agosto 31, 2012

REGLA, NO EXCEPCION




El problema —más artificial que real— del incremento del precio del kilogramo de huevo para plato, sirvió para que no pocos plantearan abiertamente lo que piensan pero era políticamente incorrecto expresar; hoy, sin tapujo alguno afirman: El Estado debe intervenir —oportuna y decididamente— para enfrentar y resolver problemas similares a aquél.

Todo indica, si nos atuviéremos a las opiniones vertidas por políticos y opinantes profesionales, que con lo expresado confundieron en vez de aclarar dada su ignorancia en materia económica, los precios deberían permanecer fijos, inamovibles en el tiempo. Desean, eso expresan sus desatinos económicos (“Locura, despropósito o error”); plantean, ante elevaciones de precios “excesivas y súbitas”, que el Estado debe intervenir para corregir lo que consideran injusto, inaceptable, abusivo y decenas de adjetivos más.

El Estado tiene entre sus obligaciones, afirmaron muchos opinantes repitiendo las burradas de no pocos políticos, asegurar que todos tengamos acceso a huevos baratos; además, dada la enjundia que pusieron al exigir su intervención, tal parece que la solución de todos nuestros problemas —de acuerdo con este grupo que exige la intervención estatal—, pasa ineludiblemente por la presencia del Estado, siempre bondadosa y protectora.

Su reacción, frente a lo que es normal en una economía abierta que respeta las decisiones de los consumidores y busca reducir las trabas a la iniciativa individual así como remover los obstáculos a la inversión, parece no ser excepción, sino regla.

Sus “argumentos”, me dicen que su idea del papel del Estado en la economía, es que éste debe controlar los precios, mantenerlos “en calma” para evitar alzas de los mismos; dieron con sus opiniones, repito, una idea clara de su visión estatista de la economía.

Debo reconocer mi error en este último punto; ingenuo que soy, a pesar de mis años y de un cuarto de siglo de apertura económica, creí que esa vieja idea arrumbada en el basurero de la historia, ya estaría desterrada entre nosotros. Lo acepto, me equivoqué; sigue viva y coleando.

La visión estatista de la economía, está a flor de piel en muchos de los que de dientes para afuera se declaran “liberales” y que en un gesto casi teatral, exigen que Peña Nieto les presente —a ellos, sí a ellos—, la Agenda Liberal que esperan.

Hoy, esos falsos liberales se han mostrado como lo que son, decididos defensores de la intervención estatal en la economía; su posición, expresada al hablar del alza del precio del kilogramo de huevo y de “la solución”, es la regla en su visión económica, no excepción.

Su liberalismo, era sólo una pose; antes del “huevazo”, la expresaban para verse “modernos” pero hoy, a las primeras de cambio, aparecieron los nostálgicos de la “Docena Trágica” de LEA y JLP.

Ellos son, los que desde 1987 añoran los controles de precios y “la certidumbre económica”; son los que hoy, nada saben de huevos y cómo se forma su precio pero gracias a ellos, tuvieron que salir del “clóset económico”, lugar donde ocultaban su simpatía por una economía cerrada que para fortuna de millones de consumidores, buena parte de ella desapareció.

Hoy, ya no pueden aparecer como lo que decían ser; los huevos los exhibieron.

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