febrero 07, 2012

APETITOS CACIQUILES

Si tomamos como principio de la semana que corre el domingo de hace dos días, no hay duda de que ésta será “movidita” en materia política. Dos acontecimientos la marcarán, importantes para muchos, pero para otros, sin mayores consecuencias.

El primero, la victoria de Vázquez sobre Calderón-Cordero y el segundo, el acercamiento –no reconciliación, dice él– de Cárdenas “el menor” con López para entregarle –dice él–, el viejo documento programático desempolvado hoy, “Un México para todos”.

No pocos de sus críticos señalan que esto último es un recurso para no perder imagen dada su muestra de oportunismo político; Cárdenas –el menor–, recula ante quien lo insultó y desplazó de mala manera del remedo de partido bajo el cual, ambos, encubren ambiciones y apetitos caciquiles.

La victoria de Vázquez es, antes que otra cosa, la segunda derrota política en pocas semanas de Calderón; la primera fue la derrota de su hermana en Michoacán y la tercera será, la definitiva, el 1 de julio.

El acto de Cárdenas es, habida cuenta de las diferencias entre los personajes involucrados, una derrota para él; al aceptar recular ante López, sólo trata de rescatar algo del capital político perdido para promover a su hijo, que por más esfuerzos que hizo para aprender a gobernar Michoacán, jamás lo logró. Dicen, quienes lo conocen, que de no apellidarse Cárdenas, dadas sus limitaciones, ni al cine podría entrar solo.

Ahora bien, en materia de propuestas económicas, ¿qué propondrá Vázquez dadas las líneas discursivas que a la fecha le hemos conocido, y qué contiene el documento que hoy entrega Cárdenas –el menor–, a López?

En el farragoso documento de Cárdenas, se propone construir un país de antepasado; Vázquez, un poco más moderna que aquél, llega al pasado. Ambos, con su antepasado y pasado, jamás podrán proponer el futuro; Cárdenas, porque en ese tiempo no tiene cabida dadas sus fobias ideológicas y grandes intereses y Vázquez, por esa obsesión que a los panistas hoy persigue como maldición gitana: su odio visceral al PRI.

A ambos, sus posiciones ideológicas y fobias personales les impiden ver “la cosa económica” –con la obligada y necesaria objetividad– para entender las causas de nuestros problemas y proponer, en consecuencia, cambios que nos permitan construir el futuro que hemos logrado evadir e impedir desde hace decenios.

La realidad que vino –en el caso de Cárdenas–, a exhibir lo peor del “nacionalismo revolucionario” que nos hundió, pero a decenas como él, a colmar de riquezas y privilegios sin fin, a Vázquez le demostró que el país no surgió el 1 de diciembre de 2000, y si hoy se regodea en señalar el pasado priista como causa de todo mal, hipócritamente deja de lado que lo que su partido hoy presume, se debe a decisiones de priistas.

Las campañas de Vázquez y López serán entonces, un espectáculo donde al antepasado de López-Cárdenas se sumará el pasado que vende Vázquez. Sin embargo, sumados, jamás darán como resultado el futuro que México necesita.

No hace mucho, Castillo Peraza advertía que debíamos cuidarnos de los que venden el pasado como futuro pero, jamás imaginó que el vendedor sería el candidato del PAN a la Presidencia. Lo que son las vueltas de la vida.

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