septiembre 25, 2011

ESCENOGRAFÍA BARATA

Una ventaja del ciudadano en una democracia efectiva, es que lo que el “compra” con su voto no cambia con la nueva función que desempeña el ganador de la elección; el que recibe su voto, es el mismo que conoció cuando se desempeñaba en otra posición y confía —por eso le da su voto— que en caso de triunfar, ya como gobernante, se comportará de la misma manera que lo hizo en las etapas anteriores de su vida política.

Esta congruencia de quien hace política en las democracias consolidadas —al margen de ámbito y posición—, es el elemento generador de certidumbre entre ciudadanos y agentes económicos; elimina las sorpresas al no haber cambios en la conducta del político pues su comportamiento —en la nueva función—, responde a la visión e ideas manifestadas y mantenidas en las posiciones anteriores.

Esto es altamente valorado, no sólo por el ciudadano, sino también por los inversionistas que ven reducido el riesgo tomado al invertir en aquellos países donde los políticos son congruentes, no veletas que se mueven para donde sopla el viento.

Por desgracia, esa característica que abunda —pues es propia de la casi totalidad de los políticos que se desempeñan en diversas posiciones y partidos— en las democracias consolidadas, es un bien escasísimo en países con un quehacer político primitivo y con democracias, más de oropel que reales.

En éstas últimas, se registra un fenómeno que por decir lo menos, debería avergonzar a sus ciudadanos; es la hipocresía permanente del político que se desvive, donde esté, por dar una imagen que no corresponde con su realidad.

En los países donde sus políticos son puros camaleones, el ciudadano no confía en ellos; además, en no pocos casos los desprecia y hace mofa (burla y escarnio que se hace de alguien o de algo con palabras, acciones o señales exteriores) y befa (expresión de desprecio grosera e insultante) de ellos.

Las condiciones de globalidad y economías abiertas que privan en el mundo, influyen positivamente en los países con prácticas democráticas incipientes, o falsas y tramposas; el ejemplo que brindan las viejas democracias —con sus debates y elecciones inobjetables, y el desempeño ejemplar de sus candidatos al reconocer sin cortapisa alguna sus derrotas; todo transmitido “en tiempo real”— a los ciudadanos de los países atrasados políticamente, es asimilado con rapidez.

Éstos, aprenden rápido y exigen un desempeño diferente de sus políticos los cuales, lejos de responder a esta exigencia de un ciudadano más consciente, reinciden en las viejas prácticas que tanto descrédito les ha procurado.

Un buen ejemplo de esto, es lo que hoy vemos en nuestro país con algunos de los precandidatos a la Presidencia de la República. Al ver la transformación camaleónica de algunos, las preguntas brotan sin control y nadie parece dispuesto a responderlas.

¿Cuál es el verdadero Cordero? ¿El que ayer se mostraba juicioso y sereno como Secretario de Hacienda, o el bravero de cantina actual con una sonrisa Colgate, más falsa que un billete de dos pesos? ¿Cuál es la verdadera? ¿La modosita que en cada acto busca hacer llorar, o aquélla que acumula agravios y deseos de cobrar —si ganare—, dos o tres facturas a La Maestra?

Le pido, de no tener mejor cosa qué hacer, compare el desempeño actual de “los que la quieren” con el que todavía ayer mantenían; nada ganará, salvo reírse un buen rato.

Esta es nuestra democracia; lo demás, escenografía barata.

DEMOCRACIA HECHA EN MÉXICO

Es lugar común decir y escuchar que la democracia no es el mejor de los sistemas políticos, sino el menos malo. En México, luego del derrumbe del presidencialismo autoritario con justicia llamado la dictadura perfecta, pareciera que es el peor de los sistemas. Pese a los avances que hay, los mexicanos hemos sido incapaces de construir un sistema político que beneficie a las mayorías, aunque la frase suene hueca y demagógica, porque eso se nos dijo desde 1929 hasta 2000 y no fue cierto.

Es verdad irrefutable que a partir de las elecciones federales de 1997 ningún partido político ha sido capaz de conseguir la aprobación de los ciudadanos votantes para obtener un mayoría que le permita impulsar ya no se digan las reformas estructurales que requiere el país, sino siquiera un programa de gobierno mínimo. Y eso tampoco garantizará nada porque hoy ningún partido tiene el control que el PRI tuvo sobre sus legisladores y esto no por congruencia ideológica, sino porque las carreras políticas dependían del señor Presidente de la República y de nadie más.

Por experiencia sé que ahora en México los pronósticos electorales son poco certeros, que el ganador de una elección se conoce luego de que los ciudadanos votan y sus votos se cuentan. Antes era fácil, sobre todo en el caso de la Presidencia de la República: si se era candidato del PRI no había necesidad de esperar a las elecciones, bueno si hubieran querido no habrían sido necesarias las campañas faraónicas que recorrían el país; todo lo había decidido el señor Presidente de la República, quien también decidía unipersonalmente las reformas legales (todas), la política económica (todo, incluida la paridad del peso y el precio del petróleo), la administración de la justicia y ¡ay de aquel se tuviera la osadía de cuestionar algo! Pero los mexicanos nos hartamos y logramos el cambio.

Sí, el cambio, que se puede apreciar, fue en los hechos, sólo en los nombres de personas y de partidos, quizás en algunas conductas. Pero, en lo político el sistema mexicano no ha sufrido ninguna modificación: sigue siendo un presidencialismo constitucional exacerbado, pero ahora sin el sustento que le daban las mayorías aplastantes (surgidas de la simulación electoral) en las Cámara de Diputados y Senadores.

Desde 1997 se ha hablado, con mayor o menor volumen, de la necesidad de una reforma del Estado mexicano (no confundir con una reforma política, que ha habido muchas). En los inicios del gobierno de Vicente Fox se llegó a conformar una comisión específica para ella. Iba a escribir que desde entonces nada a pasado, pero eso es falso. Desde entonces, en los hechos, el Estado mexicano ha sufrido prácticamente una parálisis en todas sus áreas por falta de acuerdos entre los partidos políticos, todos minoritarios por decisión de los votantes, quienes seguramente no confían en ninguno de ellos.

Para las elecciones de 2012 lo previsible es, tomando en cuenta las tendencias de los comicios de 1991, 2000, 2003, 2006 y 2009, que ningún partido obtenga la mayoría en el Congreso, que le permita al nuevo Presidente de la República —sea quien sea y del partido que sea— realizar las reformas que el país requiere. Los legisladores de los partidos perdedores —sean los que sean— se vengarán de sus vencedores y pasarán otros seis años.

Por ello, mientras todos piensan, corren, apoyan, especulan, critican, se acomodan con el precandidato de su preferencia, como en los buenos tiempos, poco piensan en la necesidad del cambio de sistema, la propuesta del senador priista Manlio Fabio Beltrones, apoyada por el perredista Carlos Navarrete, y que recoge la idea expresada hace unos cinco años por el panista Santiago Creel de promover y legislar sobre gobiernos de coalición, para evitar que la parálisis del presidencialismo y del país continúen, poco ha calado en el llamado “círculo rojo”, pero nadie puede negar su importancia y urgencia. Habrá quien tenga otras ideas y hasta quienes crean que deben abandonarse el actual presidencialismo y pasar a un sistema parlamentario. Es hora de discutirlo y aprobar lo que se necesite. Es hora de exorcizar la negociación, que es el sustento de la política y también de la democracia.

Está claro que en 2012 no bastará con ganar la elección para la Presidencia de la República.

A LA BAJA LA CONFIANZA DEL CONSUMIDOR MEXICANO

Se considera que la confianza del consumidor es un factor importante para la actividad económica. Un buen ánimo de los hogares debiera estimular el deseo de comprar, viajar, invertir y en general favorecer el buen desempeño del consumo privado, que por mucho es el principal componente de la demanda agregada. Su contribución alcanza alrededor de 70 por ciento del PIB.

De igual manera, condiciones de desánimo en los hogares pudieran conducir a menores niveles de gasto, lo que afectaría el desempeño de la actividad económica, el crecimiento de las empresas y, en última instancia, el ingreso y los niveles de empleo.

Por lo mismo, la evolución del índice que evalúa la confianza del consumidor es importante para los analistas, hacedores de política económica e inversionistas de dentro y fuera. El sentimiento de los hogares es una referencia, en adición a otros indicadores, sobre la posible evolución de la economía en el corto plazo.

Mientras que antes de la recesión de 08-09 este índice registraba niveles promedio de alrededor de 105 puntos, durante el periodo de la contracción económica experimentó una caída pronunciada que lo llevó a niveles mínimos en alrededor de 80 unidades. Desde entonces muestra una recuperación: firme en 2010 y más moderada en lo que va de este año. Su ubicación actual dista todavía de los niveles precrisis.

Es probable que factores como la debilidad del mercado laboral (la tasa de desempleo urbana se encuentra cercana a siete por ciento), una limitada expansión del crédito (no logra los niveles registrados antes de la recesión), así como la creciente ola de inseguridad pública y difícil entorno internacional (incertidumbre y desaceleración económica global), estén impactando en el ánimo de los hogares.

Los componentes del índice asociados a las expectativas, aquellos que evalúan la situación económica esperada de los miembros del hogar y del país dentro de doce meses en relación a la actual, son los que reportaron las menores caídas durante la recesión y la recuperación más firme.

La situación es distinta para los componentes que tratan sobre la situación económica actual de los hogares y del país en relación a la de un año antes: Además de que presentaron un mayor deterioro, apuntan una recuperación más lenta.

El caso más grave corresponde al subíndice que evalúa las posibilidades de los hogares de efectuar compras (electrodomésticos principalmente). No sólo reportó la mayor caída, sino que se encuentra en el menor nivel relativo con respecto a su ubicación previa a la recesión. Aunque probablemente no sea un factor decisivo, parece haber una correlación positiva entre el desempeño de este componente del índice de confianza y el comportamiento de las ventas minoristas (ver gráfica).

Aunque no se dan a conocer los resultados, en la encuesta del INEGI se pregunta también sobre las posibilidades de adquirir otros bienes como ropa, zapatos y alimentos, automóviles (nuevos o usados) o planes para comprar, construir o remodelar una casa. En todos los casos persisten diferencias marcadas con respecto a los niveles registrados antes de la recesión. El desgano de efectuar compras puede ser un factor limitativo para el ritmo de la actividad económica.

En síntesis: la confianza del consumidor no se ha restituido plenamente, aunque persiste una moderada tendencia de alza; el bajo nivel del componente sobre posibilidades de efectuar compras por parte de los hogares puede ser un factor que esté limitando la recuperación del mercado interno; y tal parece que somos en general optimistas al tener una mejor percepción sobre las condiciones económicas en el futuro respecto de las actuales.

"EL EQUIPO" EN TIEMPOS ELECTORALES

No hace mucho, lo que hoy conocemos como “el equipo” del candidato carecía de importancia. Por “equipo” me refiero no a quienes se encargan de la logística alrededor del candidato, sino a los que proveen “las ideas” que permiten a aquél presentarse ante el elector como alguien informado y conocedor de los problemas y sus soluciones.

En la época del “partido casi único”, poca era la importancia concedida al “equipo y casi nula a “las ideas” que proporcionaba al candidato; la razón, muy simple: el resultado de la elección se conocía desde el día del “destape” del que sería, sin duda, gobernante.

La apertura de la economía y los cambios que estimuló han dado por resultado un cambio significativo en cuanto a la importancia concedida hoy al “equipo”, a las ideas que éste pudiere generar y a sus propuestas de solución; ayer, “el equipo” no era tomado en cuenta por el candidato, pues éste, como dije, para nada lo necesitaba.

Hoy, por el contrario, aquél que no tome en cuenta las recomendaciones de los integrantes de su “equipo” corre el riesgo, no sólo de hacer el ridículo, sino de perder la elección. La influencia y poder de los que lo integran es tal, que sus recomendaciones son tomadas en cuenta en múltiples aspectos; no sólo deciden el color y estilo de camisa, lenguaje corporal y tono de voz, sino también definen los temas a tratar y cómo hacerlo ante cada audiencia.

Hoy –aun cuando parezca lo contrario–, las ideas que expresan los candidatos, cuentan e importan; si bien no a la totalidad de los electores que con su voto dan el triunfo a uno o a otro candidato, sí a los grupos cuyo poder de decisión e influencia es muy grande.

A éstos, mucho les interesa conocer qué ideas tiene el candidato de ciertos problemas y cuáles sus propuestas de solución; quieren saber quién las desarrolla y cuál es su origen y formación académica y política. Con estos elementos, estarían en condiciones de “adivinar” las medidas que el triunfador tomaría una vez que encabezare el gobierno.

Los antecedentes políticos y la formación académica de los integrantes del “equipo”, son una excelente guía para ese fin; saber de dónde vienen, dónde se formaron y cuál es su visión del desarrollo y el crecimiento económico, pudiere significar para algún empresario poderoso evitar pérdidas por decenas o centenas de millones de dólares o, por qué no, para ganar eso y más.

Por otra parte, ¿qué es lo que propondrían a su asesorado los que piensan que lo mejor para el país es contar con un Estado obeso y omnipresente en la economía? ¿Qué ideas novedosas podría proponer el que sólo supiere dilapidar el gasto público y considerare a éste la poción mágica que todo cura?

Hoy, ¿quiénes proveen a Peña de ideas en materia económica, y quiénes en su “equipo” definen y desarrollan las soluciones a los problemas estructurales que nos impiden crecer? ¿Quiénes hacen lo mismo en el campo de Cordero? ¿Quiénes en el de Beltrones, Creel y Vázquez?

Si lo supiéremos podríamos –con un aceptable margen de error–, tener una idea del gobierno que nos espera si aquellos hicieren caso a sus recomendaciones, pues todos sabemos que los políticos nada ignoran; son –no tienen ciencia aborrecida– unos “Ch.P.T.” pero eso sí, cada uno con un gran “equipo”.

septiembre 19, 2011

DF, EL REFLEJO DEL 2012.

Muchos de los movimientos políticos que hoy observamos los ciudadanos a nivel federal, con miras a la elección de los candidatos a la Presidencia de la República, tendrán su efecto inmediato en lo que sucederá en la elección de jefe de Gobierno del Distrito Federal para el periodo 2012-2018, jefes delegacionales del trienio 2012-2015 y diputados locales, el año próximo.

Lo sucedido recientemente entre Martí Batres, uno de los operadores políticos de López Obrador en el DF, y Marcelo Ebrard, marca —sin duda— la pauta de lo que será de aquí en adelante el proceso que vivirán los tres principales partidos políticos rumbo a la renovación de mandos en la Ciudad de México.

Consultados diversos perredistas conocedores de los tiempos y la llamada “liturgia” política dentro del partido del sol azteca, advierten en los próximos meses un intento de negociación entre los dos principales precandidatos de la llamada “izquierda”, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, con el fin de tratar de llegar a un acuerdo que marque el arranque del proceso interno del PRD para la elección de un candidato de “unidad”, si es que logran ponerse de acuerdo.

De ello dependerá el futuro de la candidatura en la capital del país, principal bastión perredista, ahora que está en riesgo la gubernatura de Michoacán para la izquierda, debido a las pifias cometidas por el actual mandatario local, Leonel Godoy, de cara a los comicios de noviembre próximo en aquella entidad.

Por ello, algunos de los que hoy aspiran a la candidatura perredista en el DF, prefieren permanecer “quietos”, a la expectativa, pues; a la espera de alguna señal que indique que o hay acuerdo o hay rompimiento entre los liderazgos que aspiran a convertirse en candidatos presidenciales.

Para el PRI sucede exactamente lo mismo, con la única diferencia de que la unidad mostrada hoy en torno de Enrique Peña Nieto, quien deja la gubernatura mexiquense, y la designación de Jesús Murillo Karam como delegado del tricolor en la capital, “pavimentan” el camino de Beatriz Paredes en la búsqueda de la candidatura por la Jefatura de Gobierno, con muchas posibilidades de éxito, ante una ruptura en el PRD. Hay que recordar que el hidalguense fue secretario general del Revolucionario Institucional cuando la tlaxcalteca ocupó la dirigencia nacional.

En el caso del Partido Acción Nacional, algo está sucediendo que los ciudadanos no sabemos del todo. La más reciente aparición del jefe de Gobierno y su saludo perfectamente meditado al presidente Calderón, en la ceremonia no oficial del V Informe de Gobierno, en el Museo de Antropología, dejan entrever, como ya lo han advertido ex perredistas conocedores de lo que sucede en el interior de ese partido, que Ebrard vale hoy más para la derecha que para sus correligionarios.

Por lo tanto, la candidatura en el DF, a pesar de lo que digan sobre un premio de consolación para Alonso Lujambio, podría quedar en manos de un candidato independiente que abandere tanto los intereses del blanquiazul como los de quienes resulten “resentidos” por la decisión de no postular a Ebrard Casaubón como el candidato de la izquierda. Y las miradas se enfocan al procurador Miguel Ángel Mancera, quien, por cierto, no está afiliado a ningún partido político.

LA ESPERANZA TRICOLOR

Afirmar que México es una democracia significa, entre otras cosas, que el gobierno que hoy ocupa la titularidad del Ejecutivo federal y sus instituciones respetará escrupulosamente la Constitución y las leyes electorales y cumplirá con su obligación de organizar, para julio de 2012, un proceso confiable y transparente, capaz de producir como resultado un gobierno legítimo, aceptado por todas las fuerzas políticas, y con la credibilidad necesaria para alcanzar los acuerdos necesarios para contar con una mayoría legislativa funcional y conseguir que México pueda volver a avanzar. Para que esto ocurra, es ya indispensable que el titular del Ejecutivo federal comprometa y mantenga la más absoluta neutralidad con respecto al curso y al posible resultado del proceso. Esto incluye de manera señalada y urgente una declaración pública y sin ambigüedades en el sentido de que entregará pacífica e institucionalmente el poder a quien resulte triunfador en la jornada electoral de julio de 2012, sea cual sea su partido, sea cual sea su nombre. Se trata simplemente de cumplir con el juramento empeñado de respetar la Constitución y las leyes que de ella emanan y de respetar la voluntad de la nación.

Si esas condiciones se cumplen, todas las tendencias y condiciones indican que el más probable triunfador en las próximas elecciones presidenciales será Enrique Peña Nieto, quien hoy entrega el Gobierno del Estado de México al doctor Eruviel Ávila Villegas. Concluida esta responsabilidad, lo más probable es que transcurra poco tiempo antes de que el Partido Revolucionario Institucional designe y proclame a Enrique Peña Nieto como su candidato a la Presidencia de la República, tras los procesos estatutarios y métodos de legitimación idóneos para concretar lo que es ya, sin duda, parafraseando al Gabo García Márquez, la crónica de una candidatura anunciada. No porque en el PRI no haya otros militantes con méritos notables, que ya encontrarán tareas dignas de sus talentos en el formidable reto de reconstrucción de la concordia nacional y la gobernabilidad que se avecina. Sino porque en la política democrática mandan las mayorías, y las mayorías, de manera inequívoca, han expresado que quieren a Enrique Peña Nieto.

Aunque en política no hay nada escrito, más vale, por la paz y la estabilidad de México, que esta vez no haya sorpresas. Enrique Peña Nieto es la esperanza de millones de mexicanos. Sin duda lo sabe y le ha llegado la hora de asumir plenamente esa responsabilidad. Su primera tarea es no perder una elección que, a la luz de la mejor información disponible, tiene prácticamente ganada. Su segunda gran tarea es prepararse para no defraudar esa esperanza. Los millones de mexicanos que confiamos en él esperamos que tan pronto tome el poder adopte las decisiones y promueva los acuerdos necesarios para revertir, sin demora y de manera perceptible para las grandes mayorías, el clima de zozobra, estancamiento y desesperanza en el que México languidece. Y ese reto, en apariencia formidable, tiene tres llaves maestras. La primera, la construcción de los acuerdos políticos para restaurar la paz, separando el combate al crimen del conflicto entre facciones políticas, y lograr la gobernabilidad para destrabar la agenda legislativa. La segunda, el diseño de una política macroeconómica capaz de lograr el máximo crecimiento posible en medio de la ominosa crisis global que se avizora en el horizonte de los próximos dos o tres años. La tercera, poner en marcha desde ahora el gran diseño de política industrial que nos permita atraer grandes inversiones de contenido innovador y conectarnos sin demora con los sectores y las regiones que emergerán como líderes de la siguiente etapa de crecimiento global.

El porvenir de México está en juego. Nada más. Pero nada menos.

¿CUÁNTO CUESTA LA LEY?

Después de la rendición ante un grupo de violadores de la Ley y pagar el precio que los chantajistas exigían, el plantón en la Plaza de la Constitución fue levantado. Los políticamente correctos lanzaron las campanas al vuelo, no sólo por los 21 millones de pesos en cuotas que lograron los delincuentes se les entregara sino, dicen, porque no se usó la violencia.

Algo pasa en México en cuanto a la mentalidad del gobernante en lo referente a hacer cumplir la ley; no se trata sólo del plantón de unos chantajistas encabezados por Esparza y de los campesinos misérrimos de Antorcha Campesina. Estamos ante una visión totalmente distorsionada de lo que se debe entender por Estado de derecho y más ampliamente, por cultura de la legalidad.

¿Cuánto cuesta hacer que se respete la ley? Todo depende de la fecha y lugar del plantón; no es el mismo precio si el plantón está en Nacajuca que en la Plaza de la Constitución; no es la misma tarifa si quien lo organiza es Antorcha Campesina frente a Gobernación o los bandoleros del kilowatt en el Zócalo capitalino. Todo tiene su precio y se da por descontada la disposición del Gobierno Federal a pagarlo, a pesar de que juró cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen.

Hoy, ya sabemos cuál es la tarifa que cobra esa entelequia —cosa irreal dice la Real Academia— que es el SME: 21 millones. ¿Este precio, es la tarifa introductoria que goza de un buen descuento para que el cliente se anime? ¿Si hubiere un contrato firmado con Esparza y sus cómplices por un cierto número de plantones, el precio sería otro?

Ante la capitulación vergonzante del Gobierno Federal —¿podríamos decir “capitulación de, y del Estado”?— ante un puñado de bandoleros, ¿qué nos espera mañana? ¿Ante quiénes será la capitulación en materia de Presupuesto? ¿Ante “El Nureyev” Moreira? ¿Sólo ante él?

A propósito de “Antorcha Campesina”, ¿se atreverá Peña a deslindarse de estos chantajistas? Si lo fuere a hacer, ¿cuándo sería? Si Cordero fuere Presidente, ¿les pagaría 21 millones a Esparza por desalojar la Plaza de la Constitución para celebrar la Ceremonia del Grito, o los desalojaría con la fuerza pública? ¿Podrían, ambos, Peña y Cordero, responder estas dos preguntas?

Al ver los desfiguros del actual Gobierno Federal para no quedar mal ante los políticamente correctos, uno se pregunta, ¿cómo procedería la señora Merkel ante situación semejante en la Alexanderplatz en Berlín? ¿Qué haría Cameron, si le hicieren un plantón en Trafalgar Square el 31 de diciembre? ¿Qué haría el Alcalde de Nueva York si el plantón fuere en Times Square ese mismo día? No pregunto —pues sé la respuesta— qué harían las autoridades si estos plantones fueren realizados en la Plaza Roja en Moscú el 7 de noviembre, y el 1 de octubre en Tian’anmen en Pekín.

En todos estos casos y en miles de ciudades más, la autoridad haría cumplir la ley; con la fuerza pública haría desalojar a bandoleros y chantajistas como los de Esparza y Antorcha Campesina. Nosotros, ¿qué tememos? Ojalá que a Cordero o Peña, en esto de los plantones, no les tiemblen las corvas y cumplan y hagan cumplir la ley.

Por lo demás, ¿era ilegal la congelación de las cuotas del SME? De ser así, los responsables deben ser juzgados pero si la congelación era legal, los que eliminaron ésta deberán ser llamados a cuenta.

DEL GASTO CORRIENTE... VERDAD A MEDIAS, NO ES VERDAD.

Una vez más, como ha sido costumbre desde hace años, los que nada tienen que decir –excepto joder para quedar bien con la corrección política o presionar para recuperar privilegios perdidos-, exhiben su ignorancia acerca de la conformación del Presupuesto de Egresos de la Federación al sacar a colación el fantasma del “Gasto Corriente”.

Ahora bien, si a pesar de conocer cómo se integra el Presupuesto –Gasto de Inversión y Gasto Corriente y los rubros y montos de ambos apartados– lanzan sus críticas sin fundamento, estamos entonces no ante ignorantes, sino pícaros que no se resignan a haber perdido buena parte de los privilegios de que gozaron por decenios.

El que no sabe es como el que no ve, dice el refrán popular; en el caso del Gasto Corriente, se cumple a la perfección esta pieza de sabiduría popular. Bien a bien, no hay explicación lógica de la conducta de quienes hasta hace poco llevaron algunos rubros de ese gasto a niveles casi obscenos y hoy, cuando las cifras muestran una corrección sensible, se lanzan en contra con la mira puesta en obtener –a cambio de su silencio–, una que otra abultada asignación presupuestal para los suyos de donde, como es su costumbre, obtienen uno que otro beneficio.

Este asunto de las críticas al Gasto Corriente recibió, no hace mucho, una explicación documentada e irrefutable; la presentación del subsecretario Montaño el 16 agosto –hace un mes– y la explicación que la acompañó, echaron por tierra –una vez más–, los absurdos señalamientos de quienes no entienden qué es el Gasto Corriente o entendiéndolo, buscan lograr otros objetivos.

Si le interesa el tema y desea tener un panorama objetivo del mismo –con cifras y porcentajes correctos, no inventados–, lea por favor las páginas 6 y 7 de la conferencia de prensa ofrecida antier por el doctor Meade, ya en su calidad de secretario de Hacienda, y para reforzar lo por él planteado, revise en esta dirección la presentación del subsecretario:

http://www.shcp.gob.mx/SALAPRENSA/sala_prensa_presentaciones/cmf_presentacion_gasto_corriente_16082011.pdf

Lo interesante de los señalamientos de quienes hablan del Gasto Corriente sin conocimiento alguno, es que los montos de algunos de sus rubros –pensiones, por ejemplo– seguirán aumentando en los años por venir. Más nos valdría hoy, entender el porqué de estos aumentos para evitarnos la repetición del espectáculo desagradable de los que por ignorancia u otros fines, satanizan lo que ignoran.

Por último, ¿por qué en vez de repetir sus señalamientos sin dato alguno que los avale, no dan cifras y datos que los prueben? Por una sencilla una razón, porque sólo buscan desprestigiar para recuperar privilegios, y votos.

septiembre 06, 2011

DEMOCRACIA, NO VIOLENCIA.

Enlutado, atemorizado y perplejo, México se enfrenta a un clima de inseguridad y violencia social que obstruye la adopción de estrategias institucionales eficaces para hacer de la crisis oportunidad de progreso, en vez de amenaza de desintegración. Esta compleja coyuntura va más allá de un problema de seguridad que pueda remontarse exclusivamente mediante el uso de la fuerza pública. La multiplicación de poderes fácticos, antagónicos a las instituciones legítimas, tiene hondas raíces económicas y sociales, tales como la acumulación de más de década y media de crecimiento económico insuficiente y el ahondamiento de disparidades sociales y regionales ya abismales. Todo esto, agravado por el entrampamiento de una transición democrática que, en aras de la pluralidad y la alternancia, ha llevado a postergar indefinidamente las reformas estructurales indispensables para culminar el proceso de modernización emprendido y dar una respuesta eficaz a los retos globales. Estas complejas y persistentes condiciones han producido la desocupación masiva, sobre todo entre los jóvenes; el empobrecimiento de comunidades y regiones enteras; la emigración forzada por el hambre y la desintegración de familias y estructuras solidarias de soporte social; la erosión institucional y, sobre todo, la desesperanza en las que los poderes fácticos encuentran el caldo de cultivo para sus actividades, que vulneran al Estado de derecho y perturban la paz social.

Sin respuestas eficaces y convincentes a estas causas subyacentes, el mantenimiento de un estado de guerra interna no declarada no sólo parece ser incapaz de restablecer la seguridad pública y la confianza de la sociedad, sino que conlleva el riesgo de ahondar, más aún, el desgaste del ya frágil tejido social y el deterioro del vulnerable andamiaje institucional, hasta poner en entredicho la soberanía nacional. La definición de una estrategia eficaz de respuesta a la violencia habrá de ser necesariamente el resultado de un vasto proceso político de construcción de amplios consensos nacionales.

Es indispensable que de las elecciones federales de 2012 resulte un gobierno con legitimidad y márgenes de maniobra suficientes para restablecer la paz. Sólo la restauración de la concordia nacional y un gobierno legítimo, con amplio sustento democrático, permitirán a México desplegar una estrategia que responda de manera eficaz a la violencia criminal. Para asegurar ese resultado, es urgente asumir todos un compromiso con la normalidad democrática. El ánimo y la conducta de todos los actores del proceso político, sean éstos políticos o no, deben ser por necesidad serenos y ecuánimes. Las elecciones no son batallas para aniquilar a supuestos enemigos históricos. Son sólo elecciones: procesos legítimos para elegir a los legítimos titulares de los poderes legales del Estado. Elecciones legales, con resultados legítimos, no más, pero tampoco menos. Nada resulta hoy más importante en la coyuntura política de México que el compromiso de todos para que los procesos electorales sean irreprochables y produzcan resultados irrefutables y legítimos. Aceptados por todos.

Las elecciones las gana siempre quien mejor entiende los anhelos de los electores y les da la respuesta más convincente. En 2012 las ganará quien mejor sepa conquistar el voto de los millones de jóvenes mexicanos que votarán por vez primera. Nacieron en un país de clase media, aunque aún plagado por insondables contrastes. Se han desenvuelto entre la falta de oportunidades resultante del estancamiento económico. Y saben que ese estancamiento sólo podrá superarse, en México, en la concordia y la paz social. Por eso van a confiar en quienes les demuestren ser capaces de adquirir el poder de manera legítima, de preservar la normalidad democrática y de cumplir sus compromisos.

POLÍTICA DEL PASADO

¿Qué explica la adoración de nuestra clase política por el pasado? ¿Será que con ese tiempo no hay reto alguno, o que no puede ser modificado? La comodidad que para ella representa el pasado, ¿la explica que ante él se sienten héroes por la imposibilidad de modificarlo ya que son los típicos timoratos –tímido, indeciso, encogido– que no se atreven a promover cambio alguno?

Desconozco las razones que explican esa adoración, pero conozco el efecto perverso que para el crecimiento y desarrollo económico tiene vender el pasado como futuro.

Con una visión como la que a cada paso deja ver nuestra clase política –caduca, aceda y anclada en prácticas rancias que despiden un fuerte tufo a naftalina–, es imposible pensar en un mejor futuro para este país y su mediocre economía.

El “mensaje” de Calderón de hace cuatro días generó en mí sentimientos encontrados; el primero, debo decirlo, fue positivo, por lo cual le estoy agradecido. Fue de nostalgia, pues me hizo recordar los tiempos idos de López Mateos y quizás ciertos pasajes de los informes que rindieron Díaz Ordaz, Echeverría y López Portillo.

Esto último se debió a sus fallidos intentos por parecer y aparecer como “malo” ante los malos, y por los aplausos obsecuentes –obediente, rendido, sumiso– de quienes motu proprio u obligados porque el vecino había empezado a aplaudir antes que ellos, a cada rato manifestaban con aplausos y de pie su hipócrita aprobación a cifras y datos que lejos de reflejar la realidad, mal la encubren tal y como hacían aquellos.

El otro sentimiento fue completamente negativo; fue de molestia por ver un espectáculo viejo, desgastado y repetido hasta el cansancio durante los años del dorado autoritarismo; sentir ese olor a viejo, ese olor fétido a pasado que nos acompaña desde tiempo inmemorial, fue molesto.

Es lamentable que ante los problemas que hoy enfrentamos, el jefe de Estado se aparezca a recitar un rosario interminable de cifras fuera de contexto, las cuales carecen de novedad e impacto alguno; no sólo porque el orador las ha repetido una y otra vez como único soporte a una labor mediocre, sino porque lo que nos hace falta hoy, es una visión de futuro y no el recuento parcial “busca votos” del pasado.

¿Quién se acuerda hoy de lo dicho por Calderón en su “mensaje” hace cuatro días? ¿Quién ha revisado siquiera el encarte de hace dos días en los medios impresos? ¿Hay alguien que piense hoy, que este tipo de comunicación llega al ciudadano? Ni en sus mejores épocas de control mediático, ese tipo de comunicación era efectivo; ¿recuerda usted qué hacíamos con el Informe –encartado

en su totalidad en la edición del día siguiente–?

El Presidente dijo en su campaña, una frase que a no pocos entusiasmó: “Más mundo en México, y más México en el mundo”. Frase profunda que por negligencia o incapacidad, fue dejada de lado. Hoy, a cambio de ella tenemos otra: “Más pasado en el presente, y aún más en el futuro”.

A cuatro días del mensaje, los trabajadores del Museo de Antropología –no obstante los litros de Pinol utilizados– no han eliminado el olor a naftalina que el acto dejó. Por el bien de sus visitantes, espero que el único olor a pasado que ahí reine, sea el de las piezas prehispánicas exhibidas.

EXPECTATIVA DEL IPyC

En los primeros ocho meses del año, el Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores (IPyC) no ha podido despegar. Su comportamiento ha sido de fuertes altibajos. El mal desempeño del mercado obedece a la concurrencia de factores de riesgo en diversos frentes, que han generado incertidumbre y alta volatilidad. Al respecto, desde que se inició el año, impactaron diversos choques que afectaron el crecimiento de la economía global; tal fue el caso de los altos precios de las materias primas, en particular del petróleo, exacerbado por los brotes de inestabilidad social y política en Oriente Medio y los trágicos desastres naturales en Japón. De esta manera, hasta mediados de marzo, el IPyC perdió alrededor de 8.5%, recuperándose parcialmente en los primeros días de abril (el retroceso con respecto a diciembre disminuyó a sólo 1.8%).

El gusto duró poco. De nueva cuenta se avivaron otros factores de riesgo: presiones inflacionarias en algunas economías emergentes, voluminosos desequilibrios fiscales y elevadas deudas en economías avanzadas y fragilidad de los sistemas financieros en los países periféricos de la Unión Europea. En dos meses, del 7 de abril al 6 de junio, el IPyC perdió 8.4% para acumular, con respecto a diciembre anterior, una pérdida de 10.1 por ciento.

Posteriormente, y por un periodo breve (alrededor de un mes), privaron condiciones de mayor estabilidad que favorecieron una nueva recuperación parcial del IPyC. Sin embargo, la confirmación de una desaceleración de la economía estadunidense, aunada a la problemática política surgida a raíz de la aprobación del aumento al límite de la deuda del gobierno y a la degradación de la calificación de la deuda de ese país por parte de Standard & Poors, deterioraron las expectativas de los inversionistas al extremo de temerse una nueva recesión. Lo anterior, sin perder de vista que Europa sigue inmersa en su problemática fiscal y de deuda. Los mercados presentaron una volatilidad extrema. El lunes 8 de agosto, el IPyC perdió en una sola jornada casi dos mil puntos, equivalente a 5.9% (registró un nuevo mínimo anual intradía en 31 mil 561 puntos). La pérdida acumulada en el año se elevó a 17.7 por ciento.

El cúmulo de acontecimientos ha implicado cambios importantes en nuestras expectativas de rendimiento del mercado accionario. Iniciamos 2011 con una perspectiva para el mercado de 44 mil 400 puntos, lo que habría significado un rendimiento anual de 15% por ciento. Posteriormente, en mayo, después de revisar los precios objetivo, ajustamos de nueva cuenta nuestra previsión a 42 mil 850 puntos, lo que redujo la expectativa de rendimiento en el año a 11 por ciento. Este nivel se sustentaba en la solidez operativa y financiera de las empresas y en el ambiente que imperaba de un eventual fortalecimiento de la actividad económica.

Hoy, no obstante los buenos resultados de las empresas en el primer semestre, en muchos casos, por arriba de las expectativas del consenso y de sus atractivos niveles de valuación, producto de las fuertes caídas de los precios de las acciones, volvemos a ajustar el nivel esperado del IPyC para el cierre del año a 40 mil 200 puntos, lo que resultaría en un rendimiento anual de cuatro por ciento y de 13%, si se considera a partir del cierre de agosto. La anterior revisión se fundamenta en las nuevas previsiones de menor crecimiento para la economía mundial para éste y el próximo año.

Los 40 mil 200 puntos esperados para el IPyC, ya consideran la nueva muestra de emisoras que entró en vigor a partir del primero de septiembre, conformada por 35 series (anteriormente 37). Salieron GCARSO, INCARSO, GFINBUR e ICH y entraron LIVEPOL y OHLMEX.

En los últimos días, los mercados han descontado la posibilidad de que la Reserva Federal de Estados Unidos instrumente nuevos estímulos para reactivar la economía. Lo que ocurra en la próxima reunión del Comité de Mercado Abierto (20 y 21 de septiembre) será determinante. Se requiere de un factor detonador de la confianza que estimule un mayor gasto de consumidores y empresas.

Creemos que la volatilidad seguirá imperando en los mercados y será mayor o menor, dependiendo de los resultados económicos y del manejo de los factores de riesgo. Nuestra recomendación es conformar portafolios con empresas defensivas.