marzo 16, 2012

24 AÑOS ATRAS

Todo indica –después de lo visto hace cuatro días– que la elección para el próximo presidente de la República, ya está definida a favor de Enrique Peña Nieto. Ante este desenlace que para nadie es sorpresa, convendría preguntar –debido a lo impostergable diría José Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de las reformas siempre pospuestas–, cuál será el papel que jugará el Partido Acción Nacional (PAN) y la posición que adoptará ante las iniciativas correspondientes.

Hoy, nadie duda que de no concretar las reformas que le regresen la viabilidad de largo plazo a nuestra economía que se debate en una mediocridad ofensiva desde hace años, en pocos más enfrentaríamos una debacle cuyos efectos son hoy imposibles de imaginar.

Estoy convencido que Peña Nieto trabajará, en su calidad de presidente de la República, para que el Congreso apruebe una reforma profunda de Petróleos Mexicanos (Pemex) y de todo lo que tiene que ver con la energía; para que se aprueben las que tienen que ver con la educación pública en todos sus niveles, y la fiscal que desde hace un buen número de años manoseamos mas no concretamos. También, para aprobar una nueva ley laboral que remueva el gigantesco obstáculo que representa la vigente para la creación de empleos.

También, por el impacto negativo que tiene el campo actual en la vida nacional, el crecimiento y la pobreza y marginación de millones, deberá derogarse la caduca y retardataria Ley Agraria vigente y aprobar una que dé al campo la posibilidad de generar empleo y riqueza mediante tecnología y capital que logre elevar su bajísima productividad.

Coronaría a las reformas anteriores, la puesta al día de la Constitución en materia económica mediante la derogación de ese remanente del antepasado que es su “Capítulo Económico”.

Las anteriores reformas económicas deberán complementarse con otras de tipo político, como la eliminación de 100 diputados plurinominales y 32 senadores de “lista”; medidas éstas, indispensables para darle al Congreso la gobernabilidad real y efectiva que le permitirá jugar el papel de impulsor del cambio en vez del obstáculo actual.

¿Qué hará el PAN con sus menguadas bancadas en el Congreso? ¿Colaborará para que las reformas señaladas y otras más, se concreten a la brevedad para bien del país, el crecimiento y la creación de empleos que la población exige desde hace años? ¿Adoptará, otra vez, el papel crucial que acertadamente jugó hace 24 años cuando apoyó la aprobación de las reformas que devolvieron al país la viabilidad perdida las cuales, a la fecha, agotaron ya su utilidad por lo que urge la segunda generación de reformas?

No sólo pienso que el papel que jugará el PAN –ante la tarea que se nos presenta– será positivo y de franca colaboración, sino además, no tiene otra opción si quiere seguir como actor político importante.

Quién nos lo diría, que el sexenio más criticado no obstante las importantísimas reformas estructurales que concretó, lo fuéremos a repetir 24 años después con los mismos actores al frente: Un Partido Revolucionario Institucional (PRI) fuerte y renovado en el gobierno y el Congreso y un PAN disminuido ahí pero, consciente de su papel de impulsor de los cambios que el país y su crecimiento demandan.

Como dice la canción de Ferro en voz de Rocío Dúrcal: “Como han pasado los años; las vueltas que dio la vida”.

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