diciembre 03, 2012

EL NUEVO SEXENIO

Arrancan los días laborables de diciembre de 2012. Arranca también un nuevo sexenio en México.

Tenemos a un nuevo presidente de la República, Enrique Peña Nieto, en una etapa más del proceso democrático de nuestro país, en el que la alternancia en el ejercicio del poder público es una de sus características.

En otro orden de ideas, queda menos de un mes para que en Estados Unidos se llegue a algún tipo de acuerdo para que sus desequilibrios fiscales no les hagan caer en el precipicio establecido. Será un mes interesante sin duda, más allá de los mayas.

El inicio de un nuevo gobierno en México —y supongo que en cualquier otro país— genera expectativas de varios tipos, incertidumbre y desajustes que se ocasionan al aflojarse los amarres que mantienen unido al aparato gubernamental y a los ámbitos que toca.

Es lo normal y tienden a corregirse más o menos rápido. En esta ocasión, además de cambio de gobierno, hay un cambio de partido en el Poder Ejecutivo y la idea sería que tales desajustes tardaran más de lo esperado en corregirse, aunque la impresión que tengo es que no será así, pues el llamado periodo de transición parece haber sido salvado correctamente.

No sé cuál haya sido su reacción, amigo lector, al conocer al equipo de trabajo del Presidente. Más allá de los nombres y después de leer los antecedentes de los personajes en cuestión, me quedé con la idea de que en primer lugar no hay “cuates” en la alineación, a diferencia de lo ocurrido en las dos administraciones panistas que, entre otras cosas, hicieron patente su carencia de elementos con experiencia para gobernar.

Claro que hay gente cercana al Presidente en puestos clave, como lo son las secretarías de Gobernación y la de Hacienda, pero no todo es así. Hay viejos priistas, hay un secretario de Relaciones Exteriores que proviene de la alineación anterior en la que ocupaba un puesto distinto (lo que hace muy interesante este nombramiento; ojalá ahora en la SRE se prioricen los temas de inversión, operación comercial y penetración mexicana en el ámbito económico global) y una secretaria de Desarrollo Social que proviene de la izquierda.

Hay tres ex gobernadores y una ex jefa de Gobierno del DF. En general no hay novatos y sí muchos políticos. El Presidente tendrá que confiar en la capacidad negociadora de éstos para llevar a cabo sus proyectos, varios de los cuales fueron anunciados en su discurso inaugural.

El Presidente habló de 13 decisiones, todas ellas importantes, todas ellas noticiosas, en las que el balance de áreas es adecuado.

Pero desde mi punto de vista las decisiones 14, 15 y 16 —que no fueron parte de la lista de 13— son tan importantes o más que las otras. Son decisiones para las que se requiere mayor capacidad de negociación, en las que se empeña mayor capital político y que, por lo mismo, ponerlas por delante implica un alto riesgo de pérdida de poder, si éstas no salen bien.

“Vendrán, por supuesto, más decisiones” dijo el Presidente después de mencionar las 13 ya conocidas y entonces mencionó a las reformas estructurales en los campos de energía, hacendario y en el régimen de seguridad social para lo que, dijo, necesita lograr consensos.

Y sí, todavía falta para ello. A lo anterior siguió la frase de: “Es tiempo de romper, juntos, los mitos y paradigmas, y todo aquello que ha limitado nuestro desarrollo”, mensaje que, supongo, está dirigido a los que le apoyan, a los que dicen que le apoyan y a sus opositores.

La mayoría de las decisiones “enumeradas” tendrán que pasar por el Congreso. Aquí es donde necesitará de sus negociadores. Algunas de ellas se encuentran más en el ámbito de la negociación política y varias afectan directamente a la economía y a la posición fiscal nacional. La mayor parte de ellas implica gastos, lo que resulta importante, toda vez que nunca se habla de ingresos en el discurso y se anunció que se enviará al Congreso un paquete económico que contendrá un presupuesto que aspira tener cero déficit presupuestal.

Habrá que ver cómo y con qué lo hacen, partiendo de la base de que hoy existe un déficit fiscal. Una vez más, los negociadores son los importantes.

No se vale decir: “… a ver cómo nos va”, que es un lugar común en este tipo de situaciones. La idea es cómo queremos que nos vaya. Asimismo, se suele preguntar: ¿Cómo los ves? Y las respuestas suelen ser meras suposiciones, a lo más, especulaciones. La pregunta es cómo nos vemos cada uno en este escenario y qué papel nos toca desempeñar. Hay margen para decidir. Suerte.

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