Resulta una buena señal que de entre las rejas burladas por los capos (fugas masivas), las detenciones espectaculares, las fosas clandestinas y los cerrojos violentados de las puertas de las casas honradas, reaparezca la sensible imagen de Cantinflas, que por el séptimo arte y, luego, mediante la reproducción de los filmes en la televisión, llegó y entró para quedarse en los hogares mexicanos.
Cantinflas, en estos días, y aunque no se había ido —permanece en aquellos que ya sumamos varias décadas—, entró en la vida de los mexicanos, y, acaso valga señalarlo, ingresó de modo entrañable. En contraste, los agentes de la seguridad, en tumbos lamentables —lo ha dicho la CNDH—, allanan las moradas sin orden judicial, y han asustado, lastimado y amenazado a los habitantes de miles de hogares profanados por no haber previas labores policiacas de inteligencia. Solo y de golpe, el cobarde despliegue de rudeza para que parezca que se avanza en la lucha contra la delincuencia.
Cantinflas fue un gigante en la cualidad virtuosa de lograr, con parlamentos graciosos, disparates y muecas, construir de súbito la risa aun a personas de distinta lengua, idiosincrasia y edad.
A los tristes y a los alegres, siempre les viene bien una dosis de humor que los revitalice; a los condenados a muerte y a los condenados a vida (decía Sabines), a los que sufren mucho y los que se duelen poco, les resulta indispensable de vez en cuando desatarse el corsé de las penas, aflojar las espuelas de las preocupaciones y los rencores. Aunque decían los mayores que “lo elegante es sonreír, y lo de tontos reír”, es falso: reír es resanarse por dentro para ponerse contento (conforme consigo mismo).
Cantinflas es rememorado con más urgencia que con la justicia que nos debe hacer a todos recordar y agradecer a los personajes célebres por su legado; el testimonio de sus obras se suspende en los péndulos de la historia. Se acude a Cantinflas en la efeméride del centenario de su nacimiento, más por la desesperada añoranza a ese páramo imaginario en el que el sin par peladillo de carpa, luego multifacético representante de los oficios más sencillos del medio urbano y rural, produjo la magia de dibujar la sonrisa reflexiva y sentimental en el rostro nacional.
Qué lástima que él, con Tintán y Chespirito (con su correspondiente originalidad), se ha muerto el género cómico que cumplían como servicio público esos gigantes del entretenimiento basado en el humorismo blanco.
Este post, se lo dedico con todo el corazón a la Dra. Tatiana Vidal... Mi todo, mi ser y "Pepe Grillo" que me hizo cabilar esta breve reflexión. Para ti, todo de mi.
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