En cuatro días más terminará otro año que transcurrió vertiginosamente, encadenándose hecho tras hecho, acontecimiento tras acontecimiento, para dar como resultado otros 365 días en los que muchas cosas acontecieron en el país, pero muchas otras no sucedieron. Y son las que a nivel político y social millones de mexicanos estuvimos esperando que ocurrieran.
Los grandes pendientes del año que se va tienen que ver, primero, con la convivencia entre nosotros; se profundizaron los problemas derivados de la violencia y fuimos incapaces de lograr una disminución en las ejecuciones, incidentes y enfrentamientos que se desencadenaron en varias regiones del país. Es muy probable que este año termine muy cerca de los 15 mil muertos que se registraron en 2010.
Asimismo, los problemas sociales se recrudecieron con el aumento en la desigualdad. Si tomamos en cuenta el último estudio dado a conocer el 6 de diciembre por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de la cual México forma parte, las diferencias entre ricos y pobres alcanzaron su nivel más alto, con ingresos hasta 26 veces superiores para e 10% de la población respecto a 10% del sector más pobre de la sociedad mexicana. En su reporte: Divididos resistimos: ¿por qué sigue aumentando la desigualdad?, el organismo revela que el ingreso promedio de 10% de los hogares mexicanos más ricos fue de 228 mil 900 pesos en 2008, casi 26 veces mayor al registrado en hogares con menos ingresos, que en promedio captaron ocho mil 700 pesos mensuales. En los últimos 25 años, los ingresos reales de los hogares en nuestro país crecieron 1.7% para la población más rica y sólo 0.8% para la más pobre.
Mucha de la responsabilidad la tuvo, también, la clase política. Reformas a medias o, de plano, ningún avance en temas como el laboral. Se respira una parálisis que en nada abona a un clima de distensión política que seguramente se verá más nebuloso con motivo del proceso electoral federal del año por venir. Cada grupo o partido está cuidando su poco o reducido capital político y nadie quiere arriesgar mucho para no trastabillar como ya lo ha hecho uno que otro precandidato a la Presidencia. Así que no esperemos mucho los mexicanos para los próximos meses.
Y ahí viene el “bombardeo” de partidos y candidatos a través de los medios electrónicos, después de ríspidas negociaciones para tratar de evitar cambios en las “reglas del juego” entre concesionarios de la Radio y la Televisión y los consejeros electorales con miras a la difusión de propaganda en un año que será eminentemente electoral. ¿En cuánto contribuirán los más de 40 millones de spots transmitidos, a alejar a los ciudadanos de las urnas, desencantados por la situación en la que viven? Los resultados los veremos el domingo primero de julio del próximo año.
No hay más que decir; 2011 fue un año en el que comenzó el “aterrizaje” del actual sexenio. No queda más que esperar a que con las 12 campanadas del próximo sábado dé inicio un año que será crucial para nuestro futuro democrático como nación, pero también para dar un cambio de rumbo que nos “dibuje” sobre el horizonte cielos más claros para poder resolver los pendientes que se acumularon en este año que se va. De cualquier manera, amable lector, le deseo un año pleno de salud y trabajo y, sobre todo, de mucha esperanza, que tanta falta nos va a hacer.