marzo 29, 2013

MAÑANA SERÁ OTRO DÍA.

¿Está disfrutando estos bien ganados días de asueto? ¿Está, en compañía de los suyos, disfrutando de lo mucho que el Distrito Federal tiene para todos? Si así fuere, lo felicito; aproveche al máximo este corto periodo, que parece ser un remanso en el tráfago de nuestra vida cotidiana en esta ciudad de casi nueve millones de habitantes.

¿Tendría sentido que le amargare estos días de asueto si le contare de las vicisitudes que enfrenta Chipre y su millón de habitantes? ¿Qué ganaría hablándole de la casi total certeza, de que lo sucedido en ese país insignificante en términos geopolíticos mañana nos afectará de una manera u otra?

¿Qué ganaría si le comentare, de la permanente incertidumbre que nos acompaña desde hace casi seis años? ¿Sería justo que me extendiere en las consideraciones acerca de lo peligroso que es, tomar los anuncios de los políticos como si fueren hechos consumados?

¿Sería correcto que le echare a perder estos días con los suyos, si le comentare lo peligroso que se ha vuelto para la estabilidad política y la seguridad nacional, el desprecio y ninguneo con los que estamos enfrentando el surgimiento y posterior fortalecimiento de esos grupos de delincuentes que se hacen llamar policías comunitarias o grupos de autodefensa?

A ver, dígame usted, ¿sería adecuado y propio de quien no quiere echarle a perder estos tres días de vacaciones, extenderme en lo nefasto que resulta pretender resolver nuestros graves problemas estructurales en los espacios mediáticos haciendo caso omiso de la realidad?

Es más, no sería capaz de preocuparlo —menos en estos días—, contándole mis opiniones acerca de no pocos integrantes del gabinete que destacan, no por sus capacidades probadas en posiciones anteriores sino por el contrario, por su incapacidad y nulos conocimientos de la materia que le ha sido encargada. Por todo ello, en modo alguno haré comentarios acerca de ese ejercicio inútil y caduco que ha sido —desde siempre— esos planes de desarrollo.

Por eso decidí concentrarme en cosas positivas porque, como solía decir el que se fue, “hay que pensar en positivo” y tonterías similares para que se den las cosas.

Usted sabe que “pensar en positivo”, es lo que hizo triunfar a países como Alemania; ésta, destrozada en la II Guerra Mundial, se convirtió al “positivismo” calderoniano, y resurgió de las cenizas para ser hoy un país con elevada calidad de vida.

Poco importó que trabajaran como desesperados durante decenios, ahorraran buena parte de sus ingresos y tuvieran gobiernos conscientes de su papel y un Parlamento, que sin dudar, aprobó leyes que estimularon la inversión, la libertad individual y el respeto pleno del Estado de derecho.

¿Ve cómo esta colaboración fue optimista? No toqué temas incómodos; por el contrario, mencioné unos cuantos que en modo alguno tocaría para no echarle a perder estos días de solaz y esparcimiento.

Disfrútelos pues; sonría a los que como usted, no quieren saber de realidades dolorosas. Dígales que no comentará de la debacle que nos espera por no cambiar; dígales que usted también quiere soñar que lo que le dicen hoy, es una realidad no un sueño guajiro.

Por lo demás, lo espero aquí el martes, eso sí, con la cruda realidad.

MERECIDAS VACACIONES

El país entero, como debe de ser por todo lo trabajado y alcanzado estos primeros cien días, se va de vacaciones; que el resto del mundo se preocupe de sus problemas y si quiere, que se ocupe en su solución. Nosotros, desde alguna soleada playa y con la panza de fuera, ni nos enteraremos.

En la colaboración en Global este viernes 22, hice un breve recuento de la situación en Chipre y las consecuencias para la Unión Europea y la zona euro debido a los problemas que desde hace tiempo enfrenta el sistema financiero de aquel país.

Si bien la situación no está del todo resuelta, el gobierno chipriota y el Parlamento debieron tragarse sus bravatas y aceptar la fijación de un impuesto a los depósitos bancarios. La propuesta inicial fue modificada para quedar así: los depósitos cuyo saldo fuere mayor a 100 mil euros, deberán pagar un impuesto de 20.0%; además, los retiros de efectivo en cajeros automáticos se limitarán a los 120 euros por día con miras a evitar la fuga de capitales.

Al margen de las características del acuerdo final a que lleguen la Troika (Banco Central Europeo, Comisió
Europea y el Fondo Monetario Internacional) y el gobierno chipriota, no hay duda que lo que marca la situación en la Unión Europea, es la fragilidad; además, al margen de las dimensiones económicas e importancia política del país donde estallare el problema, los efectos desestabilizadores se dejarían sentir en el resto del mundo.

La situación que priva hoy en gran parte del planeta, no desde el estallido del problema chipriota sino desde hace varios años, se caracteriza por la incertidumbre ante la falta de voluntad política para enfrentar los problemas de fondo y tomar las medidas dolorosas e impopulares que sentarían las bases de una solución real y efectiva.

En este sentido, la zona euro y la Unión Europea no están solas; decenas de países tienen problemas estructurales de gravedad similar o mayor a la que enfrentan los europeos y de ellos, un buen porcentaje se encuentra en América Latina.

México, por encima del triunfalismo que hoy priva el cual, además de pretender acallar toda opinión crítica o no complaciente, ya supera al que privó durante los seis años del gobierno encabezado por Felipe Calderón.

La evidencia es abrumadora; la profundidad y gravedad de nuestros problemas, lejos de reducirse, ha adquirido niveles que nos acercan a la desestabilización política. Esto, que a nadie parece preocupar y menos ocupar, lo enfrentamos con vacaciones; que el resto del mundo, si así lo decidiere, que se preocupe y ocupe.

¿Por qué nos vamos de vacaciones preguntará usted, dado el agravamiento imposible de ocultar de problemas que parecen no tener fin y menos concitar la obligada atención por parte de nuestros gobernantes? La respuesta, fácil de entender, es ésta: es tanto lo trabajado estos primeros cien días e “históricos” los logros obtenidos por la actual administración, que los héroes están fatigados. En consecuencia, las vacaciones son, además de merecidas, obligadas.

No seamos mezquinos ante tanto logro; al regreso, nuestros políticos –con las fuerzas recuperadas–, seguirán concretando logros “históricos”. Sólo por eso, que sí se vayan de vacaciones.

¡Pobre país!

EL FONDO DEL PROBLEMA

Si alguien viniere del exterior a encontrar la característica que mejor identificare a nuestra clase política, sin duda su hallazgo no sería otro que la superficialidad.

Sólo en raras ocasiones o en casos verdaderamente excepcionales, nuestros políticos van más allá de la cáscara, de la epidermis de los problemas. Se contentan con el efecto que produce el anuncio de lo que proyectan hacer, y dejan de lado los beneficios de la obra anunciada si ésta fuere terminada, debidamente, algún día.

Nuestros políticos adoran las “primeras piedras”; no les importa colocar la “última piedra”, la que cierra el proceso que lleva a la conclusión de un proyecto. Les fascina la inauguración de algo, sin importar que sea el simple cascarón de la obra.

Esto lo vemos de cotidianamente; basta el anuncio de algo para echar las campanas al vuelo. Estamos tan acostumbrados a esto, que ya ni protestas genera esta conducta; en México, toda obra aguanta dos o tres “inauguraciones”. Nos gusta y seduce lo superficial, no hay duda alguna de ello; lo de encimita es lo nuestro, de ahí nuestro rechazo a ir al fondo de los problemas.

Hoy atestiguamos la repetición de esta conducta perversa. El anuncio lo es todo, y la conclusión de lo anunciado a nadie parece interesar. Tal parece que el simple anuncio tiene poderes mágicos, suficientes para llevar a feliz término lo anunciado.

Tome usted la “reforma educativa”; hoy, no hay político que no asegure que “la reforma educativa producirá esto o lo otro”, y que “la reforma educativa permitirá mejorar la calidad de la educación y esto, aquello y lo de más allá”. Sin embargo, no hay aún reforma educativa.

Es más, no se sabe de algún proyecto de iniciativa elaborado por alguno de los partidos que apoyaron la mencionada “reforma educativa”, que tenga por objeto realizar las necesarias y obligadas modificaciones a un conjunto de leyes y reglamentos derivadas de la reforma del artículo 3 de la Constitución. ¿A quién preocupa y ocupa esto?

Tome ahora la reforma en materia de telecomunicaciones. La situación parecer ser la misma; engolosinados con el anuncio de la iniciativa, parece que ya fue concretado un conjunto de cambios los cuales, ni siquiera han sido debidamente precisados. Al igual que con aquélla, estamos aún en la etapa de las reformas constitucionales no del ajuste de la legislación secundaria.

¿Así seguiremos por siempre? ¿Es todo lo que podemos esperar de esta nueva andanada de reformas para crecer y crear empleos? ¿Basta el anuncio de las mismas, y los cambios por encimita? Si bien una reforma constitucional es algo para serio, no debemos conformarnos y quedarnos en ella.

Lo que pasa es que no estamos dispuestos a entrarle al debate ríspido y duro que provocan los ajustes en la legislación secundaria, pues es ahí, bien lo sabemos, donde los grupos de poder se enfrentan y dan con todo; por el contrario, nos encanta el cambio suavecito que no hace olas, que permite seguir como estamos y también, eso sí, el anuncio espectacular y lucidor.

Nada me gustaría más que ver los fuertes debates que desembocaren en cambios profundos a la legislación secundaria; no olvidemos que el Diablo está en los detalles y éstos, en las leyes secundarias

¿TODO LES VALE?

Si conociéremos los temas que interesan a los mexicanos de hoy, mayores de 18 años, muy posiblemente nos llevaríamos una sorpresa bastante desagradable.

Los problemas del país, los cuales se agravan sistemáticamente a medida que el tiempo pasa, sólo suscitan el interés de unos cuantos; éstos, ni siquiera constituyen la totalidad de lo que hemos dado en llamar “Círculo Rojo”.

En pocas palabras y para decirlo claro, los problemas del país prácticamente a nadie interesan. ¿Es esto correcto o si lo prefiere, ayuda esto al país? ¿Es útil dicha actitud, para enfrentar y resolver los graves y profundos problemas que enfrentan México y los mexicanos? ¿Este desinterés —traducción clara del que también concita la actividad política en poco más de 80% de la población—, se presenta de manera similar en otros países?

Otra pregunta relevante, que deberían plantearse obligatoriamente los interesados en elevar los niveles de participación de los ciudadanos en la cosa pública, y los partidos políticos sin distingos por la visión de país de cada uno y el número de sus militantes, es la que tiene que ver con el futuro que debemos construir, dada esa dolorosa realidad.

Los ciudadanos de los países que salieron adelante, y los de aquellos que resolvieron la bajísima productividad, la pobreza y miseria resultante y el atraso en general, ¿no estaban interesados en los problemas y obstáculos que les impedían crecer y modernizarse?

Los alemanes y japoneses por ejemplo; los chinos —tanto los de Taiwán como los de la República Popular China— y los de los países europeos que derrocaron regímenes dictatoriales que los mantuvieron oprimidos por decenios, ¿tampoco se interesaban en los problemas que sus respectivos países enfrentaban?

Es más, podemos hacer la misma pregunta para cada uno de los países que en estos últimos 40 o 50 años se han modernizado y ofrecido a sus habitantes un decoroso nivel de calidad de vida, y la respuesta en todos los casos será la misma: los ciudadanos en todos ellos, han mostrado interés en sus problemas y la solución, y actuaron en consecuencia.

Una vez que estos han sido enfrentados y resueltos, o el gobierno y la clase política han demostrado un interés genuino en resolverlos y tomado las medidas correctas y necesarias para ello, el ciudadano empieza a dejar de lado la política o si lo prefiere, “los temas serios”, para enfocarse a otros que pudiéremos llamar secundarios o superficiales.

Sin embargo, debe decirse, que si estos últimos son los que privan de manera aplastante en el conjunto de temas de interés para los ciudadanos de un país, es muy difícil lograr que su gobierno y clase política se dediquen —de manera responsable y efectiva— a enfrentar y resolver los problemas de aquél y su población.

Dicho de otra manera, en tanto gobierno y políticos no vean y sientan el interés de los ciudadanos por sus problemas y los del país y lo expresen en las urnas, las cosas seguirán igual y en no pocos casos, empeorarán. Este panorama, ¿le parece conocido? ¿Siente que en México estamos así?

Dado el desinterés hacia nuestros problemas fundamentales y la falta de soluciones, ¿piensa que los políticos empezarán, responsable y efectivamente y sin nuestra presión, a trabajar para enfrentar y resolver los problemas del país?

Luego entonces, ¿tienen razón los que “todo les vale”? ¿Será pues, ésa la forma correcta de actuar? Es decir, ¿el “nos vale madre” es lo correcto?

FOBIA A LO AJENO

Una de las peores consecuencias más dañinas que tuvo para nosotros el viejo modelo de economía cerrada que durante decenios padecimos, es haber adquirido la cultura de la cerrazón; haber hecho nuestro ese desprecio casi perverso por lo “de fuera”, por “lo ajeno”, que hoy nos impide estar al día acerca de lo que se gesta allá afuera en lo que se refiere al desarrollo y crecimiento económico y sus causales. Asimismo, esta manera de ver el mundo nos impide conocer lo relativo a los avances en materia de desarrollo social, y combate a la pobreza y la marginación.

Esta visión limitada y que sólo ve “hacia adentro”, dificulta cuando no imposibilita tener una visión actualizada y moderna del desarrollo.

Hoy, cuando México es un actor principal en la escena global en materia de comercio exterior, aquella visión “hacia adentro” que nos hemos negado a desechar (para adquirir en su lugar una visión moderna, volcada al exterior para aprender de lo que allá afuera sucede), nos limita sobremanera; al ver el mundo de manera parcial —sólo lo que aquí sucede—, cada día que pasa desconocemos más de esa nueva realidad que el mundo ha construido desde los años cincuenta o sesenta del siglo XX.

Conocer lo que se registra fuera de nuestro territorio no es, en modo alguno, muestra de esnobismo o la presunción cursi propia de las élites en países atrasados como el nuestro. Por el contrario, es una necesidad que debemos subsanar para contar con información objetiva y actualizada que nos permitiría, de conocerla y dominarla, tomar las mejores decisiones.

Ahora bien, decirlo es fácil pero llevarlo a la práctica, no tanto.

La fobia a lo ajeno, a lo de fuera no es algo privativo de un sector de nuestra sociedad; como dije arriba, es algo que ya forma parte de nuestra cultura, ese rancio nacionalismo desarrollado en los primeros decenios del siglo XX y llevado a su máxima expresión en los años treinta, durante la presidencia de Lázaro Cárdenas.

De ahí que los temas “externos” —tratados con rigor y expuestos en un lenguaje claro y sencillo sin las florituras propias de quien quiere impresionar más que comunicar—, sean los eternos ausentes en casi todos los espacios mediáticos. ¿Le importa a alguien esta situación, a todas luces indeseable? Si nos atenemos a lo que vemos, leemos y escuchamos, puedo afirmar que esto importa un comino.

Generan más interés los chismes de todo tipo, que el análisis objetivo y oportuno de los problemas financieros que tienen a la economía mundial sumida en la incertidumbre; hay más interés en la suerte de fulanito producto de su falta de escrúpulos, que en las consecuencias que podrían tener para la economía mexicana las decisiones que se están tomando para enfrentar, por ejemplo, el problema chipriota.

La chabacanería e ignorancia con la que llenamos cuartillas plagadas de lugares comunes y elogios disfrazados o ataques descubiertos a fulano o mengano, evidencian esa visión endógena que nos impide ver hacia afuera; que nos imposibilita tener un enfoque completo y objetivo de los problemas de nuestra economía.

Por lo demás, que esa visión la tengan los particulares y de ello vivan, no genera consecuencias fatales para el país y su crecimiento pero, el que los legisladores y buena parte de la clase política viva rascándose el ombligo para en él buscar las soluciones a nuestros problemas, es una verdadera tragedia.

¿Cambiará esto en el corto plazo? ¿Qué piensa usted?

DE NUEVO LA EURO

Los analistas pensaban que sería en Italia donde se presentaría el siguiente episodio europeo. Sin embargo, dado que es verdad universal lo que afirmó el Conejo de la Suerte (“Donde menos se espera salta la liebre”), el problema saltó donde menos se lo esperaba, en Chipre.

Esta isla, país partido en dos y con poco más de un millón de habitantes, ha exhibido la debilidad estructural de la Zona Euro y si me apura un poco, de la Unión Europea en su conjunto.

Es tal la complejidad de la situación que enfrentan los 27 países que integran la Unión Europea —no se diga ya de los 17 de la Zona Euro—, que nadie sabe qué pasará de aquí al lunes 26 cuando venza el ultimátum a Chipre para aceptar las condiciones fijadas por la temible “Troika”: Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Éstas incluyen la fijación de un impuesto a los depósitos en los bancos chipriotas para que lo captado, sea la aportación de Chipre al paquete de rescate.

Chipre, una anomalía en la composición de la Unión Europea y la Zona Euro, ha acumulado en sus bancos depósitos por una cantidad equivalente a ocho veces su PIB. Este monto, absurdo por donde se lo vea, proviene de ciudadanos rusos que han enviado ilegalmente capitales fuera de su país, y de pensionados ingleses que mantienen la doble nacionalidad —inglesa y chipriota— que viven en Chipre. Rusia e Inglaterra, han hecho saber ya su desacuerdo.

Al margen de cual fuere “la solución” que en unos días se alcanzare, la evidencia de la fragilidad de la situación europea es más que evidente. Todavía este martes, en un discurso pronunciado en la Frankfurt Finance Summit por Madame Christine Lagarde, ésta reconoció que las cosas no están resueltas definitivamente; dijo: “We have made progress, but there is more to do” (“Hemos logrado avances, pero hay más por hacer”).

Si bien hay que reconocer, que en efecto ha habido avances en el largo, costoso y difícil proceso que le regresaría a la Unión Europea la posibilidad de volver a crecer con estabilidad, lejos se está de poder determinar con precisión cuándo se verá la luz al final del túnel.

Ante la situación que hoy vemos en Chipre (isla en el Mediterráneo, de la cual muchos no tenían la menor idea de su existencia hace dos o tres días), usted se preguntará, ¿qué tiene que ver con México lo que a ese “país” y a su sistema bancario les suceda? La respuesta inmediata —sin dudarlo— sería una sola: mucho.

La interdependencia—norma en la globalidad—, da por resultado que el contagio debido a problemas como los que hoy enfrenta la Zona Euro —que van mucho más allá de lo que hoy enfrentan Chipre y sus bancos—, sea casi universal; posiblemente Corea del Norte es el único país que está al margen de los efectos negativos —sin afirmarlo con mucha convicción— de lo que pasa hoy en la Unión Europea.

El resto del mundo, directa o indirectamente, se ha visto y verá afectado por lo que allá enfrentan desde hace unos años. Sin importarles la gravedad y profundidad de los problemas estructurales, los políticos europeos siguen sin decidirse a tomar —de una buena vez— las medidas drásticas, dolorosas e impopulares que empujarían en la dirección correcta para empezar a enderezar el barco.

Aquellos son como los nuestros; allá y aquí, unos y otros prefieren patear el bote hacia adelante para que los que vengan, enfrenten los problemas. La excepción es Mariano Rajoy, y vea cómo le ha ido.

¿QUIÉRES COMPRAR PEMEX?

En estos días del aniversario 75 de la expropiación petrolera, los vivales de siempre han vuelto a reciclar sus viejas consignas las cuales, lejos de ayudar a conformar propuestas correctas para enfrentar el grave problema energético que enfrentamos, nos sumergen más en ese mar de ignorancia que permite a dos o tres engañabobos como López, Batres y Cárdenas (el menor) seguir medrando a costa de la ignorancia de millones.

Una de esas baratijas que compra una multitud cuya ignorancia o descaro es proverbial (“Muy notorio, conocido de siempre, consabido de todos”), es aquélla de “Pemex no se vende”.

¿Conocerán los que las redactan, las cifras de extracción y exportación de petróleo crudo, de producción de gasolinas y la importación de éstas, y de producción de diesel entre otras? Todas ellas, para el que quiera conocer la desastrosa realidad a la que hemos llevado a Pemex, están disponibles cada mes en su página.

¿Cómo es posible que no entiendan, que el gran negocio de la renta petrolera está precisamente en su privatización? Es decir, en su venta a particulares —poco más de un millón cien mil barriles diarios de crudo—, para que lo refinen o hagan lo que les pegue la gana porque ese petróleo —al pagar más de 100 dólares americanos por cada barril—, ya es suyo, ya está “privatizado”, ya no pertenece a Pemex o a los mexicanos. Ahora nos pertenecen los cien dólares que pagaron por cada barril.

¿De dónde viene entonces eso de “Pemex no se vende”? De la intención perversa de engañar a quienes en ellos confían pues eso es lo que han hecho, desde siempre, los López, Batres, Cárdenas, Padierna, Bejarano y los que como ellos, obtienen posiciones políticas diversas por “su defensa del petróleo”.

El objetivo perseguido, es hacer creer a los que los siguen, que hay funcionarios que quieren vender lo que es evidente nadie quiere comprar. Allá afuera, no hay una fila de idiotas dispuestos a tirar su dinero comprando “empresas” corrompidas, ineficientes, sobrepobladas y además, quebradas.

La verdad es otra; el mundo de la energía funciona de manera diferente a como lo hacía a fines del siglo XIX o principios del XX. Hoy, las cosas han cambiado; para empezar, el inversionista busca la maximización de su utilidad, no tirar el dinero por el caño, por lo que en modo alguno querría comprar lo que está quebrado. ¿Por qué repetir entonces lo que a todas luces es una mentira evidente?

Ante tanta mentira sin el menor sustento, la mayor de las tragedias es la respuesta que dan los funcionarios responsables. En vez de difundir masivamente los números que evidenciarían el desastre operativo y financiero de Pemex y de la CFE debido a su corrompida y pésima administración durante decenios, se contentan con repetir frases que nadie cree como ésa de “Pemex no se privatiza, se moderniza”.

Con frases como ésta, de un efectismo aparente más que real y entrevistas al Financial Times o a The Wall Street Journal, los sinvergüenzas no dejarán de difundir las mentiras de siempre. A los que mienten deliberadamente, hay que enfrentarlos con la contundencia de las cifras; exhibir la realidad que éstas resumen: corrupción, bajísima productividad, exceso de personal, y tecnología atrasada o inutilizable por los avances registrados.
De seguir sólo con “las entrevistas” y frases huecas, a nadie convencerán de la necesidad urgente de concretar cambios, tanto en Pemex y la CFE como en muchos ámbitos del sector público y la economía.

marzo 11, 2013

EL FUEGO CONTRA FUEGO DE CHAVEZ

Una vez que Hugo Chávez ha fallecido y pasen los días de luto fijados por quien se presenta como su sustituto, las cosas empezarán a decantarse. Los llantos y el dolor de miles —más fingido que real—, pronto darán paso a la dolorosa realidad del desastre económico que aquél deja el cual, debe reconocérsele, lo generó en un tiempo récord.

Pocos autócratas en el mundo, que tuvieron la oportunidad de manejar miles de millones de dólares en tan poco tiempo como Hugo Chávez, han tenido su capacidad de despilfarro.

Hoy, su gran herencia en la esfera económica, es la capacidad de tirar por el caño una riqueza que debería haber servido para elevar la calidad de vida de los venezolanos pero éstos, seducidos por el encantador de serpientes que aquél fue, deberán pagar un precio muy alto durante los próximos 20 años, cuando menos.

La borrachera de los años de Chávez, donde los más sólo alcanzaron ron barato y los muy pocos, champaña y coñac de la mejor calidad, producirá en los primeros la peor de las crudas mientras que a los segundos, lo más que les espera es un pequeño dolor de cabeza.

¿Cuál fue la herramienta que le permitió a Hugo Chávez llegar a donde llegó? ¿Qué le permitió dilapidar una riqueza prácticamente incalculable? ¿Qué hizo y con qué, para que este desastre lo haya hecho sin violentar de manera burda y violenta como sucedía con los clásicos golpes de Estado a los que nos acostumbró buena parte de los militares latinoamericanos? ¿Cómo logró, en pocas palabras, dar un golpe de Estado sin que lo pareciera?

Hoy, vistas las cosas en perspectiva, la respuesta la da el título: “Utilizar la democracia para acabar con la democracia” o si lo prefiere, “Utilizar el voto, para anular el efecto positivo del voto”.

Aquí radica el éxito de Hugo Chávez; éste, desde su intentona fallida de golpe de Estado en 1992, comprendió que ése no era el camino que lo llevaría a la meta trazada: tomar el poder, y controlarlo de manera absoluta, unipersonal y por siempre. Es decir, convertirse en un dictador como Fidel, su ideal pero con una diferencia, él tenía petróleo y los dólares que genera mientras que aquel anciano, un país en la miseria.

¿Qué hace entonces? Simplemente utiliza el arma que los golpistas clásicos jamás pensaron en utilizar: El voto democrático, para acabar con la democracia. Ésa fue su “genialidad”; la urna, no los tanques.

Lo que sucedió en las elecciones en las que participó, ya es historia; también lo es, la forma autocrática de utilizar el poder que la democracia le había conferido. Hizo lo que se planteó desde el mero principio, gobernar autocráticamente cubierto siempre con el paraguas de “la bendición democrática”. Cualquier parecido con México, es pura coincidencia.

Su método no pasó inadvertido para otros como él que, al ver su ascenso, lo pusieron en práctica en sus países; con diversos grados de aceptación ciudadana, Daniel Ortega en Nicaragua y Rafael Correa en Ecuador van hoy por la senda que dejó abierta —y muy caminada—, Hugo Chávez. ¿Los autócratas chinos, habrán estudiado ya el “Modelo Chávez”?

¿Qué sigue ahora? ¿Qué será del legado político de Chávez y del desastre económico en el que deja a Venezuela? ¿Podrá Maduro el inmaduro, controlar a las fuerzas que al fallecer el dictador le disputarán la hegemonía heredada? ¿Qué pasará con los parias —Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Argentina—, al ya no estar Chávez entre los vivos?

LA FRANCIA DEMAGOGICA

La situación continúa complicándose; las noticias que llegan de Italia —cuya reciente elección en nada contribuyó a mejorar las perspectivas de ese país y del resto de Europa—, tienen efectos negativos en los centros donde se decide el futuro de la economía mundial y por supuesto, también en los países periféricos como México.


La debacle estructural de buena parte de las economías europeas que se manifestó en toda su crudeza primero en Grecia, luego en Irlanda, Portugal y España y ahora hace parada en Italia, en modo alguno ha sido resuelta; hoy, ante lo que parecía imposible, no pocos otean en el horizonte para determinar quién sigue, dada la situación generada en el país de la bota como consecuencia de los resultados electorales.

Hoy, lo más grave de la situación europea, es que todos parecen coincidir en un país cuyo nombre asusta sólo de pensarlo: Francia. La caída de esta economía nos pondría, sin duda, en una situación sumamente complicada; no sólo por el tamaño de la misma, sino por la profundidad de sus problemas estructurales, el rechazo a todo cambio y su presencia y peso internacional.

Si bien es evitable su debacle, Francia preocupa a no pocos dado el desempeño que ha tenido Hollande en tan corto tiempo. Sus propuestas en la esfera económica, resultado de querer reeditar ideas que ya en los años 70 del Siglo XX eran inviables, la ha puesto en una posición muy difícil.

Venir a estas alturas a proponer tasas impositivas confiscatorias, que además de inviables son expresión del viejo voluntarismo de la rancia izquierda europea, sólo evidencian la ignorancia económica de Hollande y su cerrazón ideológica que han puesto a Francia en una situación peligrosa.

Uno supondría, ante la gravedad de los problemas que sabía iba a enfrentar, que sus propuestas de solución estarían marcadas por la prudencia y la objetividad; sin embargo, nada de eso tiene lo que Hollande ha propuesto a los franceses. Las supercherías económicas que ha querido implantar, lejos de empezar a resolver los problemas, los agravaron.

La realidad se encargó, pronto y claramente, de exhibir su incapacidad; hoy, ni los que le dieron su voto confían ya en sus propuestas que por decir lo menos, son absurdas.

En este lado del Atlántico, la llegada de François Hollande proporcionó a los viejos izquierdistas anclados en los años 60 que no se han dado cuenta de los cambios registrados en el mundo, nuevas ilusiones acerca de la viabilidad de un modelo de desarrollo el cual, si fueren honrados intelectualmente, deberían aceptar que incluso en aquellos años pensar en su concreción era, simplemente, un sueño de opio.

Ante la nueva realidad que se niegan a aceptar por aferrarse a la ilusión juvenil de la “Revolución Proletaria Mundial”, hoy se limitan a acusar, otra vez, al “modelo neoliberal” de ser el causante de todos los males habidos y por haber.

¿Qué tenemos en México para hacer frente a la eventualidad señalada al principio, la debacle de la economía francesa? ¿La cruzada contra el hambre? ¿Esas baratijas sin sentido que plantean “no privatizar el petróleo”? ¿Acaso nos salvará el rechazo visceral de la universalización del IVA, de la cancelación de subsidios regresivos como el del precio de las gasolinas y oponerse a la apertura de Pemex y la CFE?

Mientras la situación se complica y nuestros ancianos ideológicos culpan al “neoliberalismo”, México corre veloz hacia el precipicio.

SERVILISMO DISCURSIVO

La pregunta que muchos nos hemos planteado desde los años del “partido casi único” y el dorado autoritarismo, es si esta conducta —que es practicada por casi todos los subordinados a un jefe, al margen de la posición que éste ocupe—, es inherente a la actividad política en países como el nuestro; países que si bien son democráticos en la superficie, en el fondo conservan y adoran todo lo que tiene que ver con el autoritarismo, particularmente sus modos de hacer política.

En América Latina abundan estos países donde los políticos se desviven por intervenir ante el gobernante para expresar, no ideas acerca del futuro o los problemas del país y sus soluciones sino para expresar elogios desmedidos; éstos, a veces absurdos cuando comparan al jefe en medio de la euforia discursiva, con algún héroe patrio.

Al ver estas muestras de servilismo discursivo, no puede uno menos de preguntarse acerca de su eficacia y de cómo las juzga el que es objeto de tales elogios. ¿De entrada los rechaza, pero después de cientos de discursos similares los acepta y lo más grave, los cree?

La experiencia acumulada en Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Cuba, Venezuela y México, demuestra que sí los cree; al final, el elogiado termina por aceptar que efectivamente, él sí es el Dios omnipotente que sus subalternos dicen que es.

Por otra parte, si uno analizare el tema con seriedad, vería que las cosas van más allá del simple endiosamiento del gobernante; tienen que ver con algo más que la abyección y el servilismo. Si bien debemos aceptar que hay funcionarios que nada serían sin el apoyo y favores del que los ha designado, otros tienen una trayectoria que podría superar la del mismo jefe que los llamó a colaborar con él.

Luego entonces, ¿qué explica el discurso abyecto y servil del que en realidad para nada necesita quedar bien con el endiosado pues como dije, sus credenciales lo califican para el puesto que ocupa? ¿Qué hemos hecho como sociedad en no pocos países de la región, para dejar la dignidad personal de lado, y degradarse de manera ofensiva?

Esta conducta, quizás sea la otra cara del proceso de endiosamiento del gobernante; ¿es la degradación personal del que elogia sin medida, el elemento complementario a la aceptación del “endiosado” para serlo? ¿La abyección del subordinado y el humillarse, son la otra cara de la moneda?

¿Dejarán no pocos de nuestros políticos, algún día, ese comportamiento indigno? ¿Entenderán que las condiciones que la globalidad ha generado, demandan hoy otro tipo de funcionarios, capaces y dignos que propongan soluciones en vez de pronunciar discursos huecos y llenos de zalamería barata?

Repito, ¿lo dejarán algún día? Lo dudo.