enero 30, 2010

EL RESUMEN FRÍVOLO DE 3 AÑOS.

Es natural que en una democracia efectiva con división de poderes, la agenda legislativa y la secuencia de implantación de las políticas públicas las establezcan las mayorías legislativas. Si no, pregúntenle a Barack Obama. El PAN, su presidente de la República, el presidente del partido, los coordinadores parlamentarios, sus voceros, todos juntos, no lo han entendido. En la realidad cambiante del momento histórico y de la aritmética parlamentaria han actuado contra esa mínima noción de la política. 

El presidente del empleo, la primera decisión que tomó fue emprender una guerra inacabable contra el narcotráfico. Esa fue la agenda real, no la que habían platicado. El número de parlamentarios con los que contaba en ambas Cámaras era una parte invaluable de su capital político, capital que se invierte y se gasta. Lo invirtió y lo gastó asumiendo como verdadero el discurso de López Obrador respecto de la legitimidad en una reforma electoral aberrante. Cuando pudo haber enviado una reforma fiscal estructural en términos de ésta o ninguna, plantearon el IETU, impuesto que nada más espera a que llegue una verdadera reforma fiscal para desaparecer. En esa etapa, el esta reforma o ninguna era la diferencia. Si se aprobaba, México tendría finanzas viables y crecimiento económico por los próximos diez años sin depender del petróleo. Si no se aprobaba, hubiera puesto a los gobernadores priistas de rodillas, habría deteriorado sus bases territoriales de apoyo y había impedido de lo que se quejan hoy los panistas, de los virreyes, de los señores feudales del PRI. Si el fenómeno es cierto, con esos adjetivos o con otra conceptualización, es creación del PAN y del gobierno de Calderón. En política no hay vacíos. Los gobernadores priistas hicieron lo que tenían que hacer.

Invirtió en una reforma energética sustentada en spots en torno al tesoro de aguas profundas. Seamos serios. Acabó en una reforma administrativa anodina de Petróleos Mexicanos. Dispendió todo, el trienio llegó a su fin y la población mayoritariamente dijo: basta de estupideces.

La correlación de fuerzas cambió y ahora está en manos del PRI fijar la agenda y la secuencia. ¡Ah!, pero ahora sale el gobierno con que pretende establecer esa agenda y esa secuencia, cuando es minoría legislativa y cuando no supo hacerlo en el momento que le correspondía.

Que asome el encono partidario y la frustración personal en el discurso de un jefe de Estado en un país democrático es inadmisible. Eso es lo que hizo Felipe Calderón en la plenaria poblana de los diputados panistas. El Presidente de México no puede referirse a la representación nacional en términos de una estafa permanente y menos en relación con una absurda iniciativa de reforma política que no tiene fundamentos históricos, teóricos, prácticos ni contextuales. La iniciativa de reforma política que pretende imponer el Presidente, que no discutir, es a la historia política de México lo que a la gastronomía son los alimentos chatarra y la comida rápida. Que chillen sus aplaudidores. Ni la reforma política en sí, cualquiera, es una prioridad, ni ésta en particular, tiene fundamento alguno, salvo en aquellos que creen que con tablitas de sumas y restas resuelven la complejidad de la ecuación del régimen.

Al término del pasado periodo de sesiones, les quedó claro a los poderes reales del país, incluidos los legisladores, que el menú de ocurrencias y parches fiscales se había agotado. Se había llegado al punto inexorable de hacer una reforma hacendaria de fondo. En ese momento, el presidente Calderón decide que hay que enviar una reforma política como si hubiera llegado la hora de las complacencias constitucionales. A eso agréguese la simultaneidad con la que el PAN decide que es preferible aliarse con quienes no bajan de pelele al Presidente.

Hace todavía una semana existían condiciones objetivas y aritméticas para sacar este año una reforma hacendaria de fondo. Pero las palabras tienen consecuencias y los actos más. Súmese la incomprensión del rol histórico, la contumacia, la perspectiva facciosa e intolerante de la vida. El Presidente pudo hacer reformas de fondo y no aprovechó las circunstancias. Hoy, tiene que sujetarse a los tiempos de otros para que el país transite hacia reformas que son inaplazables. El futuro del país, bueno o malo, ya no está en sus manos; el cinco de julio así se decidió y fue consecuencia de las equivocaciones del gobierno en los tres primeros años del sexenio.

enero 26, 2010

CCE Y LA INDUSTRIA DE TECNOLOGÍAS DE INFORMACIÓN.


A parte de participar en toda la cadena productiva de Pemex, el sector empresarial busca hacerlo también en servicios médicos, guarderías, cárceles, administración de obras de infraestructura y demás servicios públicos “sin afectar soberanía ni patrimonio nacional”, vía la subrogación, concesión y nuevas figuras financieras que permitan eliminar presiones del gasto público. Sin duda habrá reacciones encontradas por la propuesta y muchos recordarán el caso de la guardería de Hermosillo y dirán: ¡no!

En espera de los cambios, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) señala que enfocarán sus esfuerzos en sectores como la industria de tecnologías de información; tecnologías limpias vinculadas con eficiencia energética que incluyan edificios y construcciones sustentables, generación eléctrica, agua y componentes para el sector automotriz; industrias vinculadas al sector salud; aeronáutica, biotecnología, turismo, servicios financieros e infraestructura logística.


La Agenda de Competitividad 2010-2011 del CCE que establece propuestas directas para el Ejecutivo Federal y el Legislativo, congruente con estas prioridades, propone que la actual Secretaría de Comunicaciones y Transportes se divida en dos: una Secretaria de Infraestructura y Transporte y otra de Comunicaciones y Transmisiones, y solicita una solución “definitiva” en materia de aeropuertos que atienda la demanda en el Valle de México.

El documento señala que “México podrá crecer a tasas superiores a 5 por ciento anual y generar más de un millón de empleos formales en la medida que las inversiones públicas y privadas superen cada año 25 por ciento del PIB... Para ello, el sector público debiera destinar a gasto de inversión recursos presupuestales en montos por arriba de 5 por ciento del PIB, mismos que constituirían un detonador relevante de la inversión privada que, por su parte, debe hacer un esfuerzo de inversión en capital físico equivalente a 20 puntos del PIB”.

Otro aspecto que molestará por igual a los gobernadores es la propuesta de recortar “estructuras estatales y municipales, así como corregir y transparentar su gasto. Sólo en los últimos tres años el sobre ejercicio en los estados supera los 350 mil millones de pesos, cifra equivalente al déficit previsto para 2010”.

enero 24, 2010

PIRATAS, ¿DE CAMPECHE?


En los últimos tiempos, con esto de los secuestros de barcos en el Océano Índico y demás peripecias náuticas españolas y europeas, las palabras pirata, bucanero, filibustero y corsario han salido mucho a relucir en periódicos, telediarios y sitios así. No siempre con propiedad, creo. Se observa cierta confusión de ideas y conceptos, comprensible quizás en el joven enviado especial que sobre el terreno hace su crónica apresurada; pero no en las redacciones, donde hay jefes de sección, redactores jefes y gente que se supone, aunque sólo sea por edad, vocación y oficio, dedica tiempo a leer, o ha leído. O es capaz de recorrer los metros que separan su mesa de trabajo del estante donde están (deberían) los libros de consulta, o teclear en el ordenata el ábrete Sésamo de la página de internet (veinte millones de visitas mensuales de todo el mundo), donde se accede al diccionario de la Real Academia Española.


Pirata, comprobarán si lo hacen (dejando mitificaciones románticas aparte), es: quien se dedica al abordaje de barcos para robar, sin otro móvil que enriquecerse con el producto del robo. Desde la remota Antigüedad a nuestros días, esta actividad va acompañada de otros desmanes que suelen incluir el asesinato, la violación, la tortura de prisioneros y la exigencia de rescates. Por eso al pirata se le consideró siempre la escoria de los mares, el más bajo escalón de la escala moral. Así, en tiempos de menos matices que los actuales, el que caía en manos de la justicia terminaba en la horca, como fue el caso de Benito Soto, el último pirata español, ejecutado en Gibraltar en 1832.

Filibustero y bucanero son variantes de pirata caribeño en tiempos de la dominación española. Especializaciones regionales indican que los primeros eran ladrones y asesinos a palo seco, sin otra filiación que dedicarse a eso bajo un nombre que se supone derivado de la antigua palabra freebooter, que significa merodeador, o por ahí. Los bucaneros tenían origen francés: eran colonos asentados en el Caribe que ahumaban la carne en lugares llamados boucans, y que acabaron dedicándose al más rentable negocio del saqueo y el degüello marítimo. Ellos convirtieron en nido de piratas la isla de Tortuga y luego Jamaica, bajo la habitual protección inglesa, siempre cínica e interesada a la hora de saquear los intereses españoles en América, hasta que los chicos malos empezaron a saquear también a los suyos. Entonces todo fueron tratados internacionales auspiciados por Londres, campañas contra piratas y patíbulos bien provistos. Lo típico de Su Graciosa. Lo de siempre.


Corsario, en cambio, es un título digno, dentro de lo que cabe. Y complejo. De una parte, se aplica a cualquier nave que en tiempo de guerra combata el tráfico mercante enemigo. El acorazado alemán Graf Spee, por ejemplo, era un buque corsario, como lo fue el crucero auxiliar Atlantis (el de la película Bajo diez banderas), pertenecientes ambos a la marina de guerra alemana, con la diferencia de que el segundo operaba camuflado como mercante de bandera neutral. Pero éstas son variantes modernas. Otra cosa fueron los corsarios clásicos: barcos armados y tripulados por particulares que, en tiempo de guerra, estaban autorizados por su gobierno, con arreglo a estrictas ordenanzas, para atacar y apresar a naves enemigas, generalmente mercantes, y también para combatir a las embarcaciones piratas. Eran los corsarios, por tanto, auxiliares civiles de las marinas de guerra, y lo hacían por dinero, a cambio del beneficio obtenido por las embarcaciones apresadas y sus cargamentos. Para esta actividad era necesaria la patente de corso, que sólo autorizaba presas de países con los que la autoridad que expedía la patente se encontrase en guerra, o de barcos fuera de la ley internacional. Frase ésta, la de patente de corso, que ha terminado significando, en uso coloquial, la libertad de que, por diversos motivos, goza un particular para actuar al margen de las normas generalmente establecidas.


En ese contexto, llamar corsarios a los piratas somalíes no es sólo una inexactitud técnica, sino un error moral. Supone dignificarlos con un título impropio, elevándolos de simples saqueadores sin reglas (a toda ropa, decía Cervantes) a una categoría casi respetable.

Así que dejémonos de cursiladas. Corsarios como Dios manda fueron Antonio Barceló, Roger de Flor, Robert Surcouf, John Paul Jones, Jean Lafitte (aunque este último tuviese su punto filibustero), o los protagonistas de la espléndida novela La cacería, del uruguayo Alejandro Paternain. Lo otro es gentuza del mar, ladrones y asesinos. Para entendernos: piratas.

enero 22, 2010

CFE, IUSACELL Y TELMEX. LA COALICIÓN EMPRESARIAL DE LA NUEVA DÉCADA.



Las empresas o entidades del gobierno que desean recibir el servicio de internet a través de CFE Telecom (lo autorizó la Comisión Federal de Telecomunicaciones en junio de 2009 con el registro No. SVA-069/2009), podrán suscribir un contrato por uno hasta cinco años (las solicitudes por más tiempo también se analizarán, pero el mínimo es de un año) con Adrián Etzael González Reyna y Francisco Javier Flores Heredia, como coordinador de la empresa y coordinador de Operación de fibra óptica, respectivamente.

Si usted es un contratante, debe tomar en cuenta que no se permitirán ilícitos, y que lo establecido en el contrato señala: “El cliente se compromete a no realizar actos o acciones que puedan afectar la seguridad, integridad y calidad del servicio internet prestado por la infraestructura CFE Telecom y a otros usuarios de la misma, o bien, cualquier acto de uso del servicio que contravenga disposiciones legales aplicables, que de manera enunciativa pueden inscribirse en el ámbito de las telecomunicaciones, de seguridad de la información, derechos de propiedad intelectual, derechos de privacidad o cualquier acto que pueda constituir un crimen o delito”. Ante estos hechos, la empresa de electricidad y de telecomunicaciones “se reserva el derecho de negar o cancelar el servicio de internet a un cliente que haya incurrido en alguna de las prácticas referidas anteriormente, sin previa notificación. En el caso de cancelación, el cliente se obliga a cubrir las penalizaciones establecidas para terminación anticipada”.


Hay otra obligación importante establecida en el contrato a firmar: CFE Telecom podría ceder, transferir total o parcialmente los derechos y obligaciones derivados del contrato, previa notificación al cliente, y éste a su vez podrá hacer lo mismo previo consentimiento por escrito de la empresa, “siempre que notifique su intención con 60 días naturales de anticipación, adicionando la información relativa al probable cesionario”. El servicio de internet que ofrecerá la CFE consta de los siguientes elementos: puerto internet, ancho de banda disponible, direcciones IP y servicios adicionales (direcciones IP propiedad de CFE Telecom que se asignan al cliente, hospedaje DNS, puerto internet redundante y ancho de banda bajo demanda).


Ahora, eso con CFE, pero y si te digo que Ricardo Salinas Pliego está preparando el camino para vender Iusacell, ¿me lo creerías? Para mí todo indica que sí lo hará, pues el desliste de sus acciones en la Bolsa Mexicana de Valores y la impugnación del proceso de licitación de las bandas del espectro para telefonía de tercera generación hacen pensar que se prepara una operación de venta. En el espacio inVersiones de esta misma sección lo advertimos hace unos días: habría operadores que tratarían de boicotear el proceso y así fue, Iusacell lo hará. Todo concuerda y hace sentido; Iusacell y sus frecuencias son muy apetitosas para un operador que quisiera convertirse en un operador de múltiple play y por eso la empresa estaría buscando retardar el proceso que podría restarle valor. Recuerda que este mercado tiende a la consolidación y convergencia de servicios.

Por eso recuerdo que hace cuatro años, concretamente el 3 de enero de 2006, publiqué en estas páginas una nota en la cual advertía que pronto podríamos ver en México la consolidación de varias empresas del sector de telecomunicaciones debido a la evolución tecnológica y la convergencia de servicios, pues la tendencia internacional muestra que la afinidad tecnológica entre redes fijas y móviles de telecomunicaciones consolida a la industria.


Entonces consulté a varios especialistas y me dijeron que era inevitable pensar que en México habrá grandes fusiones y adquisiciones en telecomunicaciones, incluso entre empresas que fueron escindidas unas de otras, pues la tendencia era transitar hacia un nuevo concepto conocido como Full Services Provider (FSP).

Desde entonces, en mi finado programa radiofónico Tecnoempresa pregunté muchas veces si la autoridad estaba preparada para enfrentar ese panorama, lo dije entonces al aire y lo reitero ahora: creo que ni las autoridades ni la industria están preparadas para tener un FSP en México. En ese contexto y aunque el ingeniero Carlos Slim diga que no se trata de una fusión entre Telmex y América Móvil, el camino está más que pintado y pronto nos enfrentemos a ese dilema: tener o no tener una empresa que nos pueda dar todos los servicios. Yo estaría a favor si hubiera mejores condiciones de competencia.

Por eso, ahora que relaciono la información anterior con la que tenemos actualmente, a veces digo: me choca tener la razón. No, no es modestia, tan sólo es sentido común.

enero 19, 2010

EL SUN TZU MEXICANO.


Si de evaluar estrategias de guerra se trata, nadie como Sun Tzu y su "El arte de la guerra", obra escrita hace dos mil 500 años y que es referencia de estadistas, empresarios, militares, deportistas, religiosos, ajedrecistas, candidatos, partidos políticos, cualquier organización que se mueva en un contexto de competencia y posicionamiento, de adversarios y enemigos y uno que otro amigo mio director de recursos humanos. El arte de la guerra ha inspirado incluso algunos de los juegos más famosos de combate con los que millones de niños y jóvenes en el mundo se entretienen hoy en sus Playstation y Xbox.

¿Qué pensaría Sun Tzu de la estrategia del gobierno mexicano contra el narco?

Justificación oficial (JO): La guerra durará lo que tenga que durar. No hay plazo fatal. Puede ser transexenal.

Sun Tzu (ST): “Una operación militar inteligente nunca es prolongada, porque nunca una guerra prolongada ha beneficiado a un pueblo”. “En la guerra el principal objetivo es la victoria. Pero cuando la batalla se prolongue demasiado los ánimos decaerán”.


JO: Los muertos y la violencia creciente en las calles son el mejor indicador de que la guerra va por buen camino, de que se va ganando. Es la mejor estrategia ofensiva.

ST: “Someter al enemigo sin librar combate, es la suprema habilidad de una guerra”. “Una de las mayores habilidades en el arte de la guerra es someter al enemigo sin necesidad de combatirlo”. “Los más hábiles para la guerra serán aquellos que incapaciten al enemigo sin necesidad de batallas, se adueñen de las ciudades sin asediarlas, y venzan a sus gobiernos en poco tiempo”. “Tu éxito será completo si logras tomar intacto todo el territorio, así tus ejércitos no se consumirán. Esto es lo que se llama estrategia ofensiva”.

JO: La estrategia es la correcta. Los que piden cambiarla son ignorantes o están a favor del narco; no saben lo que dicen.

ST: “Cuando un general se apegue a las ventajas que le brinde una estrategia, pero tenga la flexibilidad de cambiarlas de acuerdo a la situación, alcanzará el éxito”. “Persistir (en una estrategia sin resultados) no es benéfico, pues un ejército se parece al fuego que cuando no es apagado, se consume a sí mismo”.

JO: Iniciamos esta guerra sin conocer a fondo al enemigo ni la magnitud del cáncer de la corrupción ni el grado de infiltración en las policías y en la sociedad.

ST: “Conocer a tu enemigo y a ti mismo es la primera condición para ganar la guerra. Conocer a tu enemigo y conocerte a ti mismo te ayudará a no estar en peligro, aún si luchas cien batallas. Cuando no conoces al enemigo pero te conoces a ti mismo, tienes las mismas posibilidades de triunfar o perecer. Si desconoces a tu enemigo tanto como a ti mismo, ten la seguridad de que para ti cada batallas será un peligro”.

JO: El ejército es el sostén de esta guerra. Permanecerá en las calles el tiempo que sea necesario y saldrá de los cuarteles las veces que se requiera.

ST: “Un gobierno podrá causar la ruina de su ejército de tres formas: La primera es cuando el gobernante ignora que el ejército no debe avanzar y le ordena avanzar, y cuando ignora que no debe retirarse y le ordena retirada (a esto se llama inmovilización de un ejército); la segunda es cuando un gobierno ignorante de los asuntos militares comparte en igualdad el mando con el ejército, creando confusión en los oficiales, la tercera es cuando no conoce los problemas del mando e interviene en las decisiones, provocando dudas en la mente de los oficiales”.

JO: En esta guerra habrá sangre, dolor y muerte.

ST: “Un gobierno iracundo no deberá congregar a un ejército, así como un general colérico no deberá emprender un combate, ya que es muy cierto que la ira cambia en alegría y la cólera en placer, pero un país destruido no puede recuperarse y mucho menos podrá revivir a su muertos”.


Nadie pide abandonar o suspender la guerra contra las drogas. Sí, en cambio, superar un esquema probadamente parcial e ineficaz, y aplicar una estrategia integral y eficiente; con menos daños colaterales y más avances sustanciales.

Escuche a un diputado local de aqui del Estado de Campeche decir que es falso que no existan alternativas. Desde debatir la legalización de ciertas drogas hasta modificar las condiciones de vida de los productores de enervantes, pasando por una modificación de los cuerpos policiales, una reestructuración del sistema de procuración de justicia, una mayor participación ciudadana en la prevención de los delitos y opciones de integración social y económica para millones de jóvenes marginados de la generación zeta.

Yo sigo creyendo que el gobierno inició una guerra con buenos principios e intenciones, pero con una mala estrategia. Aplicó un torniquete (la militarización) en la zona de hemorragia, pero después ya no supo qué hacer. Hoy enfrenta un dilema: no puede retirar el torniquete, pero tampoco puede dejarlo indefinidamente porque la siguiente amenaza se llama gangrena. Mientras tanto, el tiempo se agota, diría Sun Tzu…, aunque para algunos pueda parecer Zon-Zo.

enero 16, 2010

THEY DO WHAT THEY DO.




Naturalistas y paleontólogos acuden a una fórmula sencilla para explicar la ferocidad de los depredadores, vigentes y extintos, en su convivencia y en sus días de caza: They do what they do. No hay, para ellos, especies sanguinarias ni desalmadas, sólo criaturas dotadas de armas letales para detectar, perseguir, atrapar y devorar a sus presas con el único objetivo de sobrevivir. Con esos arsenales se las arreglan para cuidar su perímetro y sus hembras. Para asegurar la reproducción de su especie y de sus propios genes. Cero maldad, pues.

“Él hacía lo que hacía”, sin adjetivos, explica el palentólogo Paul Sereno sobre los fósiles del superlagarto que descubrió en el desierto de Gobi y que ha sido bautizado como Sarcosuchus imperator, cuya dieta eran precisamente... dinosaurios. “Él hace lo que hace”, sin adjetivos, decía el naturalista Steve Irwin, El Cazador de Cocodrilos (muerto en 2006 por el ataque de una raya), al referirse al embate de uno de estos enormes reptiles sobre el cuello de una cebra a las orillas de un río del Serengeti.

¿Cómo explicar, sin embargo, la ferocidad, el carácter sanguinario, el frenesí ávido de muerte en los ejecutores del narcotráfico? Imposible hacerlo con un they do what they do. El recién capturado Teodoro García Simental, un operador de alto rango, tuvo a su servicio a decenas de sicarios, pero también a un personaje inimaginable aun en el cine: El Pozolero. Si bien la DEA, la PGR y el Ejército estaban al tanto de quién es El Teo y hasta una jugosa recompensa ofrecían por él, ante el ciudadano de a pie era este singular limpiador el hombre de los reflectores: unos 300 enemigos disueltos en ácido.


Jean Reno es un actor francés con larga carrera en Hollywood, pero ha hecho dos personajes que ahora es oportuno recordar: el limpiador que salva a Nikita (Anne Parrillaud) en el filme con el nombre de la heroína (Luc Besson, 1990) y el matón de León, El Profesional (Luc Besson, 1994), que rescata y adopta a una huérfana (Natalie Portman) que se queda desvalida en medio de una guerra de narcos. El director de cine francés se preocupa por modelar a ambos delincuentes con ese cincel que genera lo que los comunicólogos llaman “antihéroes”, y que hace caer a los espectadores en sus brazos, sea cual fuere el crimen o las atrocidades que se les imputen y se les comprueben.

Pero acá tampoco hay ese “antiheroísmo”. Si no hay una explicación natural, basada en la necesidad de conservar la especie mediante la simple sobrevivencia, de por qué ellos “hacen lo que hacen”, tampoco puede haber un ápice de simpatía por sus carnicerías, así sea una guerra campal entre pillos. Es cuando la moral y eso que consideramos humanidad abdican. Los criminólogos ven la respuesta en un daño irreversible en los hemisferios cerebrales. Por eso no asoma un rasgo mínimo de arrepentimiento en El Mochaorejas cuando declara que mutilaba a sus víctimas “porque tenían el dinero y no pagaban”. El Teo es el género y El Pozolero la especie.


La descomposición de la vida social mexicana no puede aceptar un they do what they do, como suelen expresar las autoridades para reducir esta madriza a simples diferendos entre narcos. El peligro adicional, para decirlo con Dostoievski, es que su frase de que “el hombres es vil, a todo se acostumbra” se traduzca en que el lector apenas si mueva la ceja cuando vea imágenes como la que logró René Soto tempranito el martes pasado, fotota, en la colonia Lomas de Padierna del sur de la Ciudad de México, en que yace un ejecutado y, como si algo le faltara, un perrito le echa una meada.

Pero pues, es mi opinión... ¿Usted que dice?

enero 10, 2010

CRITICANDO A LA CRITICA CRITICADA.

Definitivamente tenemos el derecho a burlarnos y criticar nuestra realidad. Probablemente no nos guste aceptarlo, pero todos hemos sucumbido a la tentación de criticar más de una vez.

Podemos hablar de nuestra familia y criticar a la tía fulana que se queda dormida en las reuniones y cuando despierta hay que recordarle todo, o hablar de nuestro primo perengano que hace tal o cual cosa. La crítica puede llegar hasta nuestros padres, hermanos, hijos y pareja. Podemos criticar muchas cosas, pero cuando escuchamos lo mismo en boca ajena resulta intolerable. Sin importar que usen prácticamente las mismas palabras y adjetivos que nosotros utilizamos.

Hay una regla no escrita a la hora de criticar. Podemos hacerlo con lo propio sin problemas y comentarlo, pero si alguien más se atreve puede correr el riesgo de perder nuestra amistad, respeto o en casos extremos, hasta llevarse un buen golpe.

Lo mismo sucede con las críticas a nuestro país. Nosotros, como mexicanos, sentimos que tenemos derecho a criticar el gobierno, la corrupción, nuestras manías y formas de ser, pero cuando esa misma crítica viene de un extranjero nos cuesta trabajo aceptarla.

Un amigo me comentaba que durante su adolescencia tuvo varios problemas con su hermano, no se podían ver ni en pintura, pero un día al estar en un antro cuando vio que lo insultaban, estuvo a punto de sorrajarle una botella de coca-cola al agresor de su hermano. “A mi hermano nadie lo insulta, solamente yo”. Y por contradictorio que parezca, es una gran verdad. Podemos criticar lo propio, pero resentimos profundamente que lo haga alguien ajeno.

Hace tiempo un extranjero hablaba pestes de México y los mexicanos, con el argumento de que tenía libertad de expresión y que por lo mismo, podía decir lo que quisiera de nuestro país. Efectivamente, si es cuestión de derechos, los tiene, no hay duda. Eso no está a discusión. Sin embargo, no es una buena estrategia para hacer amigos y establecer relaciones. De la misma manera que no sería una buena idea criticar a un determinado país, digamos por ejemplo Francia o Alemania, en una reunión dónde todos son franceses o alemanes.


Es innegable que los extranjeros tienen derecho a expresarse y manifestar su opinión acerca de nuestro país, pero al igual que en cualquier crítica, hay que buscar las palabras correctas y el tono adecuado para no incomodar a quien lo escucha, a fin de que sea una observación constructiva, que proponga soluciones a los problemas o defectos que se expongan, y no una crítica la negativa que generaliza y busca culpabilizar. La crítica constructiva es siempre bienvenida. Por el contrario, las eternas quejas sin acciones ni propuestas, tengan o no razón, resultan insoportables para quienes tienen (tenemos) la mala suerte de escucharlas. Lejos de encontrar compasión o empatía, generan un rechazo inmediato y nos obligan a preguntarnos: Si tan mal le parece todo, si no le gusta la gente ni el país ¿Qué hace viviendo aquí? ¿Por qué no se regresa a su país donde todo es mejor?

Considero que la migración es positiva para los países. Bienvenidos los extranjeros que vengan a contribuir y amar a nuestro país. Nos enriquece el estar en contacto con otras culturas. México tiene varios ejemplos de ello. Por citar uno, el de los refugiados españoles de la Guerra Civil que se desempeñaron en todas las actividades de la ciencia, tecnología y humanidades y dieron grandes aportaciones a nuestra nación.

Así como es molesto escuchar a un extranjero criticando a nuestro país, pocas experiencias más agradables que hablar con un extranjero que lo adora. Mi amiga Laiza por ejemplo, vino a México cuando era estudiante y se enamoró de nuestro país. Después de pasar unos días, supo que sería su futuro hogar. “De aquí soy” pensó y a los pocos meses, dejo su Francia natal para radicar definitivamente en México desde hace10 años. Laiza es mexicana por elección. A diferencia de los hijos de extranjeros que viven en México y siempre hablan del país de sus padres con cierta veneración y llegan a extremos de usar el acento de un país que no conocen o de hablar utilizando palabras en otro idioma, Laiza ama a Francia y a México por igual. Todavía conserva un ligero acento francés que se mezcla con el yuca. Puede ver las cualidades y defectos de ambos países y narra sus historias en nuestro país sin adjetivos ofensivos, con la objetividad que le otorga haber elegido vivir aquí.

Tenemos el derecho a criticar lo propio. Exclamar: ¡Qué horror mis lonjas, cuanto comí en vacaciones! Pero si alguien dice: ¡Qué horror tus lonjas, cuánto comiste en vacaciones! Por cierto que sea, la verdad resulta molesta, incomoda, fuera de lugar. Palabras que dicen lo mismo, pero no suenan igual.

En fín, amigo lector ¿usted que opina?

enero 08, 2010

CUANDO EL DISCURSO SUENA A LUCHA LIBRE.

Los discursos presidenciales suelen generarme formas intensas de narcolepsia, pero en esta ocasión Jelipillo se pasó de rosca. Una maravilla discursiva que supera con creces los humanistas alegatos de Esteban Arce, al que ahora, en un arrebato democrático, le dio por mandar entrevistar a los curas de las más ínfimas geografías del México profundo para que apoyen sus teorías medievalistas sobre la anormalidad animal de los homosexuales. Arce afirma categórico que no sólo no es homofóbico, sino que 60 por ciento de la población lo apoya, dato sacado de las mismas encuestadoras que plantean que Jelipillo está en su más alto nivel de popularidad.

Como quiera que sea, lo que más me pudo del mensaje de Calderón fue el momento en que habla del futuro promisorio que le depara a México, a pesar de las adversidades y la crisis (él, claro, como López Portillo, es responsable del timón pero no de la tormenta que nos esta pegando). Me conmovió tanto que casi salgo a cazar resentidos sociales de esos que gustan retorcerse en las miasmas del pesimismo.

Mi espíritu se llenó de luz, y donde veo aumentos de precios y vorágines inflacionarias, encuentro posibilidades para el ejercicio de la dieta forzosa con el fin de recuperar mi viejo look, aclaro, yo era güerito de ojos azules y delgado, pero los panuchos y tantas idas a la playa terminaron por acabarme. Donde escucho balaceras y matanzas, pienso en un programa federal para la regulación de la densidad poblacional. Y cuando contemplo a Vergara correr a Ramoncito Morales de las Chivas (el único jugador que le ha dado dignidad a ese equipo) pienso que es en realidad un homenaje a la gentileza con la que Javier Lozano organizó la requisa en forma de toma momentánea de Luz y Fuerza del Centro.

Bueno, estoy tan exultante que me dieron ganas de exigir más impuestos para que nuestro espíritu de sacrificio no sea pervertido.

Estoy tan comprometido con el natural optimismo de Jelipillo, que hasta cuando Peña Nieto sale a la palestra para exigirle al gobierno que explique las alzas, que veo con ternura sus dudas existenciales. Además, ahora que está de modas hacer películas de luchadores mexicanos, no puedo sino estar agradecido por la lucha en el lodo que nos han regalado Manlio Fabio Superstar, Jelipillo, Matrix Paredes y el inenarrable Gomezpunk. Deberían presentarse en la Arena México.

Pero lo que me hace reforzar más mi fe en la administración calderónica, es que bajo los estertores de la peor crisis imaginable, Carlos Slim se volvió 35 por ciento más multimillonario.

Con un mexicano que le vaya bien, basta.

EL AÑO "DOS MIL DIEZ -MO".



Desde las vísperas de cada año nuevo, gobierno y oposición coinciden en una declaración: el que viene haremos las reformas pendientes.

Y así se la han llevado año tras año con la promesa de las reformas imposibles. El año pasado, el presidente Felipe Calderón habló de alcanzar esas, las imposibles, toda vez que, hemos visto como espectadores y víctimas, que desde hace largos años ni las posibles salen, convirtiendo a los que gobiernan desde cualquiera de los tres poderes, en un freno para el desarrollo, la justicia y el bienestar de millones de mexicanos.

Este negarse a las reformas, que no llamo inaplazables, porque vemos como las aplazan gobierno tras gobierno, tiene su origen en la perversión del sistema político mexicano en el que los intereses de los partidos están por encima de los de la población que sexenio tras sexenio, partido tras partido, promesas tras promesas, sufre el gran engaño que lleva a la gran decepción y de ahí al rechazo.

En México sólo legislan los políticos, por lo que ya no es necesario indagar mucho en la autoría de la trampa, y desde ese eje le siguen dando vueltas al discurso en una evasión de su responsabilidad, al punto de negar la razón de la transición que implica movimiento, la hicieron sinónimo de parálisis y fracaso.

Cuando hoy se habla del regreso del PRI a la Presidencia de la República en 2012, no es porque los priistas hayan cambiado, son los mismos, o porque hayan probado que ahora sí van a hacer lo que no hicieron y van de dejar de ser lo que fueron. No. Esa especie se corre por la decepción ante los gobiernos del PAN. Si al PRI lo derrotó el mismo PRI, al PAN lo está derrotando el mismo PAN, así como el PRD está acabando con el PRD y AMLO fue el que derrotó a AMLO.


A lo que voy es que los intereses políticos no cambian y ellos cambian poco.

En 2009 nos dijeron que en 2010 serían las grandes reformas, pero ya las condicionan.

Y eso que aún no empiezan las campañas para elegir gobernadores en 13 estados, procesos electorales que anulan cualquier posibilidad de reforma.

La única verdad es que prefiero comprarme una botella grandotota de Big Cola de 3.3 litros que gastar en las tortillas; total el diezmo lo estoy pagando desde inicio de año.

enero 06, 2010

QUE ALGUIEN SECUESTRE AL JUEZ, ¿NO?


Habría que hacerle un monumento a la señora Wallace. Vaya tenacidad, vaya coraje, vaya entrega… Eso sí, sus cualidades no conmovieron al juez encargado de dictar sentencia a los asesinos de su hijo. A ese hombre, por lo visto, no le horroriza la vileza de los acusados ni le impresiona mayormente el secuestro como un delito absolutamente odioso. Ese magistrado no sabe de sufrimientos ajenos ni se ha enterado tampoco de que nosotros, los ciudadanos de a pie, queremos que él y sus colegas impongan las penas más severas de todas a los secuestradores, a falta de que la cadena perpetua figure en los esperpénticos Códigos Penales de este país.

Una nación civilizada no puede aceptar la pena de muerte (por más que los beneficiarios de la franquicia ecologista sean, en México, los únicos de todo el planeta que promueven la eliminación física de los individuos de una especie; pero, ya lo ven ustedes, esos pensionistas del Partido Verde, gracias a tal postura, han cosechado montones de votos; ver para creer). Y además, en lo que toca a las penas que merecen los miserables, no creo que el trámite de acortarles la existencia sea un castigo suficiente. Dicho en otras palabras, en vez de despacharlos al otro mundo que se pudran mejor en prisión.


En fin, el lamentable desenlace jurídico del caso Wallace nos demuestra, de la manera más descarnada, que el problema de la inseguridad jurídica (con todas sus manifestaciones: la delincuencia galopante, la impunidad y la flagrante injusticia del sistema) es tan impenetrable como la realidad misma de unos jueces, gente de carne y hueso, que no hacen bien su trabajo. Los miembros del Ejército y la Policía Federal, luego de jugarse el pellejo en peligrosas acciones contra las mafias, aprietan simplemente los dientes cuando comprueban que los sanguinarios asesinos que han logrado detener vuelven a salir a la calle gracias a los buenos servicios del magistrado de turno.

A México le urge una gran limpieza nacional. Pero, ¿quién es el valiente que va a comenzar a barrer la casa?, ¿quién le pone el cascabel al gato?...

enero 05, 2010

UN POCO DE HISTORIA, AHORA QUE SE ACERCA EL BICENTENARIO.




Ya es 2010, pero nadie parece ansioso de celebrar que hace 200 años empezó la Independencia de México y hace cien echó sus primeros tiros la Revolución Mexicana. Se oyen más críticas al presente que elogios al pasado.

La patria anda con los bolsillos caídos por la crisis económica y con los pelos parados por la violencia criminal, potenciados ambos por la liberalidad con que los medios emiten quejas y cuentan cadáveres.

El argumento catastrofista se propaga en algunas cabezas. Se dice que el país estalló en 1810, volvió a estallar en 1910 y estallará de nuevo en 2010. Es decir, que el país estalla más o menos cada cien años, más o menos por las mismas razones pues, en el fondo, nada ha cambiado.

Empiezo por recordar una simpleza, simétrica sin embargo de la simpleza de la profecía: el estallido recurrente que se propone hacia adelante no fue recurrente hacia atrás. El país se rebeló en 1810, pero no se había rebelado cien años antes, en 1710, ni 200 años antes, en 1610.


La profecía del estallido centenario tampoco se cumple hacia adelante. El país no esperó cien años para estallar luego de la rebelión de 1810. En 1821 alcanzó su independencia sin estallidos, pero empezó a estallar alegremente después, en revueltas cuyo reloj fue casi siempre el calendario electoral: casi cada elección presidencial suscitaba una revuelta.

Vino la guerra con Estados Unidos en 1848. Aligerado de la mitad de sus territorios, el país volvió a estallar en 1854 ,contra el último gobierno de Santa Anna.

Estalló de nuevo en 1857, con la llamada Guerra de Reforma, y fue invadido otra vez, en 1862, ahora por los ejércitos francés, belga y austriaco del imperio de Maximiliano.

Derrotado el imperio en 1867, el estallido nacional volvió por sus fueros en 1871, con la revuelta de la Noria de Porfirio Díaz, y otra vez en 1876 con la revolución de Tuxtepec del propio Porfirio. El país dejó de estallar entonces por 30 años hasta que estalló de nuevo en 1910.

Recuerdo estas simplezas históricas para subrayar que el estallido social no ha brotado cada cien años, sino a un ritmo más movido, cuya vivacidad puede documentarse también para el siglo XX.


En la primera década del siglo XXI, sin embargo, nos ha dado por pensar que nuestra historia estalla cada cien años, como si se tratara no de una historia sino de un cronómetro. En realidad, como si no tuviéramos en las manos no un país, sino una bomba de tiempo.

Insisto, "el tiempo nos dará la razón".

enero 02, 2010

GASOLINAZO, EL AUMENTO GENERAL DEL 2010.


Lo menos espeluznante es la insensibilidad que existe en los altos círculos de toma de decisión en el gobierno federal, con respecto a las necesidades y apremios de los mexicanos, sobre todo de aquellos que engrosan las filas de las mal llamadas clases media y baja.

En el gabinete de Felipe Calderón apelan a que la conciencia colectiva es veleidosa y muy olvidadiza, por lo tanto hacen objeto a los ciudadanos de todas las arbitrariedades concebibles para tratar de volver a llenar las mermadas arcas nacionales.

Nos acaban de recetar un artero bofetón en el rostro con el gasolinazo, pues con ello vendrá una lógica avalancha de aumentos que repercutirá, sobre todo, en los que menos tienen. Y no menos artero es el golpe que asestan los diputados y senadores panistas a la inteligencia popular cuando, al tratar de salvar el rostro de ellos y de Felipe Calderón, afirman que la decisión de aumentar el precio de las gasolinas se debe a que el gobierno mexicano busca homologarlo con las tarifas internacionales.

¡Vaya argumento tan jodido!

Esa dichosa homologación sería realmente maravillosa si los servicios que otorga el gobierno federal fueran de primer mundo, pero ¿cómo justificar esa intención cuando éstos son dignos sólo de un país bananero?

Dicen también que estos aumentos son dolorosos pero necesarios y con la caradura que los caracteriza “recomiendan” a la gente usar menos sus vehículos, ¡que poca… visión… por no decir otra cosa!

Argumentan además que el aumento a la gasolina no tiene por qué redundar en otros incrementos, ¡cómo se ve que los letrados legisladores panistas desconocen las leyes elementales de mercado o mienten groseramente!

Además insisten en que los beneficios de ese aumento servirán para ser reasignados a programas sociales prioritarios, pero la pregunta es ¿por qué no pensaron en eso cuando aprobaron un paquete económico raquítico y pusilánime?, pues fue notorio que a panistas y priistas no les dio miedo, ¡sino pánico!, atentar contra los intereses de los grandes empresarios.


Todo parece ser parte de la misma pantomima, por un lado las histriónicas declaraciones de Calderón, quien acuso a los dueños de las grandes empresas de sólo aportar fiscalmente un 1.7 por ciento de sus ganancias (lo cual, por cierto, quedo en una mera escaramuza verbal y sobreactuada), y los diputados y senadores panistas que hicieron hasta lo imposible para que el marco fiscal del país quedara tal como estaba, es decir, que injustamente, en materia impositiva, paga lo mismo el empresario que cada uno de sus empleados de escalafón mas bajo.

Así que gracias a la sabia política económica de los panistas, los mexicanos iniciamos un nuevo año con una escalada de precios que lastimará mucho los bolsillos de los ciudadanos de a pie y con la esperanza de que Felipe Calderón y su gente sepan muy bien lo que están haciendo, ¡no vaya a ser que la paciencia se acabe y la situación se les salga de control!

Pero lo peor del caso no es todo lo anterior, sino que hasta al precio de los boletos del cine ya subió... Así es mis queridos amigos lectores, para los que viven en mi amado Campeche, deben de saber que el veintiúnico cine con el que contamos ya subió los precios de sus entradas, pero el servicio y la calidad de la atención siguen siendo la misma porquería de siempre... Dios apiádate de nosotros y mandanos un Cinépolis, o de plano conviertenos en primermundistas... no?

enero 01, 2010

FELIZ AÑO NUEVO 2010.


Decía mi abuela Lola, que el tiempo que uno desperdicia lo desperdicia a uno, porque no es el tiempo el que vuela, el que se esfuma o el que se va, sino uno mismo. Es de esas pocas cosas que una vez perdida es imposible reencontrar. Se puede reencontrar un amigo, un objeto, un camino, inclusive un sentimiento o una pasión. ¿El tiempo? Nunca.

Por eso, porque ayer fue el día en que más gente en el mundo celebra a raíz de que en el año 46 A.C. el emperador Julio César decretara el primero de enero como el día de inicio del calendario que más adelante se le conocería como “Juliano”; porque aunque hoy aparenta ser como cualquier otro día en realidad no lo es, pues hay algo del universo interior que se detiene hoy, así sea por un momento, y nos lleva a analizar lo que somos y hacemos y soñamos desde una perspectiva que creemos algo diferente; porque es probable que varios de los pocos lectores que hayan llegado hasta acá lo han hecho con algo más que una ligera jaqueca; porque hay que enfrentar los siguientes 364 días con el arsenal más completo de actitudes positivas y porque hay que dejar que los periódicos tengan un resquicio aunque sea ocasional para algo distinto a la opinionitis de comentócratas o declaratócratas, van algunas reflexiones de otros sobre estas fechas con ánimo de iniciar el año con aires renovados, que ya habrá tiempo de abordar los temas del tic-tac cotidiano de la vida pública.

“Los optimistas son aquellos que están despiertos a la medianoche para recibir el Año Nuevo; los pesimistas están despiertos para poder despedirse del año que se va”. Bill Vaughn.

“Los propósitos de Año Nuevo son esas cosas que entran por un año y salen por otro”. Anónimo.

“Ayer todo mundo fumó su último puro, bebió su último trago, comió demasiado por última vez y se levantó más tarde de lo que lo hará el resto de sus días. También hizo su último juramento... Hoy día de Año Nuevo es el único aceptable para poder soñar con todo eso que quisiéramos ser y hacer, que ya la semana siguiente puede uno retomar la pavimentación del camino al infierno como siempre”. Mark Twain.

“Los propósitos de Año Nuevo son como girar cheques sobre cuentas que no tenemos en bancos inexistentes”. Oscar Wilde.

“¿Puede uno en realidad hacer propósitos de Año Nuevo cuando ya pasa de los cuarenta? Yo vivo de acuerdo a costumbres que tienen veinte años de edad”. André Gide.

“El que rompe una resolución de Año Nuevo es un débil; el que la formula de inicio es un tonto”. F. Knowles.

“Tiempo es lo que más deseamos al iniciar el año, y es lo que peor utilizamos conforme el año avanza”. Willam Penn.

“La única manera sensata de pasar la noche de año viejo es estando tranquilo con algunos amigos o de plano en un congal; de lo contrario, cuando el año inicie y la gente se separe van a haber muchas personas llorando”. W. H. Auden.

“Mucha gente desea que llegue el Año Nuevo simplemente para tener un nuevo comienzo con relación a los mismos hábitos viejos de siempre”. Anónimo.

“Aún empezando el primero de enero, el futuro es algo que le llega a cada quien a un ritmo de 60 segundos por minuto; no importa quien sea, qué haga, que desee”. C. S. Lewis.

“¿Un buen propósito de Año Nuevo? Aprender finalmente a tolerar a los tontos de mejor manera, y rogarle a Dios que ello no haga que entonces abusen de mi paciencia”. James Agate.


En fin, que esta es la fecha para estrenar algo de ropa, para no sacar cosas valiosas de la casa (así sea la basura), ni para prestar dinero ni pagar una deuda. Dicen que tampoco hay que lavar los platos y que no hay que salir de casa antes de que alguien haya entrado en ella (de preferencia trayendo algún regalo así sea pequeño). Después de haber cantado anoche Auld Lang Syne y de haber tomado alguna copilla de vino o algo más, hay que preparase para lo que el bicentenario traerá.

Para terminar, si todos nuestros problemas en el país duraran lo mismo que nuestros propósitos de Año Nuevo (Joey Adams), entonces sí que tendríamos un gran año 2010.

¡Hagamos lo que podamos y feliz año a todos mis amigos!