marzo 29, 2013

FOBIA A LO AJENO

Una de las peores consecuencias más dañinas que tuvo para nosotros el viejo modelo de economía cerrada que durante decenios padecimos, es haber adquirido la cultura de la cerrazón; haber hecho nuestro ese desprecio casi perverso por lo “de fuera”, por “lo ajeno”, que hoy nos impide estar al día acerca de lo que se gesta allá afuera en lo que se refiere al desarrollo y crecimiento económico y sus causales. Asimismo, esta manera de ver el mundo nos impide conocer lo relativo a los avances en materia de desarrollo social, y combate a la pobreza y la marginación.

Esta visión limitada y que sólo ve “hacia adentro”, dificulta cuando no imposibilita tener una visión actualizada y moderna del desarrollo.

Hoy, cuando México es un actor principal en la escena global en materia de comercio exterior, aquella visión “hacia adentro” que nos hemos negado a desechar (para adquirir en su lugar una visión moderna, volcada al exterior para aprender de lo que allá afuera sucede), nos limita sobremanera; al ver el mundo de manera parcial —sólo lo que aquí sucede—, cada día que pasa desconocemos más de esa nueva realidad que el mundo ha construido desde los años cincuenta o sesenta del siglo XX.

Conocer lo que se registra fuera de nuestro territorio no es, en modo alguno, muestra de esnobismo o la presunción cursi propia de las élites en países atrasados como el nuestro. Por el contrario, es una necesidad que debemos subsanar para contar con información objetiva y actualizada que nos permitiría, de conocerla y dominarla, tomar las mejores decisiones.

Ahora bien, decirlo es fácil pero llevarlo a la práctica, no tanto.

La fobia a lo ajeno, a lo de fuera no es algo privativo de un sector de nuestra sociedad; como dije arriba, es algo que ya forma parte de nuestra cultura, ese rancio nacionalismo desarrollado en los primeros decenios del siglo XX y llevado a su máxima expresión en los años treinta, durante la presidencia de Lázaro Cárdenas.

De ahí que los temas “externos” —tratados con rigor y expuestos en un lenguaje claro y sencillo sin las florituras propias de quien quiere impresionar más que comunicar—, sean los eternos ausentes en casi todos los espacios mediáticos. ¿Le importa a alguien esta situación, a todas luces indeseable? Si nos atenemos a lo que vemos, leemos y escuchamos, puedo afirmar que esto importa un comino.

Generan más interés los chismes de todo tipo, que el análisis objetivo y oportuno de los problemas financieros que tienen a la economía mundial sumida en la incertidumbre; hay más interés en la suerte de fulanito producto de su falta de escrúpulos, que en las consecuencias que podrían tener para la economía mexicana las decisiones que se están tomando para enfrentar, por ejemplo, el problema chipriota.

La chabacanería e ignorancia con la que llenamos cuartillas plagadas de lugares comunes y elogios disfrazados o ataques descubiertos a fulano o mengano, evidencian esa visión endógena que nos impide ver hacia afuera; que nos imposibilita tener un enfoque completo y objetivo de los problemas de nuestra economía.

Por lo demás, que esa visión la tengan los particulares y de ello vivan, no genera consecuencias fatales para el país y su crecimiento pero, el que los legisladores y buena parte de la clase política viva rascándose el ombligo para en él buscar las soluciones a nuestros problemas, es una verdadera tragedia.

¿Cambiará esto en el corto plazo? ¿Qué piensa usted?

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