enero 14, 2011

LA AMBIGÜEDAD DE CONCEPTOS NO FORTALECE EL SECTOR EMPRESARIAL EN MÉXICO

Otra vez aparece la pócima que curará todo mal: la reactivación del mercado interno. Atrás quedaron “los motores internos”, cantaleta que repetían Calderón y dos o tres funcionarios sin efecto práctico alguno.

Convendría, para dejar en claro dicha “reactivación”, decir que ésta no es tal; los mexicanos no han dejado de consumir por lo que, no se “reactiva” lo que está activo.

Los mexicanos consumen y con ello crean una “demanda interna” la cual es satisfecha por fuentes externas no domésticas debido a la mala calidad de lo aquí producido, su alto precio o la baja producción.

¿Qué pretenden entonces los promotores de tal “reactivación”?

¿Acaso regresar al viejo proteccionismo que tanto daño causó a millones de consumidores? Por otra parte, ¿es correcto hablar de “mercado interno” cuando un buen porcentaje de los insumos requeridos para fabricar éste o aquel producto, lo debemos importar? ¿O cuando la demanda de aquellos la satisface, por calidad y/o precio, una fuente externa? ¿Se debe hablar de “reactivar el mercado interno”, cuando más de 50% de la demanda de un producto es satisfecho por una fuente externa por la baja capacidad de nuestras empresas?

En una economía cerrada como fue la nuestra, no hay lugar a confusión con el término “mercado interno” por las condiciones de proteccionismo y cierre de fronteras que estimuló la vieja y dañina estrategia de “la sustitución de importaciones”, pero en una economía abierta debe hablarse de “demanda interna” al margen de quien la satisface, una fuente doméstica o externa.

Cuando algunos actores políticos empiezan a hablar de “reactivar el mercado interno”, lo que hacen es exhibir su vena proteccionista que tan bien cae entre los políticamente correctos pero que causa daños sin fin al consumidor.

Su propuesta deja ver, entonces, una fuerte nostalgia por las baratijas cepalinas que algunos aprendieron hace años y tantos estragos causaron en América Latina; la más famosa y dañina, “la sustitución de importaciones”.

Conviene no olvidar que el consumidor mexicano tiene más de veinte años de valorar y preferir una oferta que proviene de fuentes externas, no domésticas; tanto sufrió por la porquería cara y mala que debió comprar (surtida por los que hicieron del proteccionismo una religión), que lo que hoy viene del exterior les parece mejor y/o más barato.

Para lograr presencia en el mercado de ciertos bienes que consumimos, los oferentes domésticos deberán innovar, conocer las preferencias del consumidor y elevar su productividad para competir con calidad y precio.

De no hacerlo, “la reactivación” aquella estaría, no en chino sino en arameo pues lograrla sería un milagro.

Si los legisladores eliminaren el Capítulo Económico de la Constitución y derogaren, entre otras, las caducas leyes Agraria y del Trabajo y aprobaren nuevas que estuvieren a la altura de las exigencias del consumidor y las empresas, podríamos (además de crecer) desarrollar ahora sí fuentes domésticas que vendrían a satisfacer parte de nuestra demanda y por qué no, de la que se registra en otros países.

Por último, si no se atreven a lograr lo anterior, ¿podrían decirnos cómo concretar la manoseada “reactivación”?

En Campeche, lo estamo haciendo... El ejemplo lo dan las asociaciones que se han creado los últimos días y el proyecto impulsado por SEDICO para la promocion de productos campechano hacia el interior y fuera del Estado. Ya pusimos la primera piedra, ojalá y la federación se ponga las pilas.

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