Los datos de la creación de empleos en Estados Unidos para este febrero, muestran ya –según los que promueven la reelección del presidente Obama– el principio de su recuperación económica. Sin embargo, por alentadoras que pudieren parecer dichas cifras, el porcentaje de desempleo es de 8.3% el cual, si lo comparamos con el 5.5 de la Tasa Natural de Desempleo (NARU por sus siglas en inglés), nos dice que las cosas aún no pintan tan bien para hablar ya de recuperación.
Pero dejemos a los que toman los datos a febrero como alentadores y también a los que piensan exactamente lo contrario, y concentrémonos en lo que dicha recuperación significaría –fuere mañana o pasado– para la economía mexicana.
Si recordamos lo sucedido en los anteriores periodos recesivos de Estados Unidos y la recuperación del crecimiento, sobresale algo que deberíamos tomar muy en cuenta. La economía de nuestro principal socio comercial, tiene una capacidad de recuperación –“resilience”– mucho mayor que la nuestra; mientras allá se recuperaban y hoy parece que se recuperan, aquí no nos hemos preocupado por entender las causas de dicha capacidad y menos por generar los cambios necesarios para elevar la nuestra.
Como consecuencia de esto último, hoy tenemos el mismo andamiaje jurídico que teníamos cuando se registraron las dos últimas recesiones de Estados Unidos; por ello, nuestra recuperación de la senda del crecimiento será, al igual que entonces, más lenta que la de ellos. Seguimos sin entender, que los periodos de crisis son las mejores oportunidades para concretar reformas; los desperdiciamos ayer, y hoy también.
Cuando algunos allá, ven hoy el principio de la recuperación, aquí nos enfrascamos en querellas menores –dignas de políticos también menores– como si nada hubiera pasado esta vez en materia de empleo, consumo, crédito y reducción de la inversión.
Nos regodeamos en los temas de siempre y hoy, para probarlo, nos ocupan y preocupan al igual que hace seis años; no hay la mínima voluntad para dejar esta mezquindad y ver al futuro. Como en periodos recesivos anteriores, también hoy nada hicimos; los obstáculos que nos impiden crecer y atraer inversión en los montos que la población demanda ahí siguen, y todo indica que ahí seguirán.
A contrapelo de la realidad, el triunfalismo marca el discurso oficial; anteayer, el Presidente dijo durante la supervisión de los avances de la hidroeléctrica La Yesca: “…, el Seguro Social registra en… febrero 130 mil 416 nuevos empleos netos… Es un récord para cualquier mes de febrero y el mes más alto de generación de empleo en los últimos cinco años… lo cual es una buena noticia, que refleja… la recuperación económica del país…”
Dejemos de lado la exageración del que sólo busca votos, y veamos estos datos duros del IMSS; en construcción, de noviembre 2006 a febrero 2012, sólo pudimos crear ocho mil 400 nuevos empleos, y en la industria manufacturera –durante ese mismo periodo–, sólo generamos 54 mil 900. Esto sí es un récord, pero de incapacidad; lo de Calderón, demagogia pura que con dos cifras echamos por tierra.
Éstas bastan para exhibir una visión chapucera de la realidad la cual, sin duda, explica nuestra lenta recuperación en cada crisis.
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