noviembre 03, 2011

YA NACIÓ "LA 7 MIL MILLONES"

La Organización de las Naciones Unidas decidió que este 31 de octubre nacería el habitante siete mil millones. Una niña fue “la agraciada” y si nos atenemos a lo que pasó con el niño seis mil millones, su vida transcurrirá dentro de “la normalidad” en su país, Filipinas.

Por otra parte, debo decir que hay un hecho que considero más importante que el número de habitantes; aquél, evidente para quien esté medianamente informado de la situación demográfica que priva en el planeta, no es la sobrepoblación. Sería un absurdo que a nada conduciría —salvo a expresar una que otra tontería como ha sucedido estos días—, afirmar que ése es el problema demográfico central que debemos enfrentar hoy.

Centrarse en el aspecto numérico —sin duda, siete mil millones es una cantidad que impacta— nos llevaría, casi de inmediato, a no entender y en consecuencia, a no enfrentar y menos resolver el elemento que considero fundamental de los problemas demográficos actuales. Sí, por el contrario, a confundirnos y no ver la realidad objetivamente.

Si revisamos las cifras de la población mundial —desglosada por países y regiones—, nos daremos cuenta de que el problema de sobrepoblación está claramente ubicado en África y en algunos países del sur de Asia. En el resto del mundo, el problema es de otro tipo, no la sobrepoblación. Para comprobarlo, en caso de estar usted interesado, bastaría revisar las cifras de los países europeos, de la República Popular China y Japón y de buena parte de los países de América Latina.

En estos países —junto con muchos otros—, el problema radica más en la caída brutal del número de hijos por mujer en su periodo fértil —Tasa de Fecundidad— que en el número de habitantes; muchos de ellos, desde hace años, se encuentran por debajo de la Tasa de Reposición —2.1 hijos por mujer— lo cual, en conjunción con una mayor esperanza de vida, ha dado lugar a una nueva Transición Demográfica que conocemos como “Invierno Demográfico” o “Envejecimiento de la Población”.

Pocos niños y muchos viejos resumiría —de manera un tanto burda— esta nueva transición cuyos efectos —advertidos y sufridos desde hace decenios en no pocos países y en México, ya visibles— definirán lo que seremos en materia demográfica los próximos decenios.

Además, si nada hiciéremos para corregir lo que se ve venir, posiblemente no podríamos revertir la tendencia que ya se expresa en un número cada vez menor de hijos por mujer; es decir, en una Tasa de Fecundidad cada vez menor.

Los sistemas de pensiones, las instituciones de salud pública y el cambio significativo de la estructura de edades de la población escolar son, entre muchos otros, algunos de los problemas ya presentes en México.

Aquí, a principios de los años setenta, la proyección más optimista en cuanto al número de habitantes para 2000 estimó que seríamos 126.1 millones de mexicanos y la pesimista, 153. La realidad fue muy diferente; sólo fuimos 97.5 millones, 30 millones menos.

Para decirlo en palabras sencillas, “se nos pasó la mano” y lo peor, nada hicimos para corregir esta situación anómala en materia de política demográfica. Es más, parece que aún hoy no hay la menor intención de hacer algo; de seguir esto así dos decenios más —de aquí a 2030—, será casi imposible revertir la caída de la fecundidad.

¿Haremos algo hoy para evitar estar como muchos países que dejaron caer la fecundidad por debajo de la Tasa de Reposición? Todos los factores indican que no; bueno, nos vemos entonces en 2030.

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