Si no fuera sospechosista del sospechosismo mismo, podría afirmar categóricamente que fueron los Legionarios de Cristo, en conciliábulo con el gobierno, en lo más oscurito de Bucareli, donde se ideó la salida del clóset de Ricky Martin para conformar una cortina de humo alrededor de los grandes escándalos en su entorno.
Nada mejor que una noticia que, a pesar de ser varias veces rebatida por sus supuestas novias (pobre Rebeca de Alba, quedó peor de quemada que el eje Chesarito-Matrix-Gomezpunk-Peñanieto que, luego de cansarse de negarlo, tuvieron que aceptar que jugaban a las pipis y gañas en lo oscurito de Gobernación), puede alimentar esa cierta clase de morbo que sólo las celebridades, hambrientas de notoriedad, consiguen incentivar.
En estos momentos, con toda sinceridad, ¿a quién le importa el atentado en el Metro de Moscú, el asesinato de adolescentes y niños en Durango a manos de unos sicarios hijos de puta, o las disculpas del gobierno frente a los trágicos daños colaterales de la narcoguerra, cuando Ricky se declara homosexual con el mismo talante con el que El Chelís (convertido en el nuevo Niño Fidencio) declara que el América es “un equipazo”?
Digo, hay prioridades, a quién le puede importar que militares acusados de violación en un antro de Castaños, Coahuila, llamado El Pérsico, hayan sido beneficiados con importantes rebajas a su condena por tecnicismos legales, cuando Ricky Martin se declara gay, sin temor a que Paquita la del Barrio quiera obligarlo a dejar morir de hambre a sus hijos adoptivos, o que el PAN, encabezado por Navalú y Marianita Gómez del Campo, quieran quemarlo en leña verde, con una pequeña ayuda de la PGR del grisáceo Chávez & Chávez.
Pero el cambio inesperado del caso Paulette (la niña secuestrada misteriosamente en Huixquilucan), ahora que los padres han sido arraigados por la inconsistencia de sus declaraciones, quizá disipe las neblinas que el affaire Ricky Martin y nos devuelva a la cruda realidad y a nuestras preocupaciones por el Bicentenario que es un mundo de caramelo. Sí, mejor hay que hablar bien de México, como pide Calderón con la misma humildad con la que Paco Memo Ochoa solicita que no se fije la gente en sus pifias porteriles.
Claro que también puede pensarse que todo estaba planeado por Ricky Martin para opacar el aniversario luctuoso de Rigo Tovar. Esa sí es mala leche.
Ya lo dijo el maestro Kabeza en Twitter: No es lo mismo el livin la vida loca, que livin la vida, loca.