico que provocó la salida del PRI de Los Pinos, Cuauhtémoc Cárdenas obtuvo triunfos electorales que llevaron a posiciones de gobierno a muchos de los actuales protagonistas de la escena política, llámense López Obrador, Marcelo Ebrard, Jesús Ortega, Amalia García, Gerardo Fernández Noroña y muchos más, que desde 1997 han cobrado buenos dividendos del presupuesto gracias los triunfos obtenidos por su figura y compromiso.
Por eso, lo menos que deberían tener los actuales mandamases del PRD para Cárdenas, además de respeto, es agradecimiento. Pero inmorales y rapaces como son, no tienen empacho en despreciar y maltratar al hombre que los hizo llegar adonde están. Pero ni modo, no se puede esperar otra cosa de ese conglomerado de lumpenes voraces y huérfanos de ideología y principios que hoy conforma la dirigencia y militancia del PRD.
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