Frente al caos, la violencia y la sangre, Vicente Fox ha demandado reiteradamente el urgente restablecimiento de la paz: “¡Ya basta!, que termine la guerra y México alcance la paz”. “El regreso a la paz significa el regreso del crecimiento, de la inversión, de los empleos, de la atención a la educación, a la salud, a la reducción de la pobreza”. En diversos foros, Fox ha insistido en que, para alcanzar la paz, se requiere un cambio de estrategia, se requiere un estilo de gobierno que privilegie la vida sobre cualquier otra cosa. “Todos los seres humanos somos rescatables”, ha expresado. También ha señalado que las palabras “abatir” “acabar con”, etcétera, connotan aniquilamiento, eliminación, y esto es inaceptable en un régimen de pluralidad democrática donde todos los puntos de vista e intereses legítimos tienen cabida, en el marco de la legalidad. Vicente Fox ha insistido en que es imprescindible regresar a un régimen de legalidad, de derechos humanos, de procesos jurídicos apegados a derecho. Ha reiterado que es necesario “un régimen de paz, humanismo y concordia”. Fox ha sido enfático: el país y los ciudadanos pagamos un gran costo si esta guerra continúa.
Referente al proceso electoral, Vicente Fox ha mencionado con insistencia que son precisamente los candidatos quienes deben fijar su posición en estos temas vitales para el futuro de nuestro país. Asimismo ha expresado que el temor ahora dominante debe ser sustituido por un clima de paz, armonía y humanismo, “donde todos los mexicanos nos apliquemos en el trabajo, en la solidaridad y en la construcción de una gran nación, hogar de nuestras familias y de nuestros hijos”. Fox tiene mucha razón y sus señalamientos son pertinentes y oportunos. México requiere con urgencia, no más, pero no menos, una normalidad democrática que permita elegir en paz y transmitir el poder sin sobresaltos a un gobierno legítimo capaz de concertar democráticamente los cambios necesarios para devolver a todos los mexicanos, pero sobre todo a los jóvenes, la esperanza en un porvenir de oportunidades y no de frustración.
Es indispensable que de las elecciones federales de 2012 resulte un gobierno con legitimidad y márgenes de maniobra suficientes para restablecer la paz. Sólo la restauración de la concordia nacional y un gobierno legítimo, con amplio sustento democrático, permitirán a México desplegar una estrategia que responda de manera eficaz a la violencia criminal. Para asegurar ese resultado, es urgente asumir, todos, un compromiso con la normalidad democrática. El ánimo y la conducta de todos los actores del proceso político, sean éstos políticos o no, deben ser por necesidad serenos y ecuánimes. Las elecciones no son batallas para aniquilar a supuestos enemigos históricos. Son sólo elecciones: procesos legítimos para elegir a los legítimos titulares de los poderes legales del Estado. Elecciones legales, con resultados legítimos, no más, pero tampoco menos.
El ¡ya basta! de Vicente Fox debe ser escuchado y atendido. No sólo porque le asiste la razón y le avala la sangrienta evidencia del fracaso de una estrategia que insiste en combatir a la violencia sólo con más violencia, así sea ésta la legítima violencia del Estado. Fox recoge la misma filosofía que en su momento aplicó Jesús Reyes Heroles, el grande, al plantear la reforma política de 1977 y dar término a la vergonzosa “guerra sucia”: “Apelemos a la fuerza de la política y no a la política de la fuerza”. Confiemos en que, llegado el momento oportuno, Vicente Fox coadyuvará a promover los acuerdos necesarios para revertir, sin demora y de manera perceptible para las grandes mayorías, el clima de zozobra, estancamiento y desesperanza en el que México languidece. Los actores más importantes del proceso político deben, desde ahora, tomar posiciones claras frente al ¡ya basta! de Vicente Fox.
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