octubre 12, 2012

¿Y LA NIEVE, DE QUE LA QUIERES?



Una expresión a la que recurríamos en los años de infancia cuando uno de nosotros pedía algo que era considerado absurdo o irrealizable, era: ¿Y la nieve, de qué la quieres?

Nuestra ingenuidad e ignorancia en esos años, nos permitía desechar de inmediato lo que el compañero pedía por considerarlo absurdo o imposible; hoy, dado que ese carácter lo tiene la democracia y transparencia sindical por decreto, deberíamos preguntar lo mismo a los “intelectuales progres”, a tanto “experto de prestigio” y a no pocos opinantes y a dos o tres conductores cuya fuente de sabiduría no es otra que el teleprompter.

Todos ellos, con legisladores y dirigentes panistas, quienes no acaban de entender el porqué de la derrota aplastante sufrida hace unas semanas, exigen con la enjundia de los viejos radicales, que las modificaciones que representan aquélla sean incluidas en la Ley Federal del Trabajo que en unos días aprobará el Senado.

La subjetividad de los que ignoran el proceso de toma de conciencia en los trabajadores para decidirse a luchar por el cumplimiento de ésta o aquella demanda, deja ver en ese abigarrado grupo un desconocimiento de la realidad que enfrentan los trabajadores, tanto en su trabajo como en su vida cotidiana.

Esto los exhibe tal cual son, exhibicionistas cuyo único afán es atraer los reflectores.

Esos falsos redentores de una clase obrera que sólo está en su cabecita de “intelectuales progres”, piensan que vivimos a principios del siglo XX cuando la necesaria conciencia revolucionaria del proletariado para lanzarse a derrocar a la burguesía, era resultado del trabajo de concientización de intelectuales revolucionarios que se “fundían” (así rezaba el cliché usado en los años sesenta) con la clase obrera.

Esa idea, fundamental en la Revolución Bolchevique, lo fue también en las encabezadas por Mao Tse-tung, Kim Il-sung y Ho Chi-Minh en China, Corea y Vietnam años después.

Ahora bien, ¿es factible esperar hoy, por la simple la inclusión en una ley de una demanda, más inventada que real como ésa de “la democracia y transparencia sindical” (como aquellos ingenuos y oportunistas pretenden hacer creer), que los trabajadores sindicalizados se lancen —como reflejo condicionado— a “romper las cadenas de la explotación que sufren a manos de los líderes charros”?

Se requiere ser muy ingenuo o pícaro (bajo, ruin, doloso, falto de honra y vergüenza), para pensar que eso sucederá; de ahí que la obligada respuesta a los pataleos pueriles de Lozano y Cordero (que amenazan con seguir en la lucha, no como asesores de obreros sindicalizados explotados, sino como senadores con jugoso sueldo) para incluir en la ley la manoseada democracia y transparencia sindical, sea ¿Y su nieve, de qué la quieren?

¿Por qué les cuesta tanto trabajo entender que los trabajadores sindicalizados —salvo unos cuantos que pertenecen al Apartado B—, no tienen entre sus demandas prioritarias la manoseada “democracia y transparencia sindical”? La realidad del trabajador —sindicalizado o no—, es mucho más terrenal y dolorosa que la falta de democracia y transparencia.

¿Por qué no dejan ese oportunismo que a nadie beneficia, y trabajan para construir las soluciones de los problemas del país?

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