febrero 22, 2010

SIN CABEZA, NO HAY CUERPO.

México se encuentra en una coyuntura crítica: un déficit de liderazgo político y, en consecuencia, una indefinición del rumbo nacional. Las instituciones que el país necesita para mantener una cohesión social mínima y una gobernabilidad razonable están erosionadas. En estas condiciones no es posible avanzar. No hay día que no surja un problema nuevo: Ciudad Juárez, su violencia irrefrenable y su inevitable secuela; la renuncia partidista del principal operador político del gabinete presidencial; la vulnerabilidad de diversas regiones del país, cuyos habitantes pierden, en el agua, todo su patrimonio por la negligencia gubernamental, y las alianzas partidistas entre opuestos para evitar el incesante avance del PRI.

El liderazgo político es casi inexistente. Tan lo es, que bastó la intervención de una madre, cuyos hijos fueron asesinados en Ciudad Juárez hace unas semanas, para poner en entredicho la legitimidad y la solidez de la institución presidencial. Calderón cayó de ese endeble pedestal ante las palabras de esa mujer agraviada: “Discúlpeme, Presidente, yo no le puedo decir bienvenido porque para mí no lo es… Porque aquí hay asesinatos… y nada ni nadie ha querido hacer justicia”. Luego volteó la espalda junto con la de otras mujeres que también sufren la pérdida de sus hijos por esa injustificada masacre.

Es difícil recordar, en la historia reciente de México, un desplante con esa enorme carga de repudio y de reprobación a un Presidente. No ha sido, por cierto, el único. Recuérdese la rechifla que Calderón recibió en la ciudad de Torreón hace pocos meses, cuando inauguró el estadio de fútbol de ese lugar. Sin liderazgo que guíe, los miembros de la desastrosa clase política que tenemos y padecemos hacen lo que quieren. Se confrontan pero se alían. Son enemigos pero, ante la conveniencia, se vuelven cómplices. Son capaces de conspirar para defender sus privilegios, aunque al margen del interés de la sociedad.

Existe una desarticulación entre los tres niveles de gobierno. Cada uno lleva un derrotero distinto. No hay un objetivo común que perseguir, indicador irrefutable de la ausencia de rumbo del país. Sin catastrofismos, México se encuentra a la deriva. Se ha perdido la confianza en las instituciones, en particular aquellas que procuran la impartición de justicia. Se teme a los cuerpos de seguridad porque en sus entrañas se encuentra alguien que se encargará de hacer todo menos la de proteger al ciudadano.

El cisma que ha generado la renuncia de Gómez Mont a su partido no sólo ha fracturado al grupo “gobernante”. Ha demostrado, por una parte, que todavía se pueden respetar acuerdos sin lastimar la institucionalidad del cargo que le fue encomendado. Ha demostrado, por la otra, que la cúpula actual del PAN no tiene principios, tan sólo intereses de bajo perfil como ganar un puñado de elecciones locales y rendir buenas cuentas al que otrora se llamara “el jefe de las instituciones”. El personaje más capaz del gabinete presidencial no durará mucho en el cargo porque pecó de congruente. Para permanecer en el poder hay que ser, y no disimularlo, todo lo contrario. Quien no disimula pierde. Este es el caso del secretario de Gobernación, quien ha ostentado el cargo los últimos 15 meses. El grupo en el poder resentirá su ausencia, si es que “renuncia”, lo que agravará aún más la falta de rumbo del país.

El PAN y el PRI fundieron sus objetivos en 1988. Una oposición, encabezada por Cárdenas en ese año, hizo temblar al sistema. Salinas se adueñó del PAN. Esa relación legitimó al entonces presidente y dio oportunidad a dicho partido de emerger con más contundencia en la política nacional. El tiempo y las diferencias, empero, se encargaron de romperla; nada es eterno. El PRI perdió su hegemonía en 2000. Pero el tiempo y su colmillo político lo han reposicionado ante un PAN disminuido por falta de talento gubernamental y por una izquierda, la del PRD, que perdió la brújula en el camino y en sus desencuentros. Hoy, aunque son partidos secundarios y uno de ellos está en el poder, intentarán un experimento que los devuelva a la vida: las alianzas electorales.

La consigna de Calderón es detener al PRI, que no ha olvidado la habilidad que aprendió durante tantos años que ejerció el poder. En el transcurso de la primera mitad de su sexenio, Calderón ha sido incapaz de enfrentarlo, pues se trata de un adversario que conoce mejor el oficio. Si durante los primeros tres años Calderón exhibió poco talante en materia de gobernabilidad, resulta difícil pensar que en lo que resta de su administración pueda hacerlo. Las decisiones no se toman en Los Pinos, sino en Insurgentes norte y en las 18 gubernaturas que, al día de hoy, el PRI detenta. Hay que olvidarse de las reformas que el país necesita. Las que se aprueben de aquí a 2012 serán signadas por el que fue partido de Estado y no por el que dice gobernar.

Todo esto se debe a un liderazgo político débil que no definió, desde un principio, objetivos alcanzables. Sin liderazgo se perdió el rumbo y hoy no le queda otro camino que dar una batalla en el campo electoral: casi se podría decir que el eslogan es “sálvese quien pueda”.

febrero 09, 2010

CIDADE DE DEUS, MÉXICO.

Le prometí a mi amigo Raúl que no volvería a tocar el tema, pero ¡que diablos!, es lo único de lo que hay para hablar. Así que trataré de hacerlo de una manera literaria, ¿les parece?

Escrita por Paolo Lins y transformada en película por Fernando Meirelles, Cidade de Deus es una de las investigaciones sociológicas más completas, escrita en forma de novela, sobre el infierno que suele generar el círculo vicioso de marginación, violencia, delincuencia y crimen organizado.

Basada en la realidad de una de las más de 500 favelas que existen en Río de Janeiro, donde la regla para sobrevivir es matar, donde la pandilla sustituye a la familia, los picaderos a los centros de salud, el reformatorio de menores a la escuela, los cárteles de drogas a los centros laborales y el capo del barrio a la autoridad formal, Ciudad de Dios parece filmada en la zona poniente de Ciudad Juárez, centro urbano que en tres años pasó de ser un modelo y referente geográfico de la guerra oficial contra el crimen al Waterloo de una estrategia basada en enfoques exclusivamente militares y excesivamente policiales.

Algo pasó la última semana en Los Pinos, al igual que en el gobierno de Chihuahua, que de manera súbita se ha presentado un cambio de 180 grados en el tratamiento y en las estrategias contra la inseguridad seguidas por ambas autoridades, corresponsables junto con el municipio de lo que acontece en esa ciudad histórica y heroica en más de un sentido.

Tal vez haya sido la matanza de 16 jóvenes en la colonia Villas de Salvárcar, que dio la vuelta al mundo presentando una ciudad con más violencia y crueldad que Afganistán, al tiempo que autoridades federales y estatales la justificaban con el burocrático argumento: “fue un pleito entre pandillas”, o el clásico lavatorio de manos: “fue un ajuste de cuentas”. Tal vez sea el estímulo perverso de la próxima elección local del 4 de julio, en una entidad pionera de la alternancia en el poder y donde un sistema bipartidista de facto ha fracasado notablemente en dar a la democracia un sentido más allá de lo electoral y la ha vaciado de su contenido social, económico y cultural. No importa el motivo en esta ocasión. El hecho es que la situación límite de nuestra ciudad de Dios ha motivado un cambio en la estrategia y ello merece, no el aplauso ni el reconocimiento anticipado como lo demandan los corifeos del gobierno, pero sí el beneficio de la duda.

El gobierno de Chihuahua anuncia el traslado físico e indefinido de los poderes locales a Ciudad Juárez. Habla bien de la audacia y la voluntad del gobernador. Sin embargo, en sentido estricto, es un rescate de los poderes del Estado, porque éstos hace tiempo que fueron trasladados del gobierno constitucional a las mafias del crimen, en un proceso típico de los Estados fallidos, mafias a las que ahora habrá que expropiar especialmente uno de esos poderes: el monopolio de la violencia legítima, para después avanzar en la extinción del dominio económico y en la eliminación de sus raíces sociales.

El gobierno federal, por su parte, anuncia que las operaciones contra el crimen estarán acompañadas de planes de rescate social y reactivación económica entre la población vulnerable, especialmente los jóvenes. Habla bien de su capacidad de escuchar, pero ojalá sea acompañada de una capacidad de operación efectiva y eficaz. Se trata, nada más y nada menos, de promover en unos cuantos años el desarrollo económico, social, judicial, educativo, urbanístico y cultural que se abandonó durante décadas, por abrazar un modelo económico excluyente, al que le sobran más de 55 millones de mexicanos, especialmente jóvenes.

Se habla del esquema colombiano de rescate integral de espacios sociales urbanos. Medellín, Cali y Bogotá. Sin embargo, en Brasil, Lula da Silva, a partir de un esquema diseñado por el PT, también está aplicando planes integrales de rescate de favelas desde 2007. “Cuando llegamos a rescatar una favela, junto al saneamiento policial básico, llega también una escuela, un área de ocio, un centro de cultura, junto a eso va a producirse una mejoría en la seguridad pública en aquel barrio. Es una novedad que compromete a la comunidad y a los gobernantes”, explicó Lula precisamente al anunciar su proyecto Cantera de Obras en el barrio que inspiró la película de Meirelles.

Sin embargo, el rescate de Juárez será incompleto si no se despliega un esfuerzo similar en la contraparte estadunidense, El Paso, Texas. Allí se consume, allí se paga y financia, allí se venden las armas, allí radican las pandillas binacionales, como Los Aztecas, y allí se lavan, planchan y almidonan las ganancias de lo ilícito.

Transformar el infierno de nuestras ciudades mexicanas de Dios, como Juárez, no es tarea fácil ni rápida. Algunas medidas requieren de una o dos generaciones, como la educación y la restitución del tejido social. Precisamente por ello es urgente emprender desde ahora el viraje en la estrategia de seguridad y combate al crimen… Aunque sea por motivos de la próxima elección.

Pero y ¿Usted que opina?

febrero 05, 2010

EMPRESAS FAMILIARES Y RESPONSABILIDAD SOCIAL EN MÉXICO.

Dando continuidad al tema de empresas familiares y en vista de los comentarios que he recibido, en especial de mi exitosa cuñada y generando un panorama más amplio para mis amigos de Desarrollo Empresarial de Campeche, presento el siguiente post.

En una ocasión, platicando con el Dr. Imanol Belausteguigoitia, director del Centro de Desarrollo de le Empresa Familiar por el ITAM, cavilamos el panorama actual y lo que se esperaba a futuro en la empresas familiares, pero en especial hacíamos mucho hincapié en la empresas familiares que desarrollan el aspecto de la responsabilidad social.

Concluimos que, los valores fundamentales de empresa tradicionalmente se han centrado en la generación de valor económico. Podríamos citar entre ellos a la rentabilidad, la productividad, la eficiencia y la eficacia. En el caso de las empresas familiares estos valores corresponden tan sólo a una mitad de la ecuación, y corresponden a la dimensión empresarial. En cuanto a la otra mitad, la dimensión familiar, se puede asegurar que el valor fundamental es el amor, del cual se derivan muchos otros como la lealtad, el apoyo incondicional, el compromiso, la fidelidad y la generosidad. Estos valores de familia son propios de la Responsabilidad Social.

La Responsabilidad Social en las organizaciones es el amor puesto en práctica, en cada una de las interacciones en el interior y en el exterior de las organizaciones, como la lealtad hacia los trabajadores, el cuidado al medio ambiente, el apoyo a la comunidad, el compromiso hacia los clientes y proveedores, etc. Tomando en consideración lo anterior, se estima que la empresa familiar, por naturaleza, tiene la vocación de realizar aportaciones significativas a la comunidad desde la perspectiva de la Responsabilidad Social.

En las empresas familiares se percibe realmente la interacción de dos complejos sistemas sociales (familia y empresa), lo cual constituye un sistema dual. La comunidad científica que estudia esta materia ha dado una buena acogida a este modelo conceptual, que ha servido para desarrollar otros modelos más complejos.

Los subsistemas de empresa y familia ejercen entre sí una influencia mutua. Si un subsistema experimenta un cambio, el otro lo resiente y manifiesta una reacción. Isaac Newton diría que... a toda acción corresponde una reacción. Si, por ejemplo, el sistema de familia eleva sus exigencias de liquidez, afectará a la empresa de cierta manera, y la empresa reaccionará de alguna forma a esa exigencia. Por otro lado, si la empresa demanda más recursos para su crecimiento, la familia podría requerir apretarse el cinturón, con todas las consecuencias que esto pudiera generar.

A pesar de que no hay consenso sobre la definición de empresa familiar, la mayoría de los expertos la asocian con el control accionario y la dirección de la organización en manos de los miembros de una familia.

El término empresa familiar para muchos resulta peyorativo, por lo que se resisten a aceptar que las suyas son organizaciones familiares. Así, se suele escuchar comentarios como “Mi empresa es profesional y no familiar”, de labios de varios propietarios y directores, como si las expresiones “profesional” y “empresa familiar” fueran incompatibles, excluyentes o contrarias.

Algo claro en ello es que resulta un error definir las empresas familiares por su tamaño, así como creer que se trata de organizaciones pequeñas. Ciertamente la mayoría de las micro y pequeñas empresas son familiares, pero entre ellas se encuentran también varias de las empresas más grandes de México y del mundo. Bimbo (por citar una empresa familiar de México), al igual que Walmart, Ford y Dupont, son ejemplos de grandes empresas familiares.

El valor que se da a la familia en México es una característica cultural relevante, e incluso una de las más importantes. Los niños se desarrollan sintiéndose queridos, protegidos y apegados emocionalmente a la familia. Esa conducta suele transmitirse hacia la empresa, en la que se prefiere contratar a miembros de la familia y amigos cercanos. Como consecuencia, el trabajo tiende a ser una extensión del hogar, en la que el dueño juega, como autoridad moral, el papel de padre. Las organizaciones familiares sufren cambios estructurales importantes al crecer, pero estas modificaciones no le restan importancia a los lazos familiares. Esto puede representar un grave problema si es que se permite que miembros de la familia incapaces de agregar valor a la empresa son incorporados a ella, propiciando el fenómeno del familismo, pero también podría significar un gran beneficio para ella si son comprometidos y brillantes y valiosos.

Kras, reconoce una gran sensibilidad emocional en los mexicanos: “La manera mexicana de hacer las cosas difiere mucho de la anglosajona en la que, por lo menos en lo que se refiere al trabajo, se le da más importancia a la tarea que al individuo. El mexicano se siente motivado principalmente por el respeto personal y el reconocimiento. En consecuencia, en una situación laboral, las relaciones personales deberán cultivarse cuidadosamente para obtener de la fuerza laboral el compromiso de que logrará la máxima eficiencia y productividad.”

La sensibilidad emocional de los mexicanos no resulta sorprendente, conociendo la preeminencia que se le da en México a las relaciones interpersonales. En México, la tendencia a minimizar la importancia de la persona, considerándola sólo una herramienta para el eficiente funcionamiento de la organización, suele percibirse como una deshumanización del trabajo. Se puede esperar que los trabajadores mexicanos se desempeñen mejor si primero se toma en cuenta a la persona y después la tarea. Se ha comprobado que un adecuado clima organizacional y un trato digno y socialmente responsable, generará en las personas un mayor compromiso hacia sus organizaciones.

En los últimos años diversas organizaciones públicas y privadas han hecho un gran esfuerzo por hacer visible y difundir el concepto de la Responsabilidad Social en nuestro país.

En la actualidad las empresas que son reconocidas como Socialmente Responsables poseen una interesante ventaja competitiva. Ahora se sabe que no sólo actuar responsablemente hará sentir satisfacción a los miembros de una organización por actuar debidamente, sino que la comunidad lo premiará de diversas maneras traduciéndose entre otras cosas, en un beneficio económico para la firma. Por esto y por otras razones las empresas han optado por dar a conocer sus aportaciones a la comunidad e incluso certificarse como Socialmente Responsables.

Recientemente han surgido diversos premios que motivan la actuación ética, humanitaria y socialmente responsable. Quienes los reciben inspiran a miles de personas en nuestra comunidad a imitar esos esfuerzos en beneficio de la sociedad.

Aunque no se cuentan con estudios empíricos que posicionen a las empresas familiares como organizaciones que privilegian la responsabilidad social en nuestro país, sí se tiene la evidencia de que estas organizaciones desean que los valores de sus familias sean reflejados en sus empresas. Lejos de eliminar los valores familiares en la actuación empresarial, hay que incorporarlos a la vida diaria de las organizaciones.

En lo personal estoy convencido de que los valores fundamentales de familia, combinados con un eficaz actuar empresarial, hará que las organizaciones en México sean, no sólo más rentables y exitosas, sino también más humanas y justas. Sin embargo, lo dicho, piénsenlo dos veces. Yo, lo haría.

febrero 01, 2010

CUANDO LA EMPRESA NO SE LLEVA CON LA FAMILIA.

Con frecuencia, cuando se atiende desde la consultoría o el ámbito académico a la empresa familiar se destacan siempre los aspectos problemáticos de la misma, tanto desde la perspectiva empresarial como personal. Pareciera que todo lo ligado a la empresa familiar da lugar a problemas. Pero me gustaría también resaltar la enorme contribución que la empresa familiar hace a la creación de empleo, riqueza y bienestar. De manera que quisiéramos aportar una visión más optimista que ponga el valor el papel que las familias empresarias desarrollan en todo el mundo y en México en particular. Cuando uno analiza empresas familiares de éxito se observa que han crecido mucho. Detrás de ese crecimiento hay oportunidades de desarrollo profesional para los miembros de la familia, mejoras de sus ingresos o patrimonio pero también generación de empleos de oportunidades.

Por ello es necesario comentar algunos de los factores básicos que concurren en la gestión emprendedora dentro de empresas familiares.

1. Las personas: son lo más importante, a más talento, más posibilidades de éxito. Creo que estamos viviendo tiempos más propios para los liderazgos de equipos que para los liderazgos carismáticos. El reto va a estar en atraer y retener talento hacia la empresa familiar, cuenten o no con el apellido del fundador.

2.La idea de negocio. Respecto a este punto considero clave el papel de la innovación. Muchas veces las empresas familiares se anclan demasiado en la tradición y les cuesta cambiar. Vía la innovación hay que aportar propuestas de valor atractivas a los consumidores

3. La planificación: muchas empresas familiares se caracterizan por una gestión muy informal donde priman valores como intuición, flexibilidad o agilidad. Sin perder estos valores parece adecuado que también los nuevos proyectos se aborden con una planificación.

4. La gestión: la gestión emprendedora debe estar basada en una atención permanente a los mercados en los que competimos; al mismo tiempo, es clave poner a disposición de los proyectos los recursos que permitan su implementación con éxito

5. Los recursos: la velocidad a la que se mueven hoy los mercados genera que las ventanas de oportunidad se estrechen. Es por ello que captar oportunidades de negocio obliga a movimientos muy rápidos que no siempre se van a poder financiar. Por tanto reivindiquemos este papel social de las empresas con nombre y apellido, las empresas familiares.

Piénsalo bien, piénsalo dos veces antes de iniciar un negocio con algún familiar. Te lo digo por experiencia.