julio 09, 2012

LA CRUDISIMA VERDAD


En este mundo, casi todo es efímero; lo que sucedió ayer, hoy es historia. En consecuencia, lo de anteayer con más razón. Las cifras, ahí están para el que quiera ver y sepa hacerlo; para el que vive en un mundo de sueños después de tantos años de andar en el negocio, no hay cura posible.

Si él sueña y vive en una realidad que inventó, no caigamos en su juego perverso el cual, es más peligroso que la adicción a una droga dura; la realidad, al igual que antes de votar y del principio de las campañas, sigue ahí con esa terquedad que a muchos tanto molesta.

Sin lugar a dudas, la crudeza con la que nos golpea en la cara la ofensiva realidad del país, ésta no desaparece con el simple deseo de borrarla; veámosla con objetividad, determinemos sin apasionamientos sus causas, y corrijámoslas; no hay otro camino para construir el futuro.

La realidad que desde ayer toca—otra vez— a nuestra puerta, no es fácil de digerir; México sufre de fallas estructurales de las cuales, muy pocos se atreven a hablar de ellas con la obligada franqueza. Lo que tenemos hoy del proceso electoral, es una buena oportunidad para dejar de lado —por fin, y de una buena vez—, la evasión de la realidad que ya se volvió vicio.

Las cifras que describen lo que somos y tenemos, son demoledoras; prácticamente no hay aspecto de la economía y su fundamentación jurídica, que no refleje el mundo de los años sesenta del siglo pasado. Urge, —en serio, aunque parezca disco rayado—, poner al día un conjunto de leyes y reglamentos que si no fuera por los modos que la diplomacia exige, todo el mundo se reiría de nosotros.

Las próximas semanas —antes de la entrada en funciones de la próxima Legislatura—, serán tiempo propicio para preparar las iniciativas de ley que concretarían las reformas por decenios pospuestas; en relación con ellas, dijo el domingo por la noche el candidato triunfador: “Aprovecharé los meses de transición para preparar las reformas a las que me he comprometido.” Estamos avisados.

Luego entonces, ¿por qué no tomamos como cierta su afirmación y damos nuestras opiniones acerca de los principales temas cuyo fundamento jurídico caduco y en no pocas ocasiones absurdo, requiere urgentemente ser puesto al día?

¿Acaso está satisfecho usted con la productividad de Pemex y CFE? ¿Los niveles de corrupción en ambas “empresas” le parecen a usted aceptables, y dignos de ser mantenidos por siempre? ¿Acaso la calidad de la educación que imparte el Estado, la considera adecuada para responder a las exigencias de un mundo que no espera y desde hace cuarenta años corre veloz por delante de nosotros?

¿Está conforme con el desastre en el que hemos convertido al campo mexicano? ¿No siente algo al ver o enterarse de la situación en que se desenvuelven millones de miserables? ¿No se ha enterado de la bomba de tiempo que hemos construido —con la sabiduría y paciencia de un relojero suizo— con los sistemas públicos de pensiones? (¿No ha leído “Pensiones en México: La próxima crisis”, de Pedro Vásquez y editado por Siglo XXI Editores? ¿Qué espera?).

Las vacaciones terminaron, volvamos a la realidad que dejamos hace tres meses; basta ya de jugar al “Tío Lolo”. Como dicen en mi pueblo, “En caridad de Dios, ya maduremos”.

REFORMAS ESTRUCTURALES


En el mensaje de este lunes, el candidato triunfador Enrique Peña Nieto mencionó cuatro reformas a las cuales daría prioridad: laboral, fiscal (cuánto agradezco que no haya usado ese barbarismo de “hacendaria” que tanto seduce a los que golpean sin la menor consideración, al de por sí vapuleado idioma español), energética y la correspondiente a la seguridad social.

¿Habrá llegado, al fin, la hora de enfrentar nuestra dolorosa realidad en cuanto a lo caduco de nuestro andamiaje jurídico? ¿En verdad el Congreso de la Unión hará –ahora sí–, lo que ha evadido sistemática y conscientemente durante decenios y legislará a favor del crecimiento económico y el progreso?

¿Acaso los que desde hace años se han opuesto a derogar leyes atrasadas y alejadas de la realidad que enfrenta el país en una cantidad de temas que da pena enlistarlos, van a aprobar lo que hace unos meses ni siquiera se atrevían a discutir?

¿Será cierto, por ejemplo, que un sempiterno dirigente sindical de algún estado del país, seis veces diputado federal y senador a partir del uno de septiembre, entendió y aceptó ya que la Ley Federal del Trabajo debe adecuarse a las nuevas condiciones del mundo, no sólo del país? ¿Acaso verán las cosas con otra óptica, los que a la menor señal de un cambio legislativo de trascendencia tomaban la tribuna para impedir su discusión?

¿Será cierta tanta belleza? De concretarse, ¿qué habría hecho cambiar de opinión a muchos de los que llegarán a San Lázaro y al edificio que parece hotel más que digna sede del Senado de la República, para estar de acuerdo con las reformas que Peña Nieto anunció el lunes?

Simplemente, es mi hipótesis para explicarlo, se dieron cuenta que hay una nueva realidad política con la llegada de una generación más joven al frente de la Presidencia de la República; Enrique Peña Nieto, guste, se entienda y acepte o no, representa la clara disposición a buscar con toda la fuerza que da un triunfo legítimo y la urgente necesidad de poner al país al día en lo que se refiere a su caduco andamiaje jurídico.

Tanto aquel dirigente como los que han hecho de usufructuar posiciones de “liderazgo” durante decenios el mejor negocio de su vida, parecen haber entendido que el triunfo de Peña Nieto, y la llegada con él de profesionales cuya visión del desarrollo difiere de la tradicional en cuanto a lo que hay que hacer para crecer y poner a México al día, representan el principio de su fin.

Peña Nieto, frente a López y Vázquez cuya obsesión por el pasado les impidió entender que los problemas están en el futuro, representa romper con una visión caduca y aceda del crecimiento. Repito, puede gustar o no, pero aquél representa el futuro que hay que construir; de ahí que muchos de los que hoy lo elogian cuyo pasado es inmenso y mínimo su presente, terminen insultándolo una vez que queden fuera de los reflectores.

Ya dijo el ganador cuáles son las reformas a las que dedicará, de entrada, buena parte de sus esfuerzos; digamos pues, con la debida sustentación, lo que pensamos debe contener cada una y dejemos a López y a sus serviles e incondicionales, hundirse en su loca aventura que es reflejo de su visión caduca del desarrollo.

Tomémosle la palabra a Peña, y pongámonos a construir el futuro.

MEDIDAS IMPOPULARES


La reunión reciente celebrada hace unos días para tratar, una vez más, de definir las soluciones a la profunda crisis estructural que vive la Zona Euro y la Unión Europea, terminó como las anteriores, eludiendo el problema de fondo y entregando a los gobernantes de países en problemas, una latita de Mentholatum.

Si bien este ungüento cura incluso uñas enterradas, nada puede hacer cuando se trata de los problemas estructurales de una economía; hoy, varios países europeos se acercan peligrosamente a la situación que experimenta un canceroso cuando, lejos de reconocer su gravedad y ponerse en manos de especialistas que le aplicarían radiaciones y quimioterapia, prefiere tomar agüita de Tlacote.

A la fecha, no hay un solo país que haya resuelto sus graves problemas estructurales, producto éstos de la peligrosa adicción a endeudarse por encima de sus capacidades reales de pago, mediante la contratación de más deuda. La experiencia acumulada durante años como consecuencia de enfrentar crisis tras crisis producto del endeudamiento excesivo, demuestra que más deuda no cura sino agrava lo de por sí ya grave.

No hay que buscarle mucho para llegar a determinar una solución efectiva a los problemas generados por el endeudamiento excesivo; reducir el gasto público, recolectar más, estimular el ahorro y encarecer el dispendio, eliminar beneficios dizque sociales que no cuentan con la imperativa sustentabilidad financiera, elevar la edad de retiro y reducir los montos de las pensiones entre otras medidas, son lo mínimo que debe hacer cada país que enfrenta hoy las consecuencias de haber practicado, durante estos últimos 30 o 40 años, la peligrosa pero seductora costumbre de pedir prestado para pagar “la vida loca”.

Lo otro, exigir que mucho de lo que se recibe se pague aunque sea en forma parcial —entre otras medidas de racionalidad del gobierno frente a los que piensan que todo lo merecen y además, gratis—, es algo que los políticos —en la Zona Euro, la Unión Europea y en el mundo—, siempre han evitado; este tipo de conducta del gobernante frente al ciudadano, dicen, no da votos, los quita.

Te doy para que votes por mí, y hagamos como que no sabemos de dónde vienen los recursos que pagan tu semana de 35 horas y las excesivas e irracionales prestaciones “sociales”; dejemos de lado esas minucias del déficit permanente de las finanzas públicas, y festejemos el “Estado de bienestar” pues mañana, cuando estalle el problema, nosotros ya no estaremos al frente del gobierno.

Qué bonito y justiciero fue vivir así, mientras se pudo; qué cómodo fue, jamás preguntar acerca del origen de los fondos que sufragaron —durante años— aquella calidad de vida y las extensas vacaciones de las cuales disfrutaban cada verano. Sin embargo, el destino los alcanzó; esa vida de dispendio y beneficios “sociales” sin fin y la borrachera de “bienestar social” en la cual se pusieron “hasta atrás” durante años, deben hoy pagarla además de los intereses, normales y moratorios.

No creamos esa ilusión propia de los vividores del erario que afirman que hay lonche gratis; siempre, alguien paga la cuenta. Por eso, antes de pedirle más al gobierno, veámonos por favor en el espejo que desnudó a los europeos y les demostró que su “belleza social” era, como muchos señalaron oportunamente, sólo maquillaje barato.

Cuidado con la realidad pues cuando menos lo espera uno, llega y cobra.

LA DEMOCRACIA EN EL MUNDO


Uno de los resultados más que evidentes de la reciente elección es, sin duda, haber probado que en México tenemos —dentro de la clase política y la intelectualidad—, muy pocos demócratas; pocos realmente conscientes de lo que significa guardar la debida congruencia entre lo que se piensa y cómo se actúa.

Los ciudadanos aprenden a ser demócratas, viendo a los políticos y a sus “intelectuales” decir y actuar; es la vía para que millones adquieran las formas democráticas, y luego la debida claridad y consciencia de lo que eso significa en la sociedad. De ahí que el ejemplo sea un instrumento de primera importancia para educar al ciudadano común en las artes de la democracia.

Lo que vemos en países cuyos procesos para cambiar gobierno son similares al nuestro, difiere de lo que aquí es regla; ver al perdedor en un país de América Latina, dirigirse a donde el ganador festeja con los suyos la victoria para felicitarlo, educa. Su ejemplo de civilidad y consciencia democrática, impacta a la vez que induce a imitarlo y eso, educa.

Enterarnos y ver lo que en decenas de países es normal —la aceptación de la derrota con los datos que arrojan las encuestas de salida y los conteos rápidos—, no se ve correspondido con lo que aquí hacen nuestros candidatos derrotados. Para empezar, los nuestros no son derrotados sino que “las tendencias no los favorecen”. Si bien de “dientes para afuera” se acepta la derrota con aquel eufemismo (“Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”), el no favorecido por “las tendencias” se resiste a decir la verdad con todas sus letras.

Esta conducta de los nuestros, en nada ayuda a estimular la formación de una cultura democrática; tampoco que los integrantes de ciertos grupos sociales que pasan más años en las aulas que el resto, se comporten como vándalos en vez de dar ejemplo de una conducta democrática.

Por el contrario, la suya raya en el vandalismo típico del lumpenproletariat (Para quien tenga interés en el término y significado que le dio Carlos Marx, puede acudir a esa obra que hoy vale la pena releer, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte); éste, además de degradarlos, causa un grave daño a la democracia.

También contribuyen a este daño, la conducta de López, Monreal, Camacho, Zambrano y Zavala, que por insania, servilismo, búsqueda de beneficios personales, falta de dignidad para deslindarse de quienes hacen de la política una actividad de desclasados, de la escoria social como bien dijo Marx, o simplemente por amargura y envidia.

La formación de ciudadanos con consciencia democrática, es un largo proceso en el cual, vándalos y vividores nada tienen que aportar salvo, por supuesto, ser su conducta ejemplo de lo que no debe hacerse.

Podría no gustar a muchos lo que hoy y aquí digo pero, es la verdad; mejor servicio hace a la democracia la conducta mesurada y prudente de Enrique Peña Nieto y el PRI en su conjunto, que las muestras de desvergüenza por la pretensión (“Aspiración ambiciosa o desmedida”) de los arriba señalados y su cohorte de serviles, de querer vender como axiomas o virtudes, mentiras evidentes, estupideces jurídicas y el resentimiento del mezquino.

Con ellos y estos “jóvenes educados”, muchas elecciones faltan para alcanzar un nivel aceptable de cultura democrática. Somos, al final del día, lo que Carlos Castillo Peraza sentenció: Una democracia sin demócratas.

NO AL CONFLICTO… TOTAL, SOMOS AMOROSOS.


Nadie en la actualidad, por paradójico que ello resulte, parece más interesado en evitar la previsible evolución del ahora demócrata y amorosísimo Andrés Manuel Lóprez Obrador a su faceta violenta exhibida tras los comicios federales de 2006, que igual perdió el pasado domingo que Marcelo Ebrard Casaubón y Los Chuchos de Jesús Ortega, sus aliados en el control del partido del sol azteca.

En los últimos días y horas, ciertamente, a juzgar por infinidad de hechos ocurridos y/o reportes generados al interior del war room del tabasqueño, nadie representa mejor a quienes se preocupan, y ocupan, en mantener tranquilo al dos veces candidato fallido de las izquierdas a la Presidencia, que el jefe del gobierno capitalino y los suyos que, con Miguel Ángel Mancera, bien que se saben entre los ganadores indiscutibles del pasado 1 de julio.

Por ello, entonces, y porque tanto Ebrard como los Zambrano, Ortega y Acosta Naranjo, entre otros, así como los Cárdenas Solórzano y Batel, entienden con absoluta claridad que lo que está en juego hoy es no sólo la suerte de su abanderado, sino el futuro de una izquierda supuestamente más moderada y democrática representada por ellos o, inclusive, la eventual candidatura presidencial del primero en 2018, es que se sienten obligados a evitar un posible conflicto postelectoral que, de diversas maneras, López Obrador y sus más cercanos vienen anunciando, ¿y construyendo?, desde antes, incluso, de la jornada electoral.

Un conflicto, valdría destacar, que de ganar la calle en forma de plantón, marchas o protestas de jóvenes, y no tan jóvenes miembros del otrora apartidista movimiento #YoSoy132, por ejemplo, o en el aliento de ingobernabilidad o desestabilización social desde la tribuna mediática o, incluso, de posiciones de poder legítimamente asumidas, no discriminará a la hora de cargar costos ni de exigir la asunción de responsabilidades.

Eso y no otra cosa, insistamos, es lo que está forzando a los más destacados liderazgos del perredismo nacional, a su dirigencia en pleno y seguidores, a dejar en claro su decisión de “ir con Andrés hasta el final en la lucha por limpiar la elección… siempre y cuando se mantenga dentro de la legalidad” pues, aun sin decirlo, saben que los costos de cualquiera otra opción serían impagables para México y la sociedad toda, sin duda… pero más aún para ellos.

MI ÚLTIMO ARGUMENTO CON EL MAL TEMA DEL 132

Escalado ya a nivel nacional por parte de sus jóvenes y no tan jóvenes activistas —atencos, sindicalistas de Mexicana y ex trabajadores de la extinta LyFC, entre estos últimos— el movimiento #YoSoy132 continúa en la mira de los cuerpos de seguridad e inteligencia del país que, un día sí y otro también, avanzan en la confirmación de su original hipótesis de que el mismo mantiene vínculos —“formales o no, es lo de menos…”— con el lopezobradorismo empeñado en dar forma a un conflicto postelectoral que muchos ven venir, pero que nadie quiere reconocer.

En las últimas semanas, efectivamente, agentes a cargo de la investigación del otrora apartidista movimiento se habrían hecho con evidencias —escritos y algunas grabaciones telefónicas, incluso— de que, tal como referimos aquí (#YoSoyMEO-132…11/06/12), el mismo fue cooptado por personajes supuestamente vinculados a Manuel Camacho, operador non del derrotado candidato de las izquierdas y, al paso de los días, puesto al servicio de una causa que, salvo en su connotación antiPeña, cada vez lo diferencia más de sus orígenes.

Merced a ello, hoy es posible escuchar grabaciones en las que una persona identificada como Manuel Solares —“operador de siempre del ex priista…”— dialoga con diversos actores de la izquierda y en las que, entre otras cosas, explicita la participación del Movimiento Progresista en la organización, manejo y financiación de los jóvenes movilizados a través del membrete que, apenas el sábado, sacó a la calle a miles de personas en una veintena de ciudades.

Así, en una de las charlas referidas, del 7 de junio, el supuesto Solares comenta a un interlocutor no identificado, a lo largo de más de cuatro minutos, la difícil situación que se vivía entonces al interior del PRD y que, en sus palabras, podría poner en grave riesgo “al Peje… ahorita que está él financiando todo lo del 132 y el Argo (¿?)… nomás ponte en su lugar”. Luego, entre festivo y arrogante, se identifica como la “pesadilla favorita de El Africano… me debe soñar”, aunque nunca identifica a éste.

Y en otra, del 10 de junio, se escucha cómo el mismo personaje refiere a un tal Toño que a las 7 de la mañana le habría hablado a El Animalón —“bueno, más bien me manda un mensaje”— “y me dice: chécate la columna de Ricardo Alemán… donde “dice que la mano que me mece el 132 es la mía y que yo, como su operador político, soy el que doy la lana y la chingada… ¡sí, con nombres! y que soy el instigador de lo que ha hecho la CNTE contra Televisa y todo eso”.

Luego, aprovecha para consultar a su interlocutor qué hacer, pues “hay dos soluciones. Una, es hacerme pendejo, como que yo no sé nada; ¿por qué?, pues porque aquí no ha caído nada… otra es hablarle a Salomón y deslindarme, pero si le hablo me va a decir deslíndate y ya… y aquí no ha caído nada”. Ambos, obviamente, optaron por la opción de “dejarlo y pensarle qué hacer para el lunes…”