mayo 15, 2011

UN NUEVO EFECTO DOMINÓ

Las noticias que llegan de Europa no son, en modo alguno, para tranquilizar a unos y otros.

Los problemas en Portugal que han obligado al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Central Europeo (BCE) a intervenir para armar un paquete financiero de salvamento, se han visto agravados con la mala nueva de la imposibilidad de Grecia para cumplir con los compromisos contraídos lo que ha puesto a más de un país en alerta.

Sin embargo, dirán aquí no pocos, nada nos puede afectar; tenemos las reservas más altas de nuestra historia y el Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero informó que analizó varios escenarios y concluyó que podemos (con el éxito como resultado), enfrentar casi cualquier eventualidad.

¿En verdad es así?, ¿es posible que un país como el nuestro (con tantas deficiencias estructurales) pueda enfrentar exitosamente cualquier contingencia financiera?, ¿Acaso lograríamos lo que países con más recursos y menos atraso que nosotros, no han podido lograr?

¿Cuáles serían las consecuencias para México, de descomponerse las condiciones de la economía en buena parte de los países con los cuales comerciamos?, ¿podría Estados Unidos, dada su frágil situación en cuanto a sus finanzas públicas se refiere, salir airoso de una nueva complicación de la economía europea y en consecuencia, de la suya?, ¿qué podríamos hacer aquí, de presentarse aquella eventualidad en Europa?

Las economías, desde los años en los cuales los procesos de apertura empezaron a ser la regla allá por los años setenta del siglo pasado, pueden enfrentar con mayores posibilidades de éxito los embates negativos que vienen del exterior en la medida que hayan llevado a cabo las reformas estructurales que las nuevas condiciones impuestas por la globalidad exigen.

¿Nosotros, sólo para ubicar uno de nuestros problemas, las hemos concretado ya?, ¿hemos puesto al día nuestro andamiaje jurídico, y removido los obstáculos que impiden la flexibilidad en los campos laboral y energético?, ¿resolvimos ya el problema que representa una Ley Agraria, cuyos elementos sustantivos datan de fines del siglo XIX?

¿Hemos podido conformar un Congreso de la Unión cuyos integrantes (en su aplastante mayoría) poseen una visión de futuro y entienden cuáles son las causales del crecimiento económico en las actuales condiciones del mundo?

¿Estaremos ya, no obstante nuestra inmovilidad legislativa, en condiciones de aprovechar las oportunidades de negocios que el mundo presenta a quien sí se modernizó?

La declaración de hace unos días del secretario de Hacienda en relación con la devaluación del peso (de darse ciertas condiciones en Estados Unidos) es, además (como dijo Samuel García en Milenio) de una irresponsabilidad, muestra de una falta de comprensión de cuáles son los problemas reales que enfrenta la economía.

¿No se ha dado cuenta de los problemas estructurales que enfrentamos?, ¿qué ha aprendido en este tiempo como secretario de Hacienda?, ¿en verdad piensa que “los análisis de escenarios” que realizó el Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero y sus conclusiones optimistas, son garantía real de algo?

¿Qué queda?, ¿agarrar piedras o rezarle al nuevo beato?

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