A medida que vemos —durante las semanas de precampaña— el desempeño de los precandidatos del PAN y el del PRI y escuchamos sus opiniones acerca de éste o aquel tema, surge cada vez con mayor frecuencia una pregunta: ¿De qué van a discutir y debatir en los meses de campaña? Lo que a la fecha hemos oído —pues es poco lo que ha valido la pena escuchar—, es pura morralla; poca sustancia que no ha tocado los temas que tienen que ver, real y efectivamente, con la construcción del futuro.
Los “estrategas” de uno de los precandidatos del PAN, se centran en corregirle el voluminoso nudo de su corbata, desabrochar los botones superiores de la camisa para que muestre el pecho y subirle las mangas de la camisa para parecer bravero de cantina; los de la precandidata, la ponen a bailar —en realidad, lo intenta porque eso del ritmo, no se le da— y a repetir el mensajito cursilón e hipócrita que a la fecha ha caracterizado su “mensaje”.
En el caso de Peña, poco es lo que podemos decir de sus opiniones de los temas fundamentales para el futuro del país —los cuales se encuentran bien tratados en su libro—, debido a la atención que ha prestado —junto con la dirigencia de su partido— a las marrullerías de los adversarios que buscan, a toda costa, descarrilar lo que saben llevará al PRI y su candidato a la victoria.
Frente a este panorama, ¿veremos —durante los meses de campaña— discusiones serias, y debates respetuosos con argumentos debidamente sustentados acerca de los temas que tienen que ver con la construcción urgente de un mejor futuro para el país y sus habitantes? ¿Podrá, el que vaya a ser candidato del PAN, dejar de lado lo que hoy a muy pocos interesa, para buscar centrar su oferta en el futuro?
¿Se atreverán a discutir —el del PRI y el del PAN—, lo que responda a las necesidades de millones en cuanto a pensiones, servicios de salud pública y a la educación de calidad que a la brevedad debe empezar a proporcionar el Estado? ¿Se atreverán a decirnos qué piensan acerca de los cambios estructurales urgentes en el campo, y de las necesarias y urgentes reformas constitucionales que posibilitarían la llegada de tecnología y capital para crear empleos y dejar de expulsar miserables?
¿Hablarán claro de los necesarios cambios que pusieren al día todo lo que tiene que ver con la energía? ¿Entenderán que buena parte del futuro del país pasa —obligadamente—, por cambios constitucionales para abrir efectivamente Pemex y CFE a la competencia?
¿Qué nos dirán de la reducción del aparato gubernamental y la desaparición de áreas creadas para cooptar a grupúsculos especializados en la obtención de privilegios sin fin? ¿Se decidirán, y nos lo harán saber, a combatir la corrupción de la manera correcta mediante la transparencia total de todo gasto para buscar así la eficiencia en el uso de los recursos y con ello, dificultar las prácticas corruptas?
Durante la campaña, el candidato del PRI y el del PAN deberán discutir mucho y debatir aún más en distintos foros para que nos aclaren, qué piensan del futuro y digan cómo lo vamos a construir. ¿Se comprometerán —como espera el elector—, con lo que importa —el futuro de México— o harán lo que hace Cordero, hablar sólo del pasado pues esto, a nada compromete?
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