julio 31, 2011

EL MUNDO ESTÁ… LOCO, LOCO.

El mundo está viviendo una de las etapas más desordenadas de que se tenga registro desde la Segunda Guerra Mundial; y lo peor es que solamente unos cuantos se benefician de ello, a costa de cientos de millones de personas.

Ya no sorprende a nadie saber que el origen de lo que está ocurriendo se deriva fundamentalmente de la globalización económica y la liberalización de los mercados, la cual nos fue vendida como la gran panacea para resolver los problemas y llegar al crecimiento y el bienestar.

Los resultados de esto los podemos observar en todos los continentes y aunque a cada uno lo afecta de manera diferente, existe un común denominador: el empobrecimiento de los ciudadanos, tanto económica como moralmente.

Las propuestas de austeridad que están imponiendo los organismos multilaterales a varios países europeos no van a ser la solución, muy al contrario, van a hundir más a dichos países en la desesperanza y el caos social. A la situación que han llegado con sus enormes déficit se liga la falta de crecimiento económico, lo cual indudablemente produce una baja de los ingresos fiscales y un aumento de los gastos generales. Tratar de solucionarlo reduciendo el crecimiento es contraproducente.

En el Congreso de EU se debaten actualmente entre una posición dura, la republicana, auspiciada por lo más siniestro de la derecha norteamericana y una posición, digamos con benevolencia, de centro, liderada con poco resultado por el presidente Obama. Todo apunta a que, para salvar el obstáculo, los demócratas tendrán que aceptar muchas de las condiciones impuestas por los republicanos, que en resumen consisten en no afectar a los ricos con mayores impuestos y reducir las prestaciones sociales en salud, educación y empleo a los que menos tienen.

En paralelo a lo que está ocurriendo en Europa y los Estados Unidos, en el Continente Africano se están muriendo de hambre millones de personas, en el llamado Cuerno de África. Tan grave es el problema que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha declarado esa región como zona de hambre, declaratoria que no hacía desde hace 20 años.

Si el mundo entero y en primer lugar los europeos, que expoliaron dichas tierras, no reacciona con un apoyo decidido, serán millones de africanos los que mueran en los próximos meses. Sin embargo, no se vislumbra tal apoyo de las grandes potencias económicas. Cuando se trata de salvar a los bancos existen y han existido recursos suficientes; cuando se trata de salvar a seres humanos, no.

El secretario general de la ONU, el señor Ban Ki-moon ha solicitado la cantidad de 300 millones de dólares de emergencia en los próximos dos meses para dar un apoyo mínimo a los más de 11 millones de personas afectadas por el hambre, producto, entre otras cosas, de la sequía que padece desde hace varios años África.

Estos 300 millones no deberían ser problema, pero se están dando a cuentagotas. Para tener claridad sobre lo confundido que está el mundo, tenemos que el primer fin de semana del estreno mundial de la última película de Harry Potter dejó en taquilla la cantidad de 170 millones de dólares, es decir, más de la mitad de lo que se pide para paliar el hambre de los africanos.

Por último, el asesinato a mansalva de noruegos ha dejado perplejo al mundo. Habría que tomar en cuenta que en nuestro país se asesina, también a mansalva, la misma cantidad que en Noruega, pero casi cada dos semanas y ya muy pocos nos quedamos sorprendidos.

Parte de la problemática a la que nos estamos enfrentando es la indiferencia y falta de solidaridad, no sólo a nivel nacional sino a escala mundial, y el trastrocamiento de los valores, dejando como el valor más importante el de cambio, o sea, el dinero, el poseer bienes materiales y cuánto más mejor, a costa de quien sea.

Es por eso que no es utópico decir que este sistema económico y de valores ya no da para más y hay que cambiarlo. Lo utópico es creer que se puede seguir viviendo así, sin que pase nada.

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