julio 09, 2012

MEDIDAS IMPOPULARES


La reunión reciente celebrada hace unos días para tratar, una vez más, de definir las soluciones a la profunda crisis estructural que vive la Zona Euro y la Unión Europea, terminó como las anteriores, eludiendo el problema de fondo y entregando a los gobernantes de países en problemas, una latita de Mentholatum.

Si bien este ungüento cura incluso uñas enterradas, nada puede hacer cuando se trata de los problemas estructurales de una economía; hoy, varios países europeos se acercan peligrosamente a la situación que experimenta un canceroso cuando, lejos de reconocer su gravedad y ponerse en manos de especialistas que le aplicarían radiaciones y quimioterapia, prefiere tomar agüita de Tlacote.

A la fecha, no hay un solo país que haya resuelto sus graves problemas estructurales, producto éstos de la peligrosa adicción a endeudarse por encima de sus capacidades reales de pago, mediante la contratación de más deuda. La experiencia acumulada durante años como consecuencia de enfrentar crisis tras crisis producto del endeudamiento excesivo, demuestra que más deuda no cura sino agrava lo de por sí ya grave.

No hay que buscarle mucho para llegar a determinar una solución efectiva a los problemas generados por el endeudamiento excesivo; reducir el gasto público, recolectar más, estimular el ahorro y encarecer el dispendio, eliminar beneficios dizque sociales que no cuentan con la imperativa sustentabilidad financiera, elevar la edad de retiro y reducir los montos de las pensiones entre otras medidas, son lo mínimo que debe hacer cada país que enfrenta hoy las consecuencias de haber practicado, durante estos últimos 30 o 40 años, la peligrosa pero seductora costumbre de pedir prestado para pagar “la vida loca”.

Lo otro, exigir que mucho de lo que se recibe se pague aunque sea en forma parcial —entre otras medidas de racionalidad del gobierno frente a los que piensan que todo lo merecen y además, gratis—, es algo que los políticos —en la Zona Euro, la Unión Europea y en el mundo—, siempre han evitado; este tipo de conducta del gobernante frente al ciudadano, dicen, no da votos, los quita.

Te doy para que votes por mí, y hagamos como que no sabemos de dónde vienen los recursos que pagan tu semana de 35 horas y las excesivas e irracionales prestaciones “sociales”; dejemos de lado esas minucias del déficit permanente de las finanzas públicas, y festejemos el “Estado de bienestar” pues mañana, cuando estalle el problema, nosotros ya no estaremos al frente del gobierno.

Qué bonito y justiciero fue vivir así, mientras se pudo; qué cómodo fue, jamás preguntar acerca del origen de los fondos que sufragaron —durante años— aquella calidad de vida y las extensas vacaciones de las cuales disfrutaban cada verano. Sin embargo, el destino los alcanzó; esa vida de dispendio y beneficios “sociales” sin fin y la borrachera de “bienestar social” en la cual se pusieron “hasta atrás” durante años, deben hoy pagarla además de los intereses, normales y moratorios.

No creamos esa ilusión propia de los vividores del erario que afirman que hay lonche gratis; siempre, alguien paga la cuenta. Por eso, antes de pedirle más al gobierno, veámonos por favor en el espejo que desnudó a los europeos y les demostró que su “belleza social” era, como muchos señalaron oportunamente, sólo maquillaje barato.

Cuidado con la realidad pues cuando menos lo espera uno, llega y cobra.

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