Aquí estamos. Listos, bien preparados, sobrados de sueños y proyectos de muy diversa índole, pero perfectamente estructurados y posibles. Así palabras más, palabras menos sin pausa y bien seguro, me adelantaba en la versión electrónica abarrotera al comienzo de la semana Jorge R. de la Gala López alguno de los argumentos que inspiraron la creación de la asociación civil "Líderes Emprendedores" y que con un padrón inicial de seiscientos jóvenes empresarios campechanos quedó formalmente constituida la noche del miércoles de esta misma semana que dejamos atrás.
En el discurso no hay belicosidad ni altanería, pero sí una firmeza poco utilizada para mirar a la parte alta de la pirámide. Hablamos de los organismos empresariales fundamentales que conforman el Consejo Coordinador Empresarial de Campeche cuyas estructuras juveniles no aparecen siquiera en los organigramas de sus respectivos lobbies y oficinas. Éstas ya deformaron sus principios, han perdido rumbo, causa -apuntaron en los discursos de apertura - y ha llegado el momento de recuperar esos principios. En la primera encerrona no hubo banderas, logotipos políticos colgados en la pared, y menos aún presencia de funcionarios de la administración pública de cualquiera de los tres sectores de gobierno.
En su primer vals se autodefinieron en apenas tres categorías. El emprendedor cero, el que de plano no tiene, -literalmente hablando ni para el camión-, el emprendedor uno, que ya tiene una empresa y podría estar en posición de jalarse a uno más de los antes mencionados en la dinámica propia del crecimiento, y la tercera división, una categoría a la que tendrán que irse integrando todos. Tal vez no Shangrila pero si al menos una zona cómoda que les permita colocarse en los cajones de salida de pistas más rápidas y con exigencias de pericia mayores al estándar al que se ve sometido en el mercado laboral del subempleo el lavacoches y su inseparable socio, el "viene/viene". Les queda claro que solos, seguirán siendo atropellados por el "preferentismo" (terminajo acuñado por ellos para sustituir al ya muy desgastado "favoritismo") y que la única manera de no quedarse mirando como el chinito desde el otro lado de la banqueta, es ir trabajando todos en conjunto.
La enjundia de estos chavo s contribuye a revertir la negación histórica de la existencia de una verdadera cultura empresarial en Campeche. Así lo prueban también, don Antonio Barrera y su pastelería, doña Olga Calderón y su negocio de venta de pollos, Maricela Almeyda Silva y su tiendita de la esquina, Pepe Amábilis y su taller de motocicletas por tres generaciones, Pedro Marentes que vende vidrio, Adriana Segovia y su restaurante y Elvira Díaz y su tienda de Abarrotes quienes recibieron esta misma semana biyuyo fresco para apuntalar el crecimiento de sus respectivos negocios bajo la cobertura del programa Fondo Campeche.
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