La mitad de los mexicanos viven en pobreza y la otra mitad obtiene sus ingresos de la economía informal mientras tanto las políticas de la cúpula financiera siguen acumulando reservas monetarias, para fortalecer al peso en detrimento de las exportaciones. “La alta burocracia es presupuestívora, casi 3% de la plantilla federal, gana entre uno y tres millones de pesos al año, devora 22% del presupuesto destinado al pago de salarios.
El gobierno federal no alcanzó calificación aprobatoria en el desempeño de la economía en 2010, “la ausencia de eficacia y eficiencia en el sector público, esconde las cifras de la economía informal, presenta crecimiento nulo del empleo, alta tasa de desocupación y concentra la inversión pública, que creció en medio billón de pesos, en pocas manos”.
El gasto gubernamental tuvo un pobre impacto en el desarrollo social; baja calidad educativa y de salud, escaso financiamiento a la pequeña y mediana empresa, canalización de recursos hacia actividades no productivas, son asuntos que indican la poca incidencia del sistema financiero en beneficios sociales equitativos.
Las altas tasas de desocupación continúan vigentes. La creación de empleos formales bien remunerados sigue ausente, aumentó la creación de empleos precarios. El salario real perdió 60% de su poder adquisitivo en los últimos 20 años. Todo esto se traduce en menor calidad de vida y mayor desigualdad social para los mexicanos.
La inestabilidad social es la antesala de un Estado fallido, los últimos acontecimientos en los estados de Tamaulipas, Durango (fosas clandestinas) y Morelos (asesinatos de jóvenes) han provocado un ambiente de gran desaliento en el colectivo nacional. Ahí está la reacción de los empresarios de La Laguna “con la amenaza de no pagar impuestos”.
En Tamaulipas, el gobernador Egidio Torre Cantú está abatido y rebasado por el crimen organizado y en Morelos el mandatario Marco Antonio Adame no da la cara a la sociedad. Esto se llama incompetencia. O, si no, qué respuesta tienen a los incendios de las casi 300 mil hectáreas en Coahuila, Yucatán, etcétera.
El presidente Calderón ha empeñado su principal esfuerzo en el combate al narcotráfico, pretende otorgarle facultades extraordinarias al Ejército y a la Marina mexicanos, mediante una reforma constitucional, para realizar declaratorias de estados, regiones o zonas de excepción. ¡Cuidado!
La lucha contra el crimen organizado no ha rendido los frutos apetecidos (van 40 mil muertos), no es casual la información disponible, actualizada, oportuna, de cómo opera el crimen organizado. Tiene un origen y una vía: el dinero suficiente para comprar voluntades y conciencias de personas al servicio del gobierno (policías municipales, estatales, federales, de aduanas, aeropuertos, puertos marítimos, de migración...).
En el estado actual de cosas, la moral y la eficacia deben regresar e implantarse con la aplicación de la ley. El momento exige limpieza. El cambio de actitud debe generarse desde la cabeza, es decir, los tres niveles de gobierno y los tres Poderes de la Unión están obligados a poner el ejemplo.
El presidente Calderón debe prescindir de colaboradores ineficaces, ramplones y chambistas, llamar a personas de excelencia que claman justicia y despreciando la impunidad. Ahí están las tres megamarchas ciudadanas en su administración (la de blanco, Iluminemos México, y por la Paz).
¿Estamos a tiempo o no?
Solo se necesita un ingrediente para empezar a cocinar el cambio: LA VOLUNTAD.
ResponderEliminaryo creo que si, aun estamos a tiempo de cambiar las cosas.
ResponderEliminarsolo nos falta unidad