octubre 17, 2011

LA BANDERA DEL PRD PARA EL 2012

Hace ya varios años, cuando Manuel Camacho dirigía el Partido del Centro Democrático en 1999 y su “delfín” Marcelo Ebrard se desempeñaba como secretario general del efímero instituto político, me explicaba los momentos sociales y políticos que vivía el país de cara a los comicios en los que el PRI perdería por primera vez en 70 años una elección presidencial.

En sus oficinas de Amores 923, colonia Del Valle, en el Distrito Federal, el ex jefe del DDF me explicaba en una hoja de papel y con una gráfica, que mostraba en una línea horizontal a la sociedad y en otra vertical al régimen priista, la situación en la que nos encontrábamos los mexicanos de cara al desgaste que amenazaba al régimen político. Habían sido asesinados el cardenal Posadas Ocampo, Luis Donaldo Colosio, José Francisco Ruiz Massieu y llevábamos ya cinco años de la aparición del Movimiento del EZLN y el “subcomandante” Marcos.

Y decía Camacho Solís que las presiones políticas sobre la sociedad habían reducido en los últimos años los “márgenes de maniobra” de la clase gobernante sobre una sociedad cada vez más crítica y más participativa de la que se tuviera memoria en las últimas décadas.

Planteaba entonces la necesidad de buscar alianzas con otras fuerzas políticas, para empujar el famoso “cambio” que finalmente y de acuerdo con lo que al año siguiente sucedió, llevó a Vicente Fox a capitalizar la inquietud de la población y lograr la victoria contundente en 2000.

Hoy, nuevamente, Camacho Solís y cerca de medio centenar de intelectuales y políticos, incluidos Carlos Fuentes, José Woldenberg, Juan Ramón de la Fuente, Cuauhtémoc Cárdenas, Sergio Aguayo y los precandidatos presidenciales Marcelo Ebrard, Manlio Fabio Beltrones y Santiago Creel, entre otros, avalan con su firma un desplegado en el que destacan que, a pesar de sus “distintas posiciones políticas y doctrinarias… compartimos una firme decisión: consolidar la democracia constitucional en México para dar respuestas a las exigencias de justicia, equidad, desarrollo y seguridad”.

Para nadie es un secreto el “olfato” político de todos los firmantes. Argumentan que vivimos ya un “pluralismo democrático en el Congreso, pero no en el gobierno”. Y que para consolidar esa democracia constitucional es necesario que el Congreso y el gobierno funcionen de manera armoniosa; algo que no ha ocurrido en la última década debido a la falta de acuerdos políticos entre el PAN y sus adversarios tanto en el Congreso como en los estados.

Y, por ello, firman el compromiso de que —mirando a 2012— “si ningún partido dispone de mayoría en la Presidencia y en el Congreso, se requiere una coalición de gobierno basada en un acuerdo programático explícito, responsable y controlable, cuya ejecución sea compartida por quienes lo suscriban”.

Y el “remate” de la nota lo dio semana pasada el jefe de Gobierno del Distrito Federal. Dijo Ebrard que un gobierno de coalición deberá ser la bandera para 2012. “Es una de las dos propuestas que hay; la otra es la que busca restaurar el viejo régimen”. O sea, el regreso del PRI.

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