Hace ya casi 15 años que las academias de la lengua se reunieron en Zacatecas para celebrar el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española. Entonces se decía que el español era el idioma que más crecía en internet, que el dominio del inglés en la red tenía sus días contados; en fin, que nuestro idioma gozaba de una excelente salud y estaba dando la batalla en todos los frentes. Sin embargo, no fue sino hasta hace poco, apenas en 2009, cuando la disputa sobre la presencia de nuestra emblemática ñ en internet quedó zanjada. Hace unos meses, la discusión sobre la conveniencia de mantener la ñ como una tecla en las computadoras, volvió a despertar la apasionada y justificada defensa de nuestra letra particular.
En efecto, el inglés no será el idioma dominante en internet en el mediano plazo, de hecho ya no lo es, el chino ocupa el primer lugar entre los usuarios de la red universal. Pero he aquí que el chino no es un idioma internacional y son apenas unos cuántos los que lo hablan fuera de las enormes vastedades del universo chino. Al contrario, los chinos han sido desde siempre magníficos en el dominio de lenguas extranjeras. En realidad lo que ha sucedido es el exponencial crecimiento de la presencia de usuarios chinos que utilizan su lengua para navegar en la internet. Así, en cuanto a los usuarios que se sirven de lenguas distintas de la propia para buscar información, el primer lugar lo sigue ocupando el inglés, seguido, muy de cerca del español. Entre nuestra lengua y el francés se interpone el japonés que, sin embargo, sufre el mismo fenómeno que el chino. Dicho de otro modo, la nuestra es la lengua más potente en el mundo y la que presenta la mayor fuerza de expansión. Es una temeridad amenazar la ñ, que es la única letra que tenemos como auténticamente propia.
La ñ es en realidad una muestra de progreso, supera formas arcaicas que necesitan dos letras para producir un sonido (como la gn francesa o la nh del portugués) y en ambos casos no es precisamente el mismo sonido y, si se quiere, resulta prácticamente una seña de identidad.
No es para menos, se amenaza la ñ, como se piensa que el Tratado de Letrán es importante para la geopolítica mundial, sólo por tradición y nada más por inercia, pero la realidad es otra. Es importante pensar en términos del idioma que resultó triunfante en su encuentro con las demás lenguas dominantes, porque no sucederá que el inglés termine desnaturalizando o deformando el idioma y somos nosotros, como grupo lingüístico, los que estamos imponiendo los modelos de belleza, las expresiones idiomáticas, la concepción del mundo y, desde luego, nuestra ñ.
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