agosto 23, 2010

PRESUPUESTO 2010... NEGOCIOS, SON NEGOCIOS.

En poco menos de un mes se iniciará en el Congreso la discusión en torno al Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal de 2011. Las urgencias apremian y la crisis prolongada en el desempleo y la informalidad obliga a la generación de un gran consenso para la equidad.

Será de suma importancia que las y los legisladores tengan la altura de miras para diseñar un Presupuesto con los datos de la medición multidimensional de la pobreza y de la tasa de desempleo en las manos, y evitar así la lógica electoral o, simplemente, una vez más, una visión de corto plazo.

Estamos ante el reto de construir el primer Presupuesto verdaderamente social en los últimos 20 años a fin de lograr que en el Bicentenario no sólo estemos organizando desfiles y ferias, sino asumiendo con responsabilidad la dimensión simbólica de nuestros 200 años de Independencia.

En esa lógica, es importante comprender que no se trata sólo de destinar mayores recursos para los programas sociales. Antes bien, de generar una Ley de Ingresos y un Presupuesto de Egresos diseñados para iniciar un proceso que revierta la concentración del ingreso y la desigualdad.

En efecto, el Estado mexicano requiere hoy, ante la severa crisis por la que pasamos el año pasado y sus efectos en lo que va de 2010, reconstruir sus capacidades de redistribución del ingreso y con ello cumplir el propósito fundamental que animó a don José María Morelos y Pavón, que se sintetizaba en la idea de moderar la opulencia y elevar el jornal del pobre.

No es ni será aceptable que, en el contexto de incumplimiento de los derechos humanos en que vivimos y en el que la cohesión social está amenazada, la única respuesta que nos ofrezca el Congreso sea una vez más recurrir a la modificación de las reglas de operación de los programas de mayor presupuesto, con el fin exclusivo de evitar su uso discrecional.

Tampoco sería aceptable que los grupos parlamentarios definan una Ley de Ingresos y un Presupuesto con el fin de obtener mayores recursos para obra pública en las zonas y regiones de mayor rentabilidad electoral y olvidar con ello la enorme deuda que tiene nuestro país con los marginados y socialmente excluidos.

Como puede verse, la urgencia se encuentra en lograr un consenso mayor para la justicia social en el Bicentenario. Comenzar con la construcción de una Ley de Ingresos que derive en una reforma fiscal para la equidad sería un acto de responsabilidad; y en consecuencia, diseñar un esquema de gasto orientado a la reducción de las disparidades puede convertirse en el punto de inflexión para lograr un proceso progresivo de mejoramiento de las condiciones de vida de los mexicanos.

México no puede tener otra opción que la de ser un país justo; una nación incluyente de todos, en donde la discriminación, la pobreza y la marginación sean conceptos rechazados por todos y en donde su presencia sea suficiente para movilizar todos los esfuerzos con el fin de erradicarlos de nuestra realidad.

No debe dejar de insistirse que ésta debe ser la hora de la igualdad. Gastar como lo hemos venido haciendo no resolverá nuestros dilemas más profundos, y por esto es impostergable que la discusión sobre el PEF 2011 se dé con la altura de miras suficiente para comprender que de lo que se trata es de la justicia social.

agosto 10, 2010

NINGUN LEGISLADOR SABE LO QUE TIENE, HASTA QUE LO VE PERDIDO.

Lo sé, lo sé... Se que tardé más de una semana en publicar un post, pero estaba de vacaciones con mi familia, pero hay que darle seguimiento a la polaca y a la chocha matutina y de los medios nacionales y es que hay que entender que en un sector en el que el disenso es la regla y el consenso la excepción, hay un acuerdo que compartimos todos: las telecomunicaciones de este país no son las que requerimos y, peor aún, no son las que podríamos tener.

No importa mucho si somos la décima tercer economía del mundo, si nos comparamos con la OCDE, con Brasil o con Sri Lanka, sin embargo, si uno quiere encontrar a México en cualquier lista de posiciones internacionales confiable en materia de telecomunicaciones, más vale empezar de abajo hacia arriba. Los últimos 30 días nos explican buena parte de los últimos 30 años de dichos resultados.

Ante el rezago en el que estamos, el Presidente de la República decide una fórmula distinta para modificar una de las causas que lo explican; una fórmula que finalice años de enfrentamiento entre autoridades y que, a cambio, impulse la coordinación, elimine dobles ventanillas, termine con triples criterios y, sobre todo, comparta una visión de lo que deben ser las comunicaciones en el país.

No obstante lo anterior, algunos legisladores tratan de recuperar el control perdido y la protección de las condiciones favorables para quienes les convienen que no haya cambios en las telecomunicaciones en nuestro país y, lo peor aún, prefieren colocar en segundo plano lo trascendente para México, en este caso, el avance del sector telecomunicaciones.

El Poder Legislativo tiene la facultad de promover controversias constitucionales; acudir ante la PGR a presentar denuncias penales; convocar a servidores públicos conforme a la Constitución para que informen cuando se discuta una ley o se estudie un negocio concerniente a sus respectivos ramos o actividades o para que respondan a interpelaciones o preguntas. Eso nadie lo discute, por el contrario, facultades que celebro y considero indispensables. Sin embargo, es necesario señalar cuando estos instrumentos se usan para fines distintos a los que fueron diseñados, promover que las cosas sigan como están, condenar a millones de mexicanos a servicios deficientes y poco accesibles.

En las críticas que se han formulado por más de un mes de parte de algunos actores no se encuentran propuestas o planteamientos sustantivos que permitan atender el reclamo de más de ciento diez millones de mexicanos.

La facultad exclusiva y constitucional del Presidente de la República de nombrar a los comisionados de la Cofetel fue confirmada por la Suprema Corte de Justicia precisamente derivado de otra controversia. No conformes con eso, un grupo de senadores vuelve a solicitar que la Corte se pronuncie, ahora, sobre un artículo que ellos mismos redactaron en 2006, con increíble ambigüedad, para promover otra persona como comisionado. Hoy pretenden exigir una trayectoria que sólo ellos saben cuál es, que nunca han exigido a nadie más, pero que definitivamente no se encuentra en la ley que ellos mismos aprobaron.

Les estorba la elección de un nuevo presidente de la Cofetel que podrá no gustarles, no caerles bien o no responder a intereses similares a ellos, pero que siguió a pie juntillas el procedimiento que marca la misma ley y que vino a resolver otro rasgo característico de la Cofetel: la falta de acuerdo para nombrar a un presiente de entre los que estaban ahí antes de la llegada del nuevo comisionado.

Siete días después, mientras algunos seguían atrapados en su falso debate de autonomía, ocurre un hecho no presenciado desde hace cinco años: la Cofetel, órgano desconcentrado de la SCT, presenta un plan de trabajo para los próximos seis meses y compromete públicamente a avanzar 24 puntos de la agenda sustantiva.

Dos semanas después, el Pleno de la misma resuelve favorablemente dos opiniones que se encontraban estancadas por años para sancionar la interrupción en el tráfico de llamadas en contra del principal operador del país.

Tres semanas después, la Comisión falla favorablemente una licitación que pone a disposición del mercado, por primera vez en años, un valiosísimo espectro en la banda de 1.9 Ghz.

En este contexto en el que el Grupo Parlamentario mayoritario en el Senado acude a la Suprema Corte, ante la PGR, ante los medios de comunicación y presentan una avalancha de puntos de acuerdo en contra de los responsables. Citan a comparecer a servidores públicos para explicar nombramientos, para justificar votos, para aclarar elecciones. ¿Y la agenda? ¿Y el rezago? Eso no importa; ¿Que todo siga igual?

¿QUÉ ES UN GERENTE EFICIENTE?

Delegar funciones o resposabilidades no es ni ha sido nunca tarea fácil; sobre todo a nivel gerencial. Existen factores que favorecen una buena tarea gerencial o directiva en una empresa, considerando la globalidad del perfil del gerente y no el caso particular.

Dirigir empresarialmente es tratar de obtener los objetivos planteados, llevando el timón del buque de la empresa en las manos, por medio de un equipo de personas, los empleados que lo conforman, y con los demás medios materiales de que se dispone.

Un buen gerente tiene que llevar o sentir dentro el deseo de querer dirigir al grupo, y pilotar ese buque, siendo por ende una vivencia interior. Con las motivaciones que llevan aparejado, de prestigio, de hacer carrera, económica, sociales, es decir, tener activado ese deseo o esa motivación de estar dispuesto para tomar la salida.

Un profesional de la empresa dotado de “una buena cabeza” tiene siempre más posibilidades de éxito que aquel poco dotado hablando en términos de inteligencia.

Aunque no se trata de un coeficiente de inteligencia puro y duro. La inteligencia natural abarca otros muchos aspectos y recovecos mentales, de mayor amplitud. A esto nos referimos, una buena inteligencia dentro de una sólida personalidad.

Un buen gerente debe poseer capacidad de análisis y de síntesis. Se trata de esa condición mental de la persona humana de poder desarrollar una idea o problema, desbrozándolo hasta sus últimos detalles y poder hacer lo contrario de un cúmulo de circunstancias o de datos, que le permita llegar a una conclusión global que sea beneficiosa para la organización.

De este modo, la capacidad de análisis sería como una pirámide bien apoyada por su base y la de síntesis, esa pirámide invertida.

Ambas se precisan para el ejercicio del día a día de la vida profesional de un gerente. Cada mañana se presentan sobre su mesa de trabajo multitud de problemas y cuestiones sobre las que hay que tomar decisiones. Pero antes habrá que analizarlas, estudiarlas y después tomar la decisión que corresponda a cada caso en particular.

Debe tener la suficiente capacidad de llegar a los demás, de saber hablar y escuchar, de entender y hacerse entender.

El que no tiene o no actúa con integridad y ética en su vida profesional o al frente de sus negocios, orienta sus objetivos primarios al beneficio de su empresa y alcanzarlos como sea, y a costa de lo que sea, sin barrera.

La moral y la ética empresarial parecen poner cotos y límites a esa actuación. El gerente eficiente ha de ser una persona que pueda dormir tranquilo, sin el sobresalto de lo que pueda suceder por desarrollar su trabajo y su importante función empresarial.

Debe tener espíritu crítico y ser capaz de no dejarse llevar por la corriente. Ha de saber discernir entre toda la información que le llega, aquella que es fiable de la que no lo es. La que le interesa de aquella que es irrelevante o no sirve.

Solo con estas cualidades es posible una toma acertada y fundamentada de decisiones. Y esto forma parte de la tarea diaria de un gerente eficiente y eficaz.

Debe distinguirse a través de la capacidad de una transmisión fluida de sus conocimientos a su gente, dando órdenes precisas, fomentando el entusiasmo y objetivos claros a los subordinados, teniéndolos permanentemente informados, fomentando con entusiasmo su formación y desarrollo profesional dentro de la organización.

La comunicación interna en la empresa se verá favorecida siempre ante un gerente que actúa con profesionalismo, sin arrogancia y con la ductilidad para adecuarse a las situaciones cambiantes del día a día y que sepa cuan importante es trabajar en equipo, desechando hacerlo en “silos” o compartimentos estancos.

Demos siempre prioridad al profesionalismo, meritocracia, idoneidad y capacidad de trabajo que son los ejes sobre los que se sustenta una buena conducción gerencial.