Las imágenes transmitidas en los noticiarios televisivos de fragmentos de las intervenciones que el grupo conocido como “Los siete magníficos” realizó en una reunión de trabajo de su partido hace unos días, me llevaron a ver sus intervenciones completas.
En la página de Acción Nacional, si usted tuviere interés, puede ver el video completo.
Una vez sufrido el equivalente a una sesión de tortura en las viejas instalaciones de ese templo de la justicia y respeto de los derechos humanos que fue la DIPD allá por Tlaxcoaque, le doy a usted mis impresiones.
De “Los siete magníficos” región IV elimino, de entrada, a tres de ellos; dos, Félix y González como dicen en los ranchos, “no pelan un chango a nalgadas” por lo que no vale la pena dedicarles más palabras.
El tercer eliminado, es aquel que hace seis años perdió y hoy, si decidiere seguir en la contienda, perdería otra vez: Creel, más conocido hoy por sus apariciones en “revistas del corazón” que por su trabajo parlamentario, a nadie impresiona con sus gestos de pastor iracundo asustando a su grey. Sus mejores años, si los tuvo, quedaron atrás.
Nos quedan cuatro: Vázquez, Lozano, Lujambio y Cordero.
Después de ver con suma atención su desempeño frente a sus correligionarios, estuve tentado a concluir que de los cuatro, aún licuándolos, con dificultades haría uno.
Sin embargo, vi por segunda vez sus intervenciones y debí corregir: se salvan dos. Veamos.
Vázquez tampoco tiene algo que hacer en la contienda; prospecto político interesante para no pocos (incluso para mí que en 1996 la contraté como conferenciante para un seminario en Cd. Obregón), muchos de los cuales recapacitamos, pues como dijo quien la conoce bien: “Hace tiempo la perdimos”.
Su soberbia y alejamiento de la realidad es tal, que daba pena el maestro de ceremonias; por más intentos que hacía para detener su lacrimógena y larguísima intervención (se tomó 13 minutos en lugar de los siete asignados), Vázquez ni por enterada se daba.
Sólo le faltó, para cerrar con broche de oro su intervención digna de: “Dios mío, hazme viuda por favor”, llorar a moco tendido. Lástima, ya la perdimos.
De Lozano, sólo diré lo que comentó de él un experimentado político: “Es muy sangrón y eso, en la política mexicana, es imperdonable; además, es un plomo, nadie votaría por él”.
Por otra parte, sus melosos comentarios de Calderón que a nadie convencieron, rayaron en el viejo servilismo que según algunos de los presentes, lo exhibieron.
Sólo quedaron dos: Lujambio y Cordero; sin duda, los que poseen la formación más sólida en sus respectivos campos. El primero, con una imagen más atractiva que el segundo, pero nada que éste no pudiere corregir sobre todo, si arma un buen discurso de futuro.
Los errores y limitaciones exhibidos por ambos en sus presentaciones, son corregibles; unos buenos asesores, mucha práctica para dejar de lado gritos y gestos que sólo dan risa, una propuesta atractiva y uno de ellos será el candidato.
El otro, sin duda, tendría trabajo asegurado desde la campaña misma.
¿Ganaría aquél la elección? No tengo la menor idea; eso depende de otros factores, más que de un discurso.
En fin, ¿cuándo veremos a los “magníficos” del PRI? ¿Cuántos serían? ¿Sólo dos? ¿En serio, sólo dos la quieren?
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