La aprobación en la Cámara de Diputados de la iniciativa preferente de reforma laboral enviada por el presidente Calderón es, no hay duda, el primer paso de una larga marcha que ya empezó pero, desconocemos cuándo y cómo concluirá.
Se pudo diría Madrazo pero, se pudo poquito; sin embargo, los tiempos dirán si “ese poquito” fue útil para que los trabajadores impulsen lo que faltó.
Por lo demás, por encima de lo aprobado en San Lázaro, debe tenerse en cuenta que aún falta el trecho del Senado de la República. Por ello, no echemos desde ahora las campanas al vuelo.
Por lo demás, no tiene caso extenderse en el espectáculo de los que evidenciaron, otra vez, que la democracia no es lo suyo. En consecuencia, como lo evidencia su conducta en las Cámaras que raya en lo gangsteril, ¿por qué se les trata sólo con los instrumentos de la democracia, como es el debate y el voto mayoritario?
¿Acaso no saben que hay otras medidas —que la ley señala claramente—, para poner un hasta aquí a estos grupos que digan lo que digan, están a años luz de lo que debe ser un legislador? Pero, mejor dejemos esto y vayamos a lo trascendente.
¿Será verdad que la sola reforma —una vez que el Senado hiciere su trabajo—, crearía 400 mil empleos formales, como declaró la secretaria del Trabajo? Los excesos triunfalistas han llegado a niveles de insania; la mejor prueba es la que dieron los ocho diputados federales del PAN de Sonora que afirman, en la entrada de su desplegado de hace dos días en El Imparcial de Hermosillo que “Los diputados del PAN hemos hecho historia, hemos cambiado el futuro de México”. (Achíquenle, achíquenle).
Por si esto no bastara, antes de los 29 “logros” agregaron esta otra Perla Japonesa diría Nikito Nipongo: “Logramos en 28 días lo que en 42 años no se había podido alcanzar, aprobar una reforma laboral que mejora y fortalece los derechos de los trabajadores”.
Si dejamos de lado la pésima sintaxis que exhibe su nivel gramatical, sorprende la exageración y la soberbia que campea en ambos párrafos. Asimismo, debo destacar que uno de los firmantes —Mario Sánchez—, parece no haber aprendido lo más elemental de la política durante los años que pasó —¿desperdiciados totalmente?— en altos puestos directivos de la Canaco y el CCE.
¿Qué se requiere entonces, para generar los cientos de miles de empleos formales que el país exige? Evidentemente, más que el primer paso que dio la Cámara de Diputados.
Las reformas relativas a la energía, el sistema tributario, el campo y la educación, por señalar algunas, así como la prueba clara del compromiso del Ejecutivo para aplicarlas sin reserva alguna, son los elementos que vendrían a restablecer la confianza perdida del inversionista para tomar riesgos y crear fuentes de empleo.
De no darse aquello, podrán los diputados federales del PAN Sonora seguir con sus exagerados y triunfalistas desplegados pero, los cientos de miles de empleos formales brillarán por su ausencia.
Todo indica que no se resignan a su suerte; quien deberá concretar ahora las reformas y dar pruebas de una gobernación efectiva, de resultados, es Enrique Peña Nieto. Fox como Calderón, demostraron no saber o no poder. Lo otro, con todo y desplegados, es literatura.
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