septiembre 28, 2012

DISCURSOS POLÍTICOS

El martes pasado, con los discursos de Enrique Peña Nieto y José Ángel Gurría como fondo, fue firmada la “Declaración de Intenciones” con el fin de establecer un “Acuerdo Marco para la Colaboración Estratégica entre México y la OCDE”.

En su discurso, el primero dijo: “He instruido al equipo de transición a hacer una revisión de este documento, una debida valoración; trabajar —como ya se expuso también y como ya lo está haciendo— con representantes de la OCDE, para identificar estos espacios de oportunidad, y para dar curso, en su momento, a las políticas públicas que el nuevo gobierno de la República habrá de instrumentar para poner a México a caminar y a andar a toda marcha, a todo vapor, y realmente lograr ese crecimiento y ese México de oportunidades que todos queremos”.

Le ofrezco una disculpa por la inclusión de tan larga cita pero, dada la propensión de nuestros políticos a no leer ni los letreros de “Alto”, fue necesario.

¿Cuántos de los integrantes del “Equipo de Transición”, le obedecerán a Peña Nieto? Además, ¿cuántos de los que lo hicieren, entenderían debidamente la visión del desarrollo que soporta todo planteamiento que hace la OECD, en éste y en otros documentos?

También, ¿cuántos de los integrantes del Equipo leyeron en su momento, los antecedentes directos del documento entregado este martes? Me atrevo a afirmar, que tanto el libro de Peña Nieto, México: La gran esperanza, como México: Reformas para el cambio de la OECD de enero de este año donde aparece buena parte del contenido del que fue entregado anteayer, son material desconocido para buena parte de los integrantes del Equipo.

Por otra parte, si dejamos de lado el detalle señalado arriba, ¿cuántos de los “equiperos” estudiarán con la debida seriedad lo que ahí se plantea, para formarse una idea clara de lo que Peña Nieto pretende alcanzar —y cómo— en los próximos seis años en la modernización de la economía, la política social y la educación pública así como en las pensiones y el sistema tributario entre otras cosas, además de promover una visión moderna del desarrollo?

¿Cuántos de los que con una incontinencia verbal pontifican acerca de lo que será tal o cual área que imaginan encabezarán, han estudiado documentos recientes de la OECD relacionados con México y sus problemas? ¿Cuántos de los que imaginan que llegarán a ésta o aquella dependencia, comulgan con la visión del desarrollo que subyace en los estudios de la OECD? Es más, ¿tendrá conciencia algún “equipero”, que “sus ideas” para combatir la pobreza, son más un cliché demagógico que propuestas novedosas, no obstante su “experiencia” en esa materia?

La firma de esta Declaración, que otorgará a los especialistas de la OECD un papel relevante en el diseño de las políticas públicas y los planes que Peña Nieto pondrá en práctica, es una excelente y sorprendente noticia.

Espero no haya flaquezas a la hora de elaborarlos y dejen de lado a los vividores del erario y sus baratijas teóricas; éstas, recién dadas a conocer en uno más de sus documentos el cual, como los anteriores, huele a naftalina por tanto cliché adecuado a las condiciones que privaban en los años cincuenta del siglo XX, no a las actuales de México y el mundo.

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