El pasado 22 de abril se celebró el día internacional de la Madre Tierra, el cual tiene como objetivo abrir un espacio de reflexión y conciencia sobre la biodiversidad, la conservación de los recursos naturales y el impacto que la crisis medioambiental tiene sobre el planeta. Aunque esta fecha se instauró desde 1970, había pasado más inadvertida que el día del matrimonio (aunque le parezca imposible, en algunos países sí se celebra estar casado el cuarto domingo de abril).
Sin embargo, ante los claros efectos de la contaminación se decidió rescatar de los archivos de días conmemorativos (hay uno para cada ocasión), el del Día de la Tierra y así junto con el Día del Agua tener otro pretexto para llamar la atención sobre lo que puede suceder si no se actúa para detener el cambio climático, y es que el mundo parece un vochito 1981 que apenas pasa las verificaciones, que perdió sus vestiduras originales y que tiene refacciones compradas en la colonia Doctores.
Pese a eso, los países no se ponen de acuerdo sobre la responsabilidad que cada uno debe asumir. Por eso es comprensible que la Madre Tierra esté sacudiéndose, eructando y escupiendo para que se tome en serio su día y se tomen las medidas necesarias que detengan el calentamiento global.
Lo que la Madre Tierra y los expertos ambientalistas no saben es que en México el Día de la Tierra se festeja los 365 días del año y que se ha celebrado desde antes que se estableciera en el resto del mundo. Claro, el concepto es ligeramente distinto, pero como dirían los políticos “tierra es tierra”. En México se ha celebrado el día de la tierra enterrando a más de 22 mil 700 personas desde que en el 2006 el gobierno federal le declaró la guerra al narcotráfico.
Prácticamente todo el país ha contribuido a esta cifra, pero los Estados avanzados son Nuevo León, Chihuahua, Guerrero, Sinaloa, Tamaulipas y Michoacán. Los habitantes de esos estados resienten como ninguno el calentamiento del ambiente, y prefieren quedarse en sus casas porque si salen corren el riesgo de ser víctimas primero de una calentada, y luego de que los dejen fríos.
El Congreso también se destaca por su manera de celebrar, ya que se la pasan echándose tierra y lodo unos a otros, teniendo en la mente dos objetivos superiores: la confrontación y las vacaciones. A los legisladores les ha pegado especialmente el cambio climático y por eso tienen en la congeladora importantes iniciativas, echando por tierra los intereses de la gente. Eso sí aseguran que lo suyo lo suyo es el medio ambiente y por eso hay diputados y senadores que ya han echado raíces de tantas ocasiones que han ocupado una curul. Lo que no saben es que en cualquier momento pueden convertirse en mala hierba.
El compromiso de los legisladores con el medio ambiente es tan grande que sus discusiones estériles generan abono natural, al mezclar estiércol y desechos con palabras. No han entendido que su abono no le está dando ningún elemento nutriente ni a la tierra ni al país.
El Partido del Trabajo también quiso contribuir al Día Internacional de la Madre Tierra, por eso después de que Andrés Manuel López Obrador los amagó y decidieron romper su alianza con el PRD y el PAN en Puebla, Hidalgo y Sinaloa, ahora van a poner candidatos muy verdes, sin ninguna posibilidad real.
Del otro lado de la moneda, hay gobiernos que este año no tuvieron la menor intención de participar en esta conmemoración. En Veracruz por ejemplo, los priistas se enojaron mucho, porque el color que identifica al Movimiento Mundial del Día de la Tierra era el verde, y ellos querían cambiarlo por el rojo de Fidel Herrera; de igual manera en el Estado de México hicieron berrinche, porque Enrique Peña Nieto ya tenía todo listo para que el corte de listón o la puesta de la primera piedra del nuevo planeta se hiciera en su estado, así que cuando le explicaron que ese no era el espíritu de la fecha, no quiso colaborar.
Definitivamente la Tierra tiene toda la justificación de estar tan enojada. Y aquí en Campeche, tambien pasó desapercibido, como dicen por ahí, "Campeche es tan tranquilo que ni el mar hace olas".