enero 13, 2012

FELIPE CALDERÓN

Instalado en el “principio del fin” de su gestión sexenal, y luego de las relativas y/o absolutas derrotas que para él y su causa constituyeron que perdiera Luisa María Cocoa Calderón en su natal Michoacán y, más recientemente, el rechazo por parte del CEN blanquiazul de la “elección indicativa” cuya autoría y promoción le fue endosada a nivel mediático, el jefe del Ejecutivo parece listo para jugar, en las “primarias” de Acción Nacional, la última de sus cartas (electorales) no ya en la inducción-imposición de un candidato de su gusto sino, ahora, de una candidatura competitiva en la puja por mantener a su partido en la residencia oficial de Los Pinos.

Ello, cuando menos, es lo que ahora afirman quienes, cercanos a él desde el inicio de su administración, consideran “prácticamente inviable” que el presidente Felipe Calderón pudiera llevar su personal preferencia por uno u otro de los aspirantes a hacerse con la candidatura presidencial —Ernesto Cordero Arroyo, Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel Miranda, en ese orden— a un nivel en que, con ello, colocara a su partido en una situación particularmente complicada, dada la fortaleza tanto del priista Enrique Peña Nieto, ahora en entredicho tras sus constantes e inexplicables equívocos, y el pejeamoroso Andrés Manuel López Obrador.

No deberá pasar mucho tiempo para saber el resultado de esta presunta “nueva posición” del Ejecutivo que, no de ahora, sino de muchas semanas atrás, dejó más que claro que si bien no intervendría de manera directa, o ilegal si se quiere, en el proceso, si haría todo lo que estuviera a su alcance para evitar una eventual regresión en el proceso de transición política, representada por el retorno del Revolucionario Institucional a la primera magistratura… lo que, por otra parte, parece más que explicable.

Habrá que ver, entonces, y dar seguimiento puntual al cumplimiento que por parte del principal inquilino de la residencia oficial merezca este nuevo rol que, en opinión de los suyos, insistamos, parece dispuesto a jugar entre la fecha y mediados de febrero en un primer momento y, luego, hasta antes de julio, después de lo cual tanto él en lo personal como su gobierno en conjunto atestiguarán un (mucho más) acelerado descenso de su “estrella” política y, más importante, de su influencia en la definición de los grandes asuntos nacionales. El tiempo, pues, apremia…

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